Arte Cronopio

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EL ARTE SIN ARREPENTIMIENTOS

Por Ana Cristina Vélez Caicedo*

En la historia de las artes visuales se puede notar que la aparición de técnicas y tecnologías repercute en cambios en la forma y hasta en la función de las artes. Por mucho tiempo las artes visuales cobijaban la pintura, el dibujo y el grabado; en nuestro tiempo los avances tecnológicos han abierto nuevas formas de expresión artística. El proceso de catalogar como artística una actividad nueva lleva su tiempo; sin embargo, las obras aparecen, así como aparecen las palabras antes de que sean aceptadas por la Real Academia de la Lengua.

Como es propio de la mente humana fabricar categorías, pues sin estas la mente sería un caos, las actividades artísticas también han sido divididas en categorías bastante imaginativas. Los romanos y griegos antiguos clasificaron las artes en función de la utilidad y el placer. La clasificación de la antigüedad más exitosa fue la que separaba las artes entre «vulgares» y «liberales». Las que requieren fuerza física o vulgares, y las limpias o del intelecto, como la astronomía y la geometría, consideradas superiores y llamadas liberales. Por entonces, la pintura y la escultura no fueron consideradas artes pues eran de muy poca utilidad práctica.

La discusión sobre los límites entre unas artes y otras, y la valoración sobre la superioridad o inferioridad, se parecen al juego de «los diez más». Las categorías tajantes, como la de números pares e impares, no funcionan bien aquí. Es la sociedad la que va desviando su atención a nuevos campos hasta otorgarles el calificativo de artísticos. El problema de los objetos artísticos es que no disponemos de parámetros claros para valorarlos. Si copiamos a Borges en «El idioma analítico de John Wilkins» —«He registrado las arbitrariedades de Wilkins, del desconocido (o apócrifo) enciclopedista chino y del Instituto Bibliográfico de Bruselas; notoriamente no hay clasificación del universo que no sea arbitraria y conjetural. La razón es muy simple: no sabemos qué cosa es el universo»— podríamos decir que no hay categoría artística que no sea arbitraria y conjetural porque aún no hemos definido qué es el arte. Qué entra y qué no entra en la categoría es asunto de debates incesantes. Los límites entre arte y diseño, entre arte y artesanía, como arte culto y arte popular no están reteñidos.

La función

A algunas pinturas se les considera arte, y lo mismo ocurre con ciertas fotografías. El mundo está atiborrado de imágenes bidimensionales que no figuran en el ámbito del arte y que no pretenden estar allí, pero que sin embargo alcanzan altos niveles estéticos y comunicativos.

Las imágenes provenientes de distintas técnicas pueden compartir un conjunto de características: los soportes pueden ser el lienzo, el plástico, la madera, la pared, el papel, el metal, el cartón, el vidrio; así mismo ir en dimensiones definidas según la necesidad práctica o el deseo. Imágenes de cualquier tipo pueden demostrar virtuosismo o no requerir destreza alguna, representar algo o ser abstractas, comunicar un mensaje o ser herméticas, poseer efectos decorativos o carecer de estos, producir placer no utilitario o servir para un fin.

El único aspecto claro de las imágenes del arte es que están hechas para ser arte, aunque se propongan también alcanzar otros objetivos, mientras que las otras están hechas para servir a una función. Las imágenes de la publicidad pretenden vender un producto, las del arte pretenden venderse a sí mismas. En la realización de las imágenes con funciones comerciales, así como en las imágenes del arte, logra alcanzarse el mismo grado de sofisticación, tanto en la técnica como en el uso de buenas las metáforas, calidad poética, información y capacidad de significar y repercutir sobre espectador.


En la fotografía superior, la escala de los elementos que la componen expone la misma idea que El gancho de Claes Oldenburg. La primera es publicidad, la segunda es arte.

La tecnología

A las imágenes de la pintura, el grabado y el dibujo les compiten las imágenes producidas en el computador. La potencia del computador hace dudar de la longevidad de la pintura y el dibujo como medios de creación de imágenes en el arte. En el computador, el artista puede usar fotografías, puede dibujar o usar dibujos, usar pinturas o pintar, puede escoger fragmentos de imágenes, recortar, escanear motivos que le interesen e introducirlos en la memoria electrónica. Los programas de manipulación de imágenes permiten combinar, pegar, superponer, escalar, cambiar el color o la textura y aplicar más efectos. En la pintura tradicional y en el dibujo, el artista mira una imagen, la entiende y luego la traslada de su cerebro al soporte. Selecciona algunos aspectos de esta, pues el cerebro no lo ve todo; ve lo que le parece importante y además abstrae. Para demostrar lo dicho con un ejemplo sencillo, baste mencionar el experimento ideado por el neurólogo V. S. Ramachandran [Investigación y ciencia colección, Mente y cerebro Nº 27/ 2007 nov- dic 2007 versión española Madrid. p. 89]:

Demoramos unos segundos descubriendo la diferencia entre la imagen izquierda y la imagen derecha

En el computador, una vez se han acomodado o compuesto los elementos, con el tamaño y en el lugar deseado, se puede empezar a cambiar la paleta de color hasta alcanzar el fin deseado.

Valga decir que la paleta de colores es incomparablemente mayor que la lograda por pigmentos, usados en las técnicas tradicionales. El proceso con el color es de experimentación y selección. En la pintura tradicional, el artista debe haber decidido de antemano qué paleta de colores va a trabajar, dado que los cambios son largos, costosos y van ensuciando el lienzo y quitándole luminosidad a los colores. En el dibujo, cada línea hace una presión sobre la superficie que luego va a interferir con las líneas que se superpongan.

Los ensayos realizables en el computador y en cuestión de segundos son enormes comparados con los que se pueden realizar en el lienzo. El proceso puede ser guardado; además, se puede volver a versiones anteriores. La capacidad selectiva del artista primará sobre la capacidad física exigida en la pintura al óleo. Por ejemplo, la composición del Guernica, por Picasso, requirió tres meses de trabajo, y existen las fotografías de los múltiples arrepentimientos de Picasso durante la ejecución.

En el computador, la facilidad de hacer combinaciones no tiene límites. Se puede escoger personajes de distintos mundos, nutrirse de imágenes que otros han hecho, o de los dibujos animados, de los comics, de las imágenes de la televisión y el cine, de la fantasía, de fotografías, de graffitis o pinturas de cualquier época, para luego insertar fragmentos en donde se desee, en paisajes reales, en ambientes cotidianos, en mundos surrealistas, en fondos planos o en perspectivas perfectas, y así crear una «realidad múltiple».

Después se juega con los elementos, se les da unidad, credibilidad y significado. Mundos dentro de otros mundos, combinación de lenguajes y mezcla de técnicas potencian el surgimiento de novedosas imágenes, aunque sólo estamos en los comienzos. En el asunto de la resolución se trabaja incesantemente. El pixel superará el grano del lienzo y de la fotografía.

Las imágenes del computador no necesitarán restaurador. No hay deterioro, no cuesta el transporte, no se paga seguro, no se costea embalaje, no se requiere espacio para su almacenaje.

Consecuencias

Si en la pintura y el dibujo se puede evaluar la dificultad técnica y, la destreza del artista para copiar la realidad, las imágenes del computador no lo permiten, dado que la dificultad técnica va a ser la misma para todos. Se trata de aprovechar mejor las posibilidades del «software». Y ¿qué vamos a hacer con el deseo interno de demostrar virtuosismo cuando se lo posee, y el deseo de admirar a quién lo posee? Es que la pintura y el dibujo tradicionales son medios de demostrar destreza, creatividad, capacidad poética y elegancia.

Estos dos artes exigen habilidades que no pueden ser desarrolladas por el común de las personas, solo por una minoría. Nos sigue sobrecogiendo un retrato dibujado. El ojo, el cerebro y la mano bien coordinados logran, en unos cuantos trazos de distinta intensidad, liberar un espíritu.

El computador esconde las habilidades que en los otros métodos de representación o creación de imágenes son apreciables. Aquí encontramos una primera dificultad para hacer juicios de valor. Supongamos que una imagen digital ha sido realizada por el artista sin la acción de copiar y pegar. Supongamos que él ha pintado mirando y manipulando el «mouse», como quien pinta con un pincel, hasta tener en la pantalla lo deseado. Si para efectos de la reproducción no hay diferencia respecto al que simplemente copió y pegó, entonces ¿qué importancia tiene que posea o no la destreza, que la use o la ignore? En últimas no puede ser apreciada en el trabajo final.

Valga anotar que la destreza en sí misma no ha sido el meollo del asunto en la evaluación de las obras de arte. Los copistas de cuadros venden sus réplicas como tales, no como arte. Si alguien pinta una réplica exacta de la Monalisa está haciendo algo similar a copiar y pegar, aunque tome varias horas.

Las imágenes construidas o manipuladas en el computador modifican los parámetros de evaluación. Son imágenes con características distintas a las imágenes de la pintura. Cuando una nueva técnica aparece, se necesita cierto tiempo para explorarla y aprovechar todos sus recursos. Los productos de la técnica van creando los modelos o puntos de referencia con los cuales comparamos las nuevas imágenes que resulten. También valoramos la intención y el logro de esa intención y sobre todo la repercusión social. La sociedad no solamente otorga valor a las obras de arte sino que también actúa como un espejo que lo agranda o disminuye.

Un amigo dice, y con razón, que quizás es mejor negociante un hombre pobre capaz de vender 100.000 pesos en empanadas, cada día, que un rico que obtiene este mismo valor en millones de dólares con una llamada por teléfono. Las repercusiones gigantes de un movimiento diminuto pueden lograr el aplauso y la atención colectivos, así como el gesto o idea genial pueden también pasar desapercibidas si no cuentan con el andamiaje o el contexto que los hace visibles, si carecen del espejo social que los proyecte. Estamos diseñados para valorar de esta manera, y sólo tras un esfuerzo intelectual no despreciable somos capaces de lograr incluso poner atención o percibir lo que socialmente no ha sido considerado.

El siguiente fue un experimento realizado para mostrar cómo es de importante el contexto, en este caso la repercusión social, cuando la sociedad no hace las veces de espejo:

Esa pudo haber sido una mañana cualquiera. Un sujeto entró en la estación del metro, en la hora más congestionada de la mañana, de jeans, camiseta y gorra, se detuvo en la entrada, sacó un violín de su empaque y empezó a tocar con entusiasmo, entre la multitud que pasaba a su lado. Tocó durante 45 minutos, y fue prácticamente ignorado por los transeúntes. Nadie sabía que el músico era Joshua Bell, uno de los mas grandes violinistas del mundo, tocando selecciones musicales, en un instrumento especialísimo, un Stradivarius de 1713, estimado en más de tres millones de dólares. Unos pocos días antes, Bell había tocado en el Symphony Hall de Boston, en donde los puestos mejores costaban mil dólares.

La experiencia, grabada en un video, mostró a hombre y mujeres caminando, con pocillos de café en la mano, teléfonos celulares en los oídos, distintivos colgando del cuello, indiferentes al sonido del violín. La iniciativa, acometida por el periódico Washington Post, fue para crear un debate entre valor, contexto y arte. La conclusión: nosotros usualmente damos valor a las cosas cuando están en un contexto. Bell realizó un trabajo artístico fuera del marco. Un artefacto sin una etiqueta lujosa.

[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=hnOPu0_YWhw[/youtube]

Otra consecuencia de la nueva técnica es la reproducción de copias exactas. Si en el grabado o en la serigrafía las imágenes impresas se numeran y las primeras valen más que las últimas; la reproducción de estas es menos fiel a la matriz original, en la reproducción digital no ocurre tal cosa. Un artista puede trabajar una imagen, darle apariencia de pintura al óleo e imprimirla sobre lienzo. El truco puede ser perfecto, y las reproducciones, infinitas, sin deterioro ni «ruido», entre la primera y la última.

El artista ya puede sacar pinturas como el escritor libros. Este es otro punto de quiebre que violenta nuestro gusto por lo único y lo auténtico. Los fotógrafos artistas han encontrado la manera de dar gusto al público comprador: sacan copias limitadas para mantener sus ilimitados precios.

La importancia de la autenticidad de los hechos como obra de arte, problema filosófico

Valoramos también el costo demandado por la obra. Si es más grande es más impresionante, si es más costosa es más valorada. Si una obra existe para producir en el público una sensación o emoción o experiencia o reflexión, y su importancia radica allí, entonces sería magnífico que pudiéramos prescindir de los materiales, que pudiéramos ahorrar el gasto que exige la ejecución y que nuestra percepción del producto fuera puramente virtual.

De muchas obras del siglo XX y XXI solo queda el registro fotográfico. Habría sido más sensato no romper 167 metros de piso en la galería Tate Modern, en Londres, ni gastar 585.000 metros de tela plástica para cubrir las islas de Miami, Florida, y en su lugar experimentar la ilusión perfecta de que estábamos ante el mismo evento. Se planea en el computador, y nunca se realiza, ¿para qué? De todos modos no se ha hecho con la finalidad de que perdure allí. La obra, en última instancia, sería una ejecución intelectual que genera un producto etéreo, invisible, capaz de afectar nuestra mente y transformarla para bien. Las imágenes de computador se realizan en la pantalla, y el tamaño final de la reproducción depende de la tecnología y del presupuesto. Implican un esfuerzo de otra magnitud diferente a la requerida para cubrir el techo de la Capilla Sixtina.

Toda obra es una ejecución intelectual, y algunas son además una ejecución del cuerpo. Sin duda hay valor en la dificultad técnica de la realización, en la ingeniería puesta allí. Si alguien puede hacer una obra inmensa y enormemente costosa es porque tiene poder y lo ejerce sobre la sociedad. El arte es un buen vehículo para demostrarlo. Estatus y arte van casi siempre de la mano.

Futuro

¿Cuál es la función de las imágenes del arte de hoy? ¿Por qué las imágenes de la publicidad pueden servir a las del arte? ¿Qué pasará con la pintura y con el dibujo originales? Probablemente lo mismo que ocurrió con el grabado y la litografía, antiguas técnicas de impresión, se seguirán produciendo y tendrán su espacio reservado en el mundo del arte, estarán delimitadas por sus propias reglas y siempre podrán sorprendernos. Sin embargo, las nuevas técnicas para la producción y reproducción de imágenes sí están cambiando los parámetros con los que evaluamos las imágenes. Parámetro como el de evaluar la destreza manual quizás pierda importancia.

Barbara Kruger utiliza en su obra plástica los recursos del diseño gráfico

Con las nuevas técnicas se experimenta, y los distintos caminos explorados también sufrirán un proceso de selección cultural, y en el momento en que se establezcan los más potentes para satisfacer las necesidades circunstanciales se encontrará y delimitará un lenguaje común, unos parámetros comunes que se vuelven perceptibles para los críticos y espectadores. Las nuevas técnicas terminarán por exhibir cualidades propias y únicas en la expresión del color, en el hallazgo de tintas con características nuevas, en variedad de superficies de soporte, en juegos con el enfoque, en combinaciones complejas de mundos que interaccionan con otros mundos, en mezcla de lenguajes, en cambios de contexto. El juego con la técnica irá revelando sus posibilidades.

Libros propuestos como arte, de Jessica Stockholder, artista de renombre internacional
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* Ana Cristina Vélez Caicedo es escultora y escritora de arte. Master en Historia del arte, con pregrado en diseño industrial. Su libro «Homo Artisticus» trata sobre el comportamiento artístico y lo que puede decir la ciencia sobre el arte. Ha escrito también «Una perspectiva biológica evolutiva», publicado por la editorial Universidad de Antioquia. Es coautora de otros dos libros, «Innovación y creatividad» y «Pensamiento creativo» de Villegas Editores. Actualmente es profesora de arte en la Universidad de Antioquia.

2 COMENTARIOS

  1. Querida Ana Cristina Velez Caicedo, desd e hace ya algun tiempo he estado leyendo parte de tu argumento en el texto el homo artisticus, estoy citandote en algunos textos pero me encantaría dialogar mucho acerca de esto ya que a partir de esta idea me han surgido muchas dudad. Te felicito sin duda este es un muy bien articulo, trabajo ya desde hace 19 años en una escuela de Bellas Artes y es justo ahí de donde ha nacido parte de mi proyecto de investigación y por supuesto del interesantisimo objeto de estudio,
    Un saludo desde México.

  2. Ana Cristina: Me ha cautivado el contenido y el despliegue del texto.
    Me despertó el interés desde el articulo de Generación, ¿Qué es el arte?
    Conocí parte de su biografía y encontré que es escultora y escritora de Arte.
    (mis respetos) Toda una artista !
    estaré atento a sus publicaciones.
    Muchas felicidades

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