Arte Cronopio

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LA HISTORIETA NACIÓ CON LA PATRIA

Por Rafael Gutiérrez*

La conmemoración del Bicentenario de la Revolución del Mayo de 1810 se ha vuelto el ambiente oportuno para repasar la historia por todos conocida, pero también recuperar del olvido muchas otras que fueron dejadas de lado por ser consideradas menores por su género.

En esta exposición nos daremos a la tarea de vindicar uno de esos géneros menores, la historieta, en su especie del humor gráfico, ya que nuestras lecturas nos han llevado a un momento germinal de nuestra cultura y descubrimos que el género, tal como lo conocemos ahora, ya estaba funcionando del mismo modo que en la actualidad, dos siglos después, divirtiendo reflexivamente a los lectores y molestando a los poderosos de turno.

Por falta de mayores referencias, aludiremos sólo un caso que es muy representativo de toda una situación que, de cierto modo, funda una tradición, no sólo en nuestro país.

CARICATURAS EN LA PRENSA PRIMIGENIA

Actualmente, a esta altura del siglo XXI, no concebimos a la prensa escrita sin su página de humor con tiras y cuadros, no sólo dibujados sino también compuesto por montajes fotográficos que, en la mayoría de los casos, parodian o satirizan las noticias comentadas de modo serio en el cuerpo de la publicación.

Esa práctica se mantiene desde los orígenes de la prensa escrita, cuando las primeras publicaciones no pasaban de ser una o dos carillas con las principales noticias del día. Los diarios y revistas, tales como los conocemos, adquirieron su formato en el siglo XIX y, aunque europeos y norteamericanos se disputen quienes fueron los primeros en generar medios con esas características, el hecho es que en nuestra incipiente nación ya circulaban publicaciones en las que los argentinos debatían las ideas sobre la continuidad o no de la pertenencia al imperio español o la validez o no de la Primera Junta Provisional de Gobierno establecida por el Cabildo Abierto de mayo.

La incorporación de ilustraciones, tanto en las publicidades como en las sátiras, fue práctica común del naciente periodismo argentino, ya el Telégrafo Mercantil desde su primer número del 1 de abril de 1801 presenta avisos publicitarios de particulares con grabados que los ilustran.

Esos periódicos pioneros tenían como redactores, columnistas y periodistas a los mismos hombres que en la primera década del siglo XIX estaban organizando las reuniones clandestinas y que luego participaron de las deliberaciones que instalaron al primer gobierno patrio. Esos mismos hombres fueron los encargados de conducir a las incipientes fuerzas armadas argentinas, primero para expulsar a los ingleses y luego para independizarse de España.

Aquellos hombres que integraron gobiernos y formaron ejércitos fueron los que fundaron el país de más de una forma, porque también crearon diarios en los que publicaban sus opiniones y cubrían las noticias del proceso revolucionario y formaban la naciente literatura argentina al escribir las poesías que alentaron a las tropas, celebraron los triunfos, conmemoraron los hechos de mayo y lloraron a los próceres muertos. Por suerte esa primigenia labor literaria llegó a nuestros días gracias a la compilación conocida como La lira argentina, mientras que mucha de la labor periodística se conserva sólo en archivos, por ello es de todos conocida la Gazeta de Buenos Aires fundada por Mariano Moreno en junio de 1810, a poco tiempo de iniciada la revolución, respondiendo a su convicción de que

Si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que vale, lo que puede y lo que se le debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas, y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos sin destruir la tiranía. (Mariano Moreno citado en Ravina, A., 2008: 69)

Menos conocida es la relación que mantuvo el humor gráfico con esos tiempos de revolución y, en el peor de los casos, se llegó a creer que aún no existía. Sin embargo, están muy bien registrados los datos de uno de aquellos polifacéticos hombres que hacía la revolución y escribía poesías, pero también hacía humor gráfico con mucho arrojo y valentía.

Fray Francisco de Paula Castañeda antes de que se iniciara el movimiento de Mayo era un reconocido catedrático de filosofía en Córdoba y Buenos Aires a quien se le atribuyen la factura y distribución de volantes satíricos que circulaban por la capital del virreinato del Río de la Plata en tiempos de la colonia.

Comprometido con el movimiento independentista, en pleno desarrollo del proceso revolucionario, había creado una escuela de dibujo y varios periódicos que incluían la sátira política, sin dejar de imprimir los volantes apelando a seudónimos.

Desde 1810 la política oficial alentó la publicación de diarios y volantes para difundir las tareas del gobierno revolucionario, los debates políticos, las acciones bélicas, en general el panorama de la marcha de la revolución. Entre esas publicaciones apareció la primera caricatura que satirizaba a los partidarios del rey prisionero, Fernando VII; era un asno que gritaba «¡Viva el rey!».

Para nosotros, situados dos siglos después, es importante echar una mirada analítica sobre esa primera década del naciente país, más poblado de inseguridades que de certezas, pues tanto las campañas militares como las tareas diplomáticas estaban lejos de asegurar una independencia definitiva.

El año de 1815 marcó un momento muy difícil para el proceso revolucionario americano porque Fernando VII se había reinstalado en su trono y, con la ayuda de las monarquías que se estaban restaurando en Europa después de la derrota de Napoleón, pretendía poner fin a la rebelión de las colonias.

…Por esta época, en la América española la causa de la insurrección estaba llegando a su punto más bajo, mientras que la derrota de Napoleón en Europa anunciaba una contrarrevolución, una de cuyas muchas facetas fue la restauración de un agresivamente reaccionario Fernando VII en el trono español. Entonces no faltaban motivos para contener los impulsos revolucionarios en el Río de la Plata. (Bethell, 1991: 99)

Por lo tanto en Buenos Aires había temor a continuar con los actos que ofendieran al rey de España, sin embargo el insolente Fray Francisco de Paula Castañeda no dudó en publicar en periódicos y volantes epístolas, diálogos y diatribas con grabados e ilustraciones que continuaban con la burla y el escarnio mordaz hacia Fernando VII mostrando que su Imperio Español estaba en crisis y en proceso de desmembramiento.

Esa actitud decidida y desafiante de este precursor del humor gráfico y la sátira política lo llevó al enfrentamiento no sólo con el reino de España sino con los gobiernos del naciente país. Entre los periódicos más famosos que dirigió podemos mencionar a Del desengañador gauchi-político federi-montoner, Chacuaco-oriental, Choti-protector, y Puti- republicador de todos los hombres de bien que viven y mueren descuidados en el siglo XIX de nuestra era cristiana y el Despertador teofilantrópico misticopolítico dedicado a las matronas argentinas y por medio de ellas a todas las personas de su sexo que pueblan la faz de la tierra y la poblarán en la sucesión de siglos. Ambos se publicaron entre 1820 y 1822 con su habitual actitud crítica, lo que le costó la censura de parte de Bernardino Rivadavia a quien enfrentaba por sus reformas en la relación entre Estado e Iglesia.

El gobernador Martín Rodríguez lo condenó al destierro al fortín de KaKel Huincul, hoy Maipú, en aquel momento el extremo sur del país. Sin embargo el periodista y caricaturista censurado y perseguido huyó a Santa Fe, pasó por Uruguay, Paraná, Chaco, Entre Ríos y corrientes, donde fundó escuelas, realizó misiones entre los aborígenes y continuó su labor periodística y de caricaturista hasta su muerte en 1832.

Las publicaciones de Fray Castañeda eran reconocidas por un icono que lo precedía, era la silueta de un fraile ahorcado, figura con la cual expresaba que a pesar de que trataran de ahogar su palabra, él —aunque ahorcado— continuaba opinando.

Como decíamos al principio de este texto, el caso de Fray Francisco de Paula Castañeda nos permite evidenciar que el humor gráfico surgió simultáneamente con el periodismo en la Argentina y, más aún, lo precedió, pues ya durante la etapa colonial ejercía la crítica a través de los dibujos satíricos.

De modo que la historieta de corte satírico-político se formó junto con la patria, fundando una tradición que viene incomodando a los poderosos de turno desde entonces hasta la actualidad.

Si este año 2010 es oportuno para reflexionar sobre las permanencias y transformaciones que tuvo nuestro país a lo largo de dos siglos, es interesante ver cómo hay no sólo una tradición crítica de los historietistas sino también una de intolerancia por parte de los gobernantes, pues tanto entonces como ahora no son objeto del aprecio ni del respeto de los gobiernos de nuestro país que optan por la persecución y la censura.
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* Rafael Gutiérrez es Profesor Adjunto de la Cátedra de Literatura Argentina de la U.N.Sa.

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