Acronopismos y otras delicatessen Cronopio

0
335

COSAS DE ENAMORADOS II

Por Manuel Cortés Castañeda*

Lea la primera entrega pulsando aquí.

madrigueras

ya en los recodos de su cuerpo hecho para la salvación, sin puerto y sin barco el pequeño mamífero desdentado hace las delicias de la respiración…

los ojos ahora y de siempre tan innecesarios y la materia atrapada en su ovillo prenden una hoguera a su aliento y dejan que el hocico haga estragos en la tierra infectada por el placer de las sílabas en descomposición…

muy cerca del eco de la agonía la trompa se extasía y se unta y se relame su fruto podrido hasta que el manantial se hace pedazos y nos despertamos todavía ilesos solo para dejar de respirar…

la bestia también sabe que la lengua no es más que un espejismo y que una vez que las estrellas se queman o se apagan empieza la claridad…

y una vez el hocico ha hecho de las suyas el fantasma de las horas muertas se levanta y cierra la puerta para que el olor fétido de la salvación vuelva a respirar en su cuerpo mancillado y eterno…

lógica de la eternidad

abandono mi cabeza en su vientre desnudo y la felicidad se aproxima a mi oído y me cuenta secretos que guardaba en sus grietas solamente para mí…

le muerdo los pezones endurecidos hasta sentir el sabor de la sangre en mi respiración y las paredes excretan y huelen y se untan de su intimidad…

con una de mis manos busco su sexo desnudo que palpita al ritmo de su corazón, —el mío—, y la luz del cuarto se apaga y la luna se desangra gota a gota y se rehace en sus secreciones y se esconde en mis pupilas…

con los ojos cerrados para no perderme en el silencio que se embriaga como un loco, bajo hasta su culo y el mundo entero se da cita en su perfume como una mariposa ebria se da cita en una flor envenenada…

ahora siento el aliento de sus labios que le insuflan vida a mi intimidad, al apéndice que se me encapricha entre las piernas, y entonces comprendo que el paraíso empieza y termina en el hueco sin fondo de su delicia…

cortaúñas

salgo del baño y desnudo y como siempre me siento en el borde de la cama a cortarme las uñas… a ponerme un poco de crema, a pensar en lo poco que he tenido y que me queda…

levanto los ojos como si nada y veo que otro como yo está sentado en el borde de la cama haciendo exactamente lo mismo que yo hago y sigo haciendo…

me asusto de momento y se asusta el otro… me quedo en suspenso igual que el otro se ha quedado… me levanto un poco para asegurarme de que no es más que un cuento y él también se levanta un poco asegurándose de lo mismo…

saco fuerzas donde no las tengo y quiero preguntarle si él es otro o es el mismo que yo, pero en ese mismo instante él también se atreve, saca fuerzas y quiere preguntarme lo mismo…

me acerco y se acerca… me pongo en cuatro patas y se pone en cuatro patas… lo miro fijamente a los ojos y me mira… quiero tocarlo y él también lo quiere… cierro los ojos para olvidarme de los dos y él ya los ha cerrado y nos olvida…

no sé cuánto tiempo llevamos el uno frente al otro y sin saber quién es quién… solo sé que los dos seguimos desnudos más que nunca, sentados en el borde de la cama, cortándonos las uñas, poniéndonos la crema y pensando en lo poco que nos queda…

ayer me le acerqué tanto y él lo mismo que tuve miedo de saber quién era y el miedo que él tenía de saber lo mismo, abrió más cicatrices y alargo la espera…

le pedí que me cortara las uñas y él lo mismo… que me echara crema me pidió y yo tomé la crema y le pedí lo mismo… me aseguró que nada nos quedaba cuando yo lo dije y calló cuando callé de lo que no tuvimos…

le rogué entonces que se bañara conmigo y él lo mismo… no sé si fue mi instante o fue su instante… que durmiera conmigo me pidió y yo contigo le dije me durmiera…

desnudos y bañados y dormidos sin días sin mañanas, sin los mismo… las uñas siempre largas y la crema naciendo en las paredes y el abismo…

canción de cuna

y me despierto
y no soy más que un hueco
un agujero
y desespero y busco una palabra
lo primero
olores
son sabores lo que quiero
sedimentos que chupa
otro agujero
y me caigo

y la lengua es lo primero
lo único que queda
más desespero
otro cuerpo que bebe en mi agujero
otra cosa que habita
lo primero
y me lame y me chupa
y me enloquece
una vez hace clic una y mil veces
apéndices, delirios
lo que crece
y que desborda
y se pudre
y se estremece
y que se mete los dedos en la herida
donde el tiempo también
desaparece
dejando otro agujero
solo heces
un montón de sabores
pudrideces
delirios que el abismo
llora
a veces…

lugar equivocado

la vi perdida en un sueño imposible
imposible también era su sueño
y así los dos perdidos sin sueño y sin mirada
mía fue tanto, como yo nunca he sido…

la tomé entre mis brazos… aunque no era ella
y ella me hizo suyo… aunque yo no estaba
y así los dos que no eran… aunque todo lo fueran
fueron carne y mirada y sueño y nada…

lamí por todas partes sus huecos, su mirada
le dije muchas cosas que ella también me dijo
y así una vez dijimos tantas cosas sin decirnos nada
el sueño entero suyo se hizo sangre y ganas…

salimos por ahí como sin darnos cuenta
y por ahí estuvimos sin que el estar pasara
una herida, una grieta, la boca bien cerrada
un cuerpo que es tan solo pura entrada…

y ya en el sueño que era todo y que era nada
sentí que era yo ella la que me soñaba
y ella que igualmente sintió con mi mirada
dos heridas que brotan de la nada…

ahora

para ti

me acuesto a su lado y la piel se me ahoga en el aire que respiro y que no quiero respirar, para poder sentir que es ella la única que respira y yo con ella, aunque ya no respire…

me toco en silencio y el silencio se quiebra en mil pedazos… y es su piel la que toco… y es su sangre la que se abre camino entre mis dedos… y es su intimidad donde mis dedos se ahogan en mi propia intimidad…

me miro de pies a cabeza, me observo, ya hecho una cosa amorfa que arde y se quema, y son sus ojos los que miran lo que ya no es mío… de pies a cabeza una mirada que se deforma y mete y se mete lo que arde y quema…

todo el tiempo dormido sin saber del sueño, me veo, me relamo y huelo y trago… una herida que calla y que respira, una herida sin sangre y sin destino, la herida que en sus piernas me hace mío, el hueco que en mis piernas me relamo…

aquí y ahora como siempre y nunca, todo lo que se tiene siempre falta, y lo que falta es todo lo que tener se tiene… ahora tengo lo que es mío entre mis manos para poder tener lo que ella tiene entre las suyas…

agenda para después de la guerra

allí contra la baranda de los sueños, muy cerca del delirio, las piernas abiertas hasta el infinito, desespera como quien implora una limosna…

me huele como los perros huelen a grandes distancias los últimos despojos del delirio, y como los perros se prepara para caer de lleno en su salto mortal…

una vez lograda la posición acordada, los aullidos se le desangran en el silencio y lucha para saborear que no quiere lo que quiere, mientras la herida se le hincha y se le inclina a la medida de su propia lengua…

y entonces sí, salgo del escondite que nos habíamos asignado, y me arrastro, y me restriego, y llevo a cabo mi papel ideal que me niego, que me arranco de raíz, solo para que la sangre se empoce y se reviente en los depósitos del delirio…

y allí en el infinito de la herida todavía me hago el que no y ella la que no quiere para querer siempre más, según lo acordado, hasta que la verga se sale con la suya y me abandona y se abandona y abre su ojo de cíclope en su perrada para repetir una vez mas que no porque quiere más, como un día fue escrito…

un ladrido que no es mío se me escapa de la boca y el tuyo echa a correr como si buscara a su dueño, una vez la pupila se ahoga de tanta luz y el perro todavía haciéndose mierda en los alrededores, espera que la perra siga luchando para evitar a toda costa lo que más quiere en su perrera…

y te veo por dentro y me ciego y un disparo certero en la angustia del cíclope abre huecos en las paredes del delirio que se me traga de momento la lengua y que ya nada hace para ponerle al menos una coma de MENOS a la guerra…

agujeriada

recogida en las rodillas, los brazos tirados adelante formando dos líneas paralelas, se había quedado profundamente dormida, atravesada en la cama… estaba completamente desnuda… el arco elevado que formaba su espalda desde la cima de sus nalgas hasta el cuello, dejaba un espacio abierto donde colgaban sus tetas, apenas rosando con sus pezones la superficie de la cama… su rostro, del lado derecho, descansaba inocente y casi inexistente sobre una de las almohadas…

entré al cuarto como siempre lo hacía después de llegar del trabajo… otras veces era ella la que entraba y yo el que estaba… y lo único que alcanzó la agonía de mis ojos fue su sexo en lo alto, donde acababa el arco, abierto a plenitud, flotando indiferente como una cosa huérfana desde el fondo de su necesidad… mi respiración se hizo pedazos… mis manos crispadas se me subieron al cuello y se agarraron y apretaron como si hubiesen encontrado su sino y su tiempo…

supe entonces que no era un juego inacabado y que el principio solo acaba porque no tienen fin… la cosa se manoseaba en lo alto como un remolino empalagado en sus síntomas, en un remanso inexistente y devorando sílabas y materias en descomposición… un hueco profundo y transparente que se le ilumina a la noche, como un parásito ahíto de sangre listo para ahogar su trompa en su agonía, muerto ya de antemano en el festín…

cerré los ojos y lo único que se hizo forma y materia en mis pupilas fue un hueco que flota y que se traga en su delirio, unas veces sangre y otras veces luz…

de rodillas deje caer mi boca abierta en su delicia, o se cayó sin que yo me diera cuenta, y la lengua rodó dando tumbos hasta el fondo de su digestión…

osé como un cerdo enamorado lo mejor del naufragio y me perdí tras la leche derramada hasta que mi sombra se ahogó en un mar sin barco y sin puerto y sin estrellas…

un instante pensé que me murmuraba al oído en mi boca su boca desdentada, pero solo el eco de mi respiración entrecortada se golpeó infame contra las paredes del sueño… me quedé ahí para siempre esperando una señal… un ruido de hojas secas que se quiebran al amanecer… la nariz metida de lleno en lo más alto y tormentoso de la cima… nada… se había quedado ahí dormida para siempre y yo con mi boca y mi lengua y mi olfato, ahí, pegado para siempre, disfrutando las delicias de la creación…

Alfabeto

la había esperado todo el día
desde antes del día anterior….
en las pupilas no faltaba
ni uno solo de sus gestos
ni su respiración
ni el sabor de sus pasos
que se habían dibujado
en la memoria
de tanto llegar
sin llegar
y haber llegado…

la puerta sonó
como de costumbre
como fue acostumbrado
y pactado
soñado…

un golpe casi inexistente
que da paso a un golpe
que se quiebra en mil pedazos
como un corazón
que de repente
se cae
y rueda
y se desangra…

su deseo era tanto
que no tuvo que tocar a la puerta
ni abrirla
ni cerrarla…
ella misma se abrió
como un fruto en su punto
se abre y se cae
y se pudre
y se cierra…

el cuarto estaba vacío
maloliente
consumido
Desmembrado…

esta vez tampoco había llegado…
solo el gato de la vecina
estaba en el quicio
de la puerta
todavía temblando
como una criatura abandonada
que no sabe que aún sigue viva…

regalo de bodas

por entre la palabrería y los despojos del festín nos escabullimos a la vista de todos simulando que no éramos lo que habíamos sido y sin que aún lo fuéramos…

una sombra que se saca una mano de más y de la mano de otra sombra que entrega la suya se hacen aire tan lejos como pueden de la materia que los cautiva y el murmullo indiferente que los arrincona contra la pared…

tan fácil y oportuno como soplar la llama de la vela que se nos eterniza en las pupilas y ya en los depósitos del tiempo sólo flotan señales de humo, y olores que ya no están, y pasos como de fantasmas en el sueño…

un chasquido delicioso entre los dedos es más que una señal, y ya estamos el uno frente al otro, perdidos en la mirada que se nos mete por dentro hasta ponernos de rodillas y de hocicos y de espaldas con la respiración a medias en el delirio de las estrellas que se nos queman por dentro…

a la sombra de un árbol que la noche a borrado del cuadro para que la delicia no acuda a testigos de última hora, y en la cima de una colina donde el silencio tiembla y se entrega como labios mordidos en la oscuridad…

ella pegada a mi lado y yo al suyo, su mano perdida en la mía y la mía en la suya, desnudos el uno junto al otro buscándonos a tientas como si nos hubiésemos perdido de delicia a las puertas de la felicidad… dos sombras apenas respirando en el delirio de la nada que también se entrega…

y en el cielo la primera gota de luz de antes del tiempo y de nunca que se cae y se levanta en sus pupilas que las mías todavía no salen de su asombro, mientras la noche derrama sus ojos en el festín de la carne y los mosquitos se regodean en los despojos de la sangre…

quinta estación

para annalea

quise amarla, pero su cuerpo se me deshizo entre mis brazos como un puñado de arena entre los dedos…

la seguí por los corredores del sueño y vi que la caricia del viento borraba uno a uno sus pasos en la arena…

los ojos llenos de arena continué mi carrera como un sonámbulo que ya no sabe cómo regresar a su sueño, y uno a uno iban cayendo los castillos de arena al golpe seco de mi respiración…

agarré con las manos lo que pude de ella y de mi sueño y su último lamento y mi desvarió también se hicieron arena entre mis dedos…

evangelio según san manuel

allí a toda hora en la mesa, en algún lugar de los sueños, o en la cama, luciendo la mejor de sus prendas más íntimas, mientras la fiebre hace de las suyas en su cuerpo hecho para caerse hasta el fondo, y coger por la cola in fraganti al enigma, y darle tres vueltas y meterlo en el saco, y colgarlo a la vista de todos detrás de la puerta y tragárselo a tientas hasta quedar untado el corazón…

la casa se había llenado de señales y de pistas demasiado obvias y de lamentos que parecían manos envenenadas detrás de las puertas que no cesaban de cerrarse y abrirse como una herida que deja de lado su vieja cicatriz y como puede se abre paso y se tira de lleno otra vez en la sangre…

en las alacenas y los armarios, y hasta en las rendijas de la claridad, el silencio engordaba que daba asco, y de tanto en tanto se desparramaba con sus materias en descomposición hasta los bordes del amanecer, dejando en los rincones de su cuerpo desnudo su hocico de cerdo y los desechos malolientes del festín en el hueco vacío de su mirada…

fueron días que eran segundos, que eran mordiscos, que eran pedazos de eternidad atragantados en la respiración que se le caía de la boca como un corazón al aire libre se cae y rueda por una pendiente sin cima y sin fondo…

y él tan grande y devoto que a la misma hora de siempre hacía su entrada en la casa, como si nada, el periódico del día debajo del brazo y una sonrisa delicada en sus labios que parecían a la espera de una mínima señal para lanzarse de lleno tras de las pistas y perderse y agarrarse de una sola mordida el fruto que se le pudre a la noche…

y ella en la mesa al lado de la puerta, desnuda y abierta de par en par, el sexo en la palma de la mano que se le hincha y se le derrama infinito de sílabas que se caen de bruces, y campanas enloquecidas, e innúmeras aspiradoras que se pelean por una pizca de mierda junto a tanto espejismo y tanto delirio y tanto silencio que espera una herida, un hueco en el tiempo…

y él que pasa de largo como si nada y abre la nevera y se agarra una cerveza barata y se sienta en la silla de siempre a terminar la página del periódico que se le quedó a medias, las muchas veces que el semáforo se le puso en rojo en su camino a casa…

y ella que de puntillas se va hasta el cuarto con los calzones en la mano, y las sustancias que se riegan debajo de la puerta, y la leche muda, y se tira en la cama y lo espera y desespera, y se pellizca los pezones y se pasa deliciosamente el dedo por el culo, por los labios, por los párpados medio cerrados, por los pliegues de su crica abundante, por los sueños, por la nada…

y él que finalmente se entra y se quita la ropa, tan grande, tan bueno, y se le echa encima tan grande y entero y le mete la verga e inmediato un aullido de bestia enjaulada y el silencio que se mete los dedos y se revienta en las paredes y se derrama…

y ella que se cae a pedazos por la cerradura de la puerta y a tientas que la mar encuentre su río, y su río la fuente encarnada, y la fuente su gota de agua, y la gota que encuentra su grito y su nada… su mancha de sangre, su boca cerrada…

y él que se queda tan bueno y tan grande un instante al unísono con el cielo raso, y que se levanta y se pone la ropa y se va de puntillas a ver en la televisión su programa de siempre… mientras ella simula que duerme un dedo metido de lleno en la boca y el otro todavía perdido en el culo…

juegos prohibidos

fue al lugar de los hechos
y no fue lo que era…
aunque llegó
a la hora convenida,
La hora señalada
la hora del delirio,
la hora de la sangre
que ebulle en las pupilas,
la hora de las puertas
y ventanas abiertas
como una boca enamorada….

era la hora en punto,
era el lugar señalado,
era la grieta que el deseo
empolla en el delirio,
era la herida que aun
no ha sido herida,
eran lamentos
que esperan una boca
y olores que aún no han sido
nadie…

llegó
y sobre la piedra señalada,
marcada,
casi un nombre
se sentó y se abrió
como se abre el amanecer,
como se abre una herida
que sangra gota a gota,
como se abre el delirio
en el sabor de la lengua,
como se abre un agujero
que aún no sabe
dónde…

se abrió tanto
y sin fondo
que todo se rasgó
se fue a la mierda
y abierta se quedó
se fue
no fue de nadie
y el agujero también se derramó
se fue nadando
se hizo apenas espasmo
un lamento sin aire
y el agua que corría
y entraba
y se salía buscando
en su silencio,
sus desechos
membranas masticadas
lenguas encabronadas
sabores ya sin sangre…

una sola mirada
una última mirada
la única mirada
dónde depositar los huevos,
dónde empollar la sangre derramada
dónde hacerse uno con la nada…

pelota caliente

para annalea

amor mío

aprieta bien
las piernas,
cierra bien tu delirio
echa llave a tu sangre
amarra bien tus perros
tu silencio
cuídate bien el cuello
donde sangras
y mis huellas
las sombras
los suspiros
los lamentos…

amor mío,

cuídate bien las grietas
que ya no son de nadie
y los ojos esconde en tus
espasmos
y tus manos esconde
en tus desechos
y a la puerta el seguro echa dos veces
y a las ventanas
que sangren sin tu nombre
y aprieta como puedas
como quieras
como aprietas
cuando te quedas dentro
como aprietas cuando
solo es asombro
cuando solo es en vilo
cuando solo es abismo
cuando todo está muerto…

amor mío,

aprieta que yo aprieto
bien adentro
como tú siempre quieres
como ya nadie puede
como el nudo se rompe
como se rompe el tiempo…

amor mío,

aprieta y cierra heridas
cierra el viento
cierra las cicatrices
cierra el tiempo…

amor mío,

y que solo respire tu silencio
y si una bola perdida entra y sangra
se acomoda en tus piernas
se hincha y sangra
quiero que sea mi sangre
la que sangra…

mor mío.

y que la bola desflore
mi silencio
y que se haga mierda
donde nunca ha sido
como si fueran tus manos
las que siempre han sido
las que abren un hueco
bien adentro
un hueco
en el muro
tan sediento
un hueco
como el agua
un hueco hecho de fuego
de lamentos…

amor mío,

y que el sol entre todo
hasta el silencio
y deposite sus huevos
en el culo…

(Continua siguiente página – link más abajo)

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.