Sociedad Cronopio

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Los medios justifican el fin o acerca del maquiavelico lema de sergio fajardo publicado en la revista cromos

«LOS MEDIOS JUSTIFICAN EL FIN» O ACERCA DEL MAQUIAVÉLICO LEMA DE SERGIO FAJARDO PUBLICADO EN LA REVISTA CROMOS.

Por Andrés Rodríguez Cumplido*

Trataré de justificar, de probar con razones convincentes por qué he denominado «maquiavélico» el lema fajardiano publicado en la Revista Cromos el día Martes 7 de junio de 2016, en la cual reproducen la entrevista que el político antioqueño le concedió a Beatriz Arango, y en la cual el mismo Fajardo dice que su lema es «los medios justifican el fin» [1].

Pues creo que en general los miembros y seguidores de Compromiso Ciudadano, y en especial Sergio Fajardo, deberían considerar que el lema (la proposición en cuestión) es tan o más maquiavélico y tan o más susceptible de ser interpretado y utilizado como «maquiavélica justificación», que el que le es atribuido al mismísimo Nicolás Maquiavelo.

Justificar significa según el Diccionario de la Real academia Española (DRAE):

1. tr. Probar algo con razones convincentes, testigos o documentos.
2. tr. Rectificar o hacer justo algo.
3. tr. Probar la inocencia de alguien en lo que se le imputa o se presume de él. U. t. c. prnl.
4. tr. Dicho de Dios: Hacer justo a alguien dándole la gracia…

Según entiendo, en la proposición que Sergio Fajardo tiene por lema «los medios justifican el fin», el verbo se usa en el sentido moral y legal de «rectificar o hacer justo algo», en este caso: el fin en cuestión, pues «los medios deben hacer justo (moral y legalmente recto) al fin»; no el fin a los medios.

Y he aquí el quid del asunto, pues al parecer «los medios han de ser rectos y justos para que el fin lo sea»; ya que:

– a diferencia de la sentencia maquiavélica, que admite incluso que con medios injustos y de dudosa rectitud moral se puede obtener un fin justo,

– el señor Fajardo considera que la justificación del fin en cuestión debe hacerse valiéndose exclusiva, estrictamente de medios rectos y justos.

Yo, la verdad, concuerdo con el señor Fajardo en que moral, legal, social, política y humanamente hablando, sería lo ideal, sería bella cosa poder evitar que los seres humanos, tan proclives, inclinados o propensos frecuentemente a obrar mal, por ignorancia, como dice Platón; se «justifiquen» con algún «fin justo» para perpetrar todo tipo de acciones injustas, a las cuales denominan simple y llanamente «medios».

Pero no creo que «justificar, santificar los medios» sea ninguna novedad ni solucione el insoluble «problema maquivélico», porque: decir que «los medios justifican el fin» es una maquiavélica petitio principii moralis, una petición de principio de carácter moral, que supone la pre-existencia de un fin justo per se, que hace justos los medios en cuestión, esto es: una proposición que, en el mejor de los casos, admite, maquiavélicamente, que «el fin justifica los medios».

Y lo digo porque considero que los medios «rectos y justos», que ocupan el lugar del «maquiavélico fin» en el lema del señor Fajardo, al ser los justificadores «per se» de los fines justos, suponen la pre-existencia de unos fines justos, que a su vez los justifican, pues los medios siempre están en relación con su finalidad; y «justificados» son tan «maquiavélicos», tan o más peligrosos para una sociedad, que los mismos fines «justos».

Porque si algo resulta evidente es que los «medios rectos y justos» son rectos y justos exclusiva, estrictamente por los fines rectos y justos, que con ellos se hacen realidad, ya que todo aquel, que considera un medio recto y justo, lo considera «justo y recto» sólo por dicha razón, pues siempre intenta justificar, probar con razones convincentes, testigos y/o documentos que el medio en cuestión es recto y justo porque con él se consigue hacer realidad un fin justo y recto, que nos beneficia a todos.

No sé a ciencia cierta si el profesor Fajardo considere a un determinado medio «justo y recto» por alguna otra razón diferente a su finalidad, diferente a lo que con el medio en cuestión se logra, se consigue, esto es: hacer realidad un fin justo, que nos beneficie a todos.

Y creo, como ya dije, que decir que «los medios justifican el fin» es una petitio principii moralis, una petición de principio de carácter moral.

Una evidente falacia lógica de carácter moral, una falacia lógico-moral, que se produce cuando la proposición moral, que se quiere probar, «incluye implícita o explícitamente entre las premisas» la «proposición inmoral» que se quiere criticar, poner en tela de juicio o negar.

Pues la proposición p (los medios justifican el fin) es una Falacia lógica de carácter moral, cuya estructura, formalmente hablando, es la siguiente:

p (los medios justifican el fin) implica q (la existencia de medios justos «per se»).

q (la existencia de medios justos «per se») implica r (la existencia de al menos un fin justo per se, que haga justos a dichos medios, esto es: que «el fin justifica los medios», pues el medio no se justifica a sí mismo, lo justifica su finalidad).

p (los medios justifican el fin) implica r (el fin justifica los medios).

Y así, si se supone p (los medios justifican el fin).

Por lo tanto, q (existen medios justos per se).

Por lo tanto, r (existen fines justos per se que justifican los medios en cuestión = «el fin justifica los medios»)…

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Y por ello considero que la discusión relativa a los medios se debe centrar, más en lo eficientes que son para conseguir un fin determinado, el cual debe ser siempre justo y recto; que en su subjetiva hermenéutica, acomodaticia y «maquiavélicamente manipulable rectitud y justicia», como demuestran las abundantes «razones morales y legales», que esgrimieron los inquisidores católicos, los esclavistas, los nazis, etc., a fin de santificar, de «justificar» sus medios y fines; y de las cuales podría, para vergüenza de la humanidad, cualquiera añadir abundantes ejemplos.

Pues de lo contrario corremos el riesgo de elegir no sólo los fines equivocados, error del cual intenta el señor Fajardo protegernos de buena fe, pero en vano, al invertir los términos del maquiavélico principio, sino también los medios inadecuados, que, como dice Samuel Schmidt:

«los medios son tan importantes como el fin; y […] ninguno de los dos puede estar justificado de antemano» [2] .

Ya que con dicha «justificación a priori» es posible atribuirle a los fines y a los medios maquiavélicamente virtudes morales y legales, que no tienen; y peor aún, en el caso de los medios: de atribuirles injustificadamente virtudes, en el sentido no-moral, que dicha palabra tenía también para los griegos, que consideraban que la virtud de un medio como la tierra era ser fértil; sentido que también tiene para nosotros, los hispanohablantes, que reconocemos ese tipo de virtudes no-morales, cuando decimos, por ejemplo: que tal o cual futbolista es un «virtuoso» refiriéndonos exclusiva, estrictamente a sus virtudes futbolísticas, no a las morales, de las cuales tal vez carece.

Un buen ejemplo de todo lo dicho es que un fin justo (que todos podamos vivir y usar y disfrutar nuestros bienes) «justifica» en la esfera de la Realpolitik un «medio»: la privación de la libertad, con la cual castiga el Estado justamente a aquellos, que impiden que se consiga el fin justo, antes mencionado, con sus asesinatos y robos, procesándolos por la comisión de dichos delitos, conforme a lo establecido en las leyes.

Privación de la libertad que el mismo Estado no justifica en otros casos, en los cuales por el contrario considera delincuente a todo aquel que se valga de dicho medio, caso del secuestro o retención (en términos de DIH), al cual considera el Estado y la Sociedad Civil un medio moralmente reprobable, injusto y digno de ser tipificado por la ley, en tanto que impide que se haga realidad el fin justo ya mencionado (que todos podamos vivir y usar y disfrutar nuestros bienes).

Tampoco sé a ciencia cierta si el señor Fajardo concuerde, después de esta lectura, en esto conmigo y considere que los medios no se eligen por ser justos y rectos per se, sino por ser los más idóneos, por ser los más adecuados para la consecución del fin en cuestión, por ser los mejores.

Cosa que, a mi juicio, se debe también probar con razones convincentes, testigos y/o documentos, que demuestren que el medio en cuestión es el mejor, el más idóneo, el más adecuado para conseguir que un «fin justo» se haga realidad.

Sea como fuere, yo considero que el doctor Fajardo no tuvo en cuenta las premisas implícitas en su lema ni el mal uso que se le puede dar; y creo que sí concuerda conmigo y con Maquiavelo en lo relativo a la neutralidad moral de algunos medios, que sólo quedan justificados por el fin justo que hacen realidad; pues, por ejemplo: nunca propuso liberar ni liberó, durante sus campañas políticas y administraciones, a los criminales retenidos justa y rectamente en las cárceles ni justificó el secuestro o retención de ningún nacional o extranjero, actos, que habrían, entre otras cosas, perjudicado a la Sociedad Civil y al Estado, puesto en tela de juicio su talento de estadista y su plan de gobierno, arruinado su reputación, etc.

Finalmente, espero que el señor Sergio Fajardo y los miembros y seguidores de Compromiso Ciudadano consideren en este breve texto un medio para mejorar, una crítica constructiva de quien le presta mucha atención a las palabras de los líderes de su movimiento, de alguien que ve con interés y juzga con espíritu crítico sus propuestas e intervenciones públicas y desea aportar desde la filosofía, la literatura y las lenguas clásicas, algo al proyecto de «La Más Educada», a Compromiso Ciudadano y a la República de Colombia.

NOTAS

[1] https://www.cromos.com.co/farandula/farandula-nacional/los-medios-justifican-el-fin-sergio-fajardo-22257.
[2] https://www.laopinion.com/2014/09/04/el-fin-no-justifica-los-medios/

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* Andrés Rodriguez Cumplido es licenciado en filosofía de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín. Es profesor de lenguas clásicas. Fue corrector de la revista Escritos (sección estudios clásicos) de la UPB. En la Universidad de Antioquia coordinó el Laboratorio de Estudios Clásicos y el Grupo de Trabajo Académico Hermes adscritos al pregrado de Filología Hispánica de la Facultad de Comunicaciones.

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