Fotógrafo del mes edición 88


WILLIAM GORDON, UN FOTÓGRAFO Y SER HUMANO EN VÍA DE EXTINCIÓN.

Por Gloria N. Ramírez-Oliveri*

(English version bellow)

Las fotografías de William Gordon, fotógrafo norteamericano y nuestro invitado del mes, son mucho más que un safari al asombro, que una expedición a lugares remotos, que sucesivas expresiones de admiración. Después de recorrer más de 90 países durante los últimos 20 años, su extensa obra fotográfica es un compendio fidedigno y sorprendente de las especies que habitan en océanos, desiertos, glaciares, valles, bosques, montañas…

Su formación académica comenzó a los 17 años, como alumno del Art Center College of Design, de Pasadena, California, y una de las instituciones más prestigiosas del mundo en formación visual. También fue alumno del reconocido fotógrafo Ansel Adams, con quien tuvo la oportunidad de recorrer y fotografiar a Yosemite National Park, escenario natural de las secuoyas gigantes y patrimonio natural de la humanidad (UNESCO 1984). A los 23 años, la industria del entretenimiento de Hollywood, con su cine y sus estrellas, lo obligó a posponer la fotografía por más de dos décadas. A los 50 años, decidió jubilarse para viajar con su cámara.

En la actualidad, este joven de 73 años (1947) nacido en Nueva York, tiene la vitalidad de un deportista, la energía de un niño y con sus cinco sentidos intactos nada le envidia a la visión de las águilas. Como estas aves, su cuerpo parece renovarse tras cada nueva travesía por los senderos del mundo. Además de fotografiar lugares remotos, William Gordon también se propone crear conciencia sobre el cuidado del medio ambiente, la protección de la vida animal y el respeto por la diversidad cultural.

Sus imágenes se han exhibido en galerías de arte y museos, se han publicado en medios de comunicación de todo el mundo; pero sobre todo, se han atesorado en la intimidad de las familias y comunidades con las que interactúa. Para William Gordon, fotografiar es lo último, porque lo primero debe ser ganarse el respeto y demostrar interés genuino por las personas, su entorno y su cultura. Como angloparlante, la barrera del idioma nunca ha sido un obstáculo; pues con su carisma natural, la tecnología, cuando dispone de ella, y las señas, que son universales, él consigue relacionarse sin mayor dificultad.

Enfatiza en que para lograr una buena fotografía de animales, un día puede no ser suficiente. Paciencia y largas jornadas de espera y observación lo han convertido en testigo de excepción, no sólo de la vida animal y sus rutinas, sino también del daño causado por el hombre. Quizá por todo lo que ha visto y fotografiado es que William Gordon afirma que «el planeta sería mucho mejor sin los humanos».

A la convivencia con los animales quizá se deba su naturalidad para documentar con tanta precisión sus rutinas y cotidianidad: el despertar de las aves, el desayuno de las jirafas, el baño de los elefantes, el almuerzo de las panteras, la cena de los leones, el ímpetu de un camello tras una hembra en celo.

Salvajes o domésticos, en reposo o en movimiento, nadando o volando, en sus imágenes se aprecia cierta familiaridad con los motivos. De su secreto para ganarse la simpatía de todas las especies, todavía no han contado nada ni los salmones salvajes de Alaska, ni los osos que los devoran, ni el barquero del Río Yamuna en la India, ni los canguros de Australia, ni los cedros del Líbano. Lo que nadie pone en duda es su sorprendente capacidad para integrarse con la naturaleza y sus especies.

«Bill», como también es conocido nuestro fotógrafo invitado, se describe como alguien muy afortunado, flexible y a quien le resulta fácil hacer amigos. Afirma que tiene bastantes, más de cinco y muestra los dedos de sus manos. Luego de una pausa y una sonrisa que seguramente le llega del corazón, añade: «Sue, es mi mejor amiga y la persona que más me conoce». Sue Gordon, es su esposa y la productora ejecutiva de su trabajo. «Ella es la que hace posible que todo suceda». Así lo enfatizó al hablar de sí mismo y de su vida personal y profesional en Los Ángeles, California.

Y mientras las actuales generaciones todavía tienen la oportunidad de admirar lo que aún queda de bello, de exótico, de exuberante, de salvaje, de tierno y de sorprendente de la vida animal; un hombre sensible y extraordinario, un humano en vía de extinción, se esfuerza por mostrarle al mundo los animales que siguen con vida, los árboles que todavía florecen, los glaciales que todavía no se deshielan, las comunidades que no han sido arrasadas.

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* Gloria Nivia Ramírez Oliveri, es Comunicadora Social – Periodista de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín (1991), con un máster en Liberal Arts – Spanish en California State University Northridge, CSUN. Inició su carrera como reportera gráfica del periódico El Colombiano (1989), al registrar una de las décadas más difíciles de la historia reciente de Colombia. Sus fotografías se han publicado en diferentes medios periodísticos de Colombia y el exterior. La docencia y la investigación también hacen parte de su trayectoria profesional. Su tesis de grado (1991), Vigencia de la fotografía documental en la prensa escrita: Tras las huellas de Henri Cartier-Bresson en el contexto de Melitón Rodríguez, le abrió las puertas de la prestigiosa agencia de fotografía Magnum de París, de la que fue pasante en el año 1993. Es miembro de «Pacific Ancient and Modern Language Association», «PAMLA» y ha sido ponente de conferencias académicas en diferentes universidades de los Estados Unidos, país de residencia. Colabora con el equipo de investigación del programa de Periodismo en español de CSUN. Es editora auxiliar de esta revista y reportera «free lance».

 

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WILLIAM GORDON, A PHOTOGRAPHER AND ACTIVIST OF WILD ANIMAL LIFE

Translation by Catalina Roldan

The photographs of William Gordon, American photographer and our guest of the month, are much more than a zafarí to amazement, much more than an expedition to remote places, much more than successive expressions of admiration. After touring more than 90 countries during the last 20 years, his extensive photographic work is a reliable and surprising compendium of the species that inhabit oceans, deserts, glaciers, valleys, clouds, forests, mountains…

His career began at 17, as a student of the Art Center College of Design in California, one of the most prestigious institutions in the world for visual arts. He was also an Ansel Adams’ pupil, with whom he had the opportunity to tour and photograph Yosemite National Park, a natural park surrounded with giant sequoia trees, a heritage of humanity (1984). At 23, Hollywood’s entertainment industry with its cinema and its stars forced him to postpone photography for more than two decades. At the age 50, he decided to retire to travel and resume photography.

Today, the 74-year-young New Yorker based in California, has the vitality of an athlete, the energy of a child, and the vision of an eagle. Like these birds, his body seems to be renewed after each new journey besides the paths of the world. In addition to photographing remote places, William Gordon also aims to raise environmental awareness, the protection of the wild life and cultural diversity. For him, the camera comes last, because the first thing there must be trust and genuine interest in people, the environment and their culture. As an English speaker, the language barrier has never been an obstacle; because with his natural charisma, technology – when available – and the signals he manages to express without difficulty.

He emphasizes that in order to take a good photograph of the wild life; one day may not be enough. Patience and long days of waiting and observation have made him an exceptional witness, not only of the animal life and its routines, but also of the damage caused by men. Perhaps, for all he has seen and photographed, William Gordon says that «the planet would be much better without humans.»

Through the coexistence with animals, he documents the routines and daily life: the awakening of the birds, the breakfast of the giraffes, the bath of the elephants, the lunch of the panthers, the dinner of the lions or the impetus of a camel after a female in heat.

Wild or domestic, at rest or on the move, swimming or flying, in his images it’s possible to see a familiarity with the chosen subjects. From their secret to gain the sympathy of all species, they have not yet told anything about the wild salmon of Alaska, nor the bears that catch them, nor the boatman of the Yamuna River in India, nor the kangaroos of Australia, nor the cedars from Lebanon. What nobody doubts is the amazing ability to integrate with nature and its species.

Our guest photographer, also known as Bill, describes himself as someone very lucky, flexible and who finds it easy to make friends. Although he claims to only have five friends but after a short pause, he raised his hand and paused with a smile on his face and added: «Sue, she is my best friend and the person who knows me most.»Sue Gordon, his wife and the executive producer of his work. «She is what makes it possible for everything to happen.» He emphasized when reminiscing about his personal and professional life in Los Angeles, California.

And while current generations still have the opportunity to admire what is still beautiful, exotic, exuberant, wild, tender and amazing of the animal life, a sensitive and extraordinary man, a human on the way to extinction, he strives to show the world the animals that are still alive, the trees that still bloom, the glaciers that still do not thaw.