Alfil Cronopio

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LA POLITICA YOYÓ DEL PRESIDENTE SANTOS

Por Marcel Hofstetter Gascón*

Los colombianos estamos enfrentando una curiosa forma de hacer política por parte del Presidente Juan Manuel Santos. Su estilo tranquilo y de gran estadista, contrasta con el pánico que le producen las manifestaciones en contra de sus políticas de gobierno. En poco tiempo el Ejecutivo frente a las voces de protesta ha retirado las iniciativas de flexibilización de fletes de carga, la reforma a la educación superior y el plan de desarrollo turístico de la Sierra Nevada de Santa Marta. Adicionalmente, ha tenido que realizar profundas modificaciones a la propuesta de reforma a la justicia, abandonando por completo la filosofía inicial del proyecto.

Cada vez que el panorama político o social se ve afectado por planteamientos disonantes, se decide enterrar el proyecto, al mejor estilo del yoyó, aquel juego de discos y una pita que siempre termina en la mano de quién lo lanza.

El precedente que producen los hechos enunciados no contribuyen a la gobernabilidad y el institucionalismo que deben regir a los países democráticos. Cada vez que algún colectivo se vea afectado por una política pública, podrá reversarla sin mayor resistencia con alguna marcha o bloqueo de carreteras. Con ello, la agenda pública del Gobierno pasa a depender de los grupos de presión, que no propenden por el bienestar general sino por el particular. El Gobierno termina validando sin objeción la privatización de beneficios, en vez de buscar la mejor solución social como le corresponde como administrador de lo público. Este proceso erosiona la autoridad y la credibilidad de las Instituciones, afectando no sólo el bueno funcionamiento de la democracia, sino el crecimiento potencial de la economía colombiana.

Con el errático proceder del gobierno, al promover proyectos mal elaborados o carentes de una mínima ambientación política con unos consensos básicos, se ha afectado el arte de la buena política que ha caracterizado a la administración del Presidente en ejercicio. No en vano el Primer Mandatario ha perdido importantes puntos de favorabilidad en las últimas encuestas.

Para evitar la política del yoyó que en nada contribuyen a la imagen de la Administración, es necesario volver a los pilares del buen gobierno. Los proyectos propuestos deben estar bien elaborados bajo la premisa del bienestar social, con una correcta estructuración financiera. El siguiente paso le corresponde al arte de la socialización, la buena política y la autoridad. El Ejecutivo debe saber imponer sus soluciones cuando se ponen en riesgo los activos colectivos. En la medida que las personas afectadas hagan parte del proyecto, se podrá interpretar con una mayor claridad su sentir, para buscar alternativas o mecanismos de compensación. De esta manera se evitaría el colapso de varias reformas, y el Gobierno mantendría la iniciativa de la acción pública.

Lo que no es aceptable bajo ningún criterio, es el retiro de los proyectos cuando enfrentan alguna oposición. Sacrificar el bienestar colectivo en aras de satisfacer a determinados grupos, no debe guiar el quehacer gubernamental. Ese es el objeto único de la política que promueve el progreso de los pueblos.

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* Marcel Hofstetter Gascón es Director del Programa de Economía y Finanzas Internacionales de la Universidad de La Sabana.

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