Escritor del Mes Cronopio

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9. (LADO B)

[x_pullquote cite=»Freddie Mercury» type=»left»]La gente se inquieta cuando me conoce. Piensan que voy a comérmelos. Pero en el fondo soy bastante tímido[/x_pullquote]

Los ojos pequeños se abren. Las cejas —casi inexistentes— se recogen. La frente se llena de líneas.

—¿Usted sabe cuál era el lema de la Rock/Ola? Era: ‘donde el cliente NUNCA tiene la razón’.

Hay una carcajada. Luego silencio. El Dr. parece hundirse en sus recuerdos, viajar sin moverse, con el índice en la boca. Desde el balcón se ve la calle 19, también el centro comercial Vía Libre. El pasado a unos metros.

Tac, tac, tac. Afuera caen unas gotas de llovizna que en poco se convertirán en lluvia y enseguida en tormenta. Los relámpagos reventarán azules y el hombre resoplará y dirá: «Cuando yo me retiré, el rock se murió; cuando volví con la Rock/Ola, revivió». No habrá brío, solo la voz cansada al final de la tarde, solo la memoria de días más brillantes.
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8.

Y esto lo dirá Chucky con más vehemencia:

—¿Cuántos de los que dicen que han sido propulsores del rock bogotano han sacado un disco? El Dr. se metió la mano al bolsillo y sacó el disco de Darkness —Espías malignos— y ese fue uno de los discos que mostraron el metal, sobre todo el del sur de la ciudad. También una vez me llamó a presentarme a Ekhymosis, que tocaban al otro día en Transilvania, para hacerles una nota. Y ahí estaba Juanes —cuando aún no era Juanes sino un desconocido músico paisa— en la Rock/Ola con sus discos de Ekhymosis debajo del brazo (…) Él —el Dr.— organizaba ruedas de prensa en su tienda: con Ekhymosis, con La Pestilencia, con Masacre. De puro bacán. El rock bogotano se movió también por él.
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7.

[x_pullquote cite=»Robert Smith» type=»left»]Sé que en cualquier momento se romperá mi corazón[/x_pullquote]

El hombre a veces almuerza de esta manera: pone una mesa plástica frente al televisor y sobre ella el plato, se sienta en el sofá, sintoniza el noticiero y comienza a devorar —empuja con los dedos la comida al tenedor, mastica con hambre. Otras veces se sienta en el comedor o simplemente come en la cocina. En privado y con las cortinas cerradas, el Dr. hace, barre, trapea, aspira, cocina y escucha una balada de Beth Miller. Cuando cierra la puerta queda un hombre de 65 años con toneladas de recuerdos y una vida doméstica regular. Queda un hombre solo.

Ya se dijo: A un lado y al otro el apartamento rebosa de pasado. Un cartel de los Beatles, un VHS, cosas oxidadas, fotografías de él hace 30 años, de sus hijos y de los que han pasado por su vida, discos de vinilo, recortes amarillentos de prensa. Y al fondo, la habitación en la que duerme, en la que apenas hay una cama pequeña y bien tendida.

Hace cinco años, en el documental Amor azul el Dr. contó su soledad. El hombre hosco y afilado habló con una ternura inesperada de su familia, de su mujer, Gladys, que conoció en un concierto hace más de 40 años, y de sus hijos Aladino (39 años) y Alí (37). De cómo ellos se fueron —hace ya 14 años— para Estados Unidos —aunque Aladino regresaría después de un tiempo— y de la distancia que los separó.
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6.

[x_pullquote cite=»David Bowie» type=»left»]Y he estado apagando el fuego con gasolina[/x_pullquote]

Ahora el Dr. vuelve sobre esos días y cuenta que se fueron para escapar. El viejo baja la cabeza, pone la mirada en el piso y cuenta que en 1995, luego de un partido de fútbol entre Millonarios y Nacional, un hincha le disparó a Alí.

—El tiro le cogió el corazón, el pulmón y el estómago. Mi hijo está vivo de milagro. Cuando yo entré (a la habitación de la clínica) estaba todo entubado y amarrado, con cables. ¡Todo amarrado y entubado! —la voz le tiembla, saca un pañuelo y se lo pasa por los ojos resuelto, también respira, se yergue, carraspea y luego se excusa.

Entonces prepararon su huida y cuatro años más tarde se radicaron en Miami. El Dr. se quedó arreglando algunos asuntos y, aunque el plan era reunirse allá, las cosas no sucedieron cómo deberían.

—Al año siguiente de que se instalaron me fui para Estados Unidos. Pero Gladys y Alí ya me habían hecho sindicato. Ya no fui bienvenido y sentí que ahí se acabó.

Los ojos tienen un brillo líquido. Y la voz que una vez fue un estruendo se convierte, sin escalas, en un susurro.

—Yo todavía adoro a la señora Gladys.
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5.

Lo dirá Aladino:

—La coincidencia de la separación con mi mamá y que se acabara la tienda —que entre robos, piratería y competencia quebró— le dio muy duro. Él dice que el nuevo milenio cambió todo.

4. 

[x_pullquote cite=»AXL Rose» type=»left»]La vida es una porquería, pero de una forma maravillosa[/x_pullquote]

—Parece rudo, pero es aun más tierno que su propia figura —dirá Mauricio Silva, y tendrá razón: todo caparazón resguarda carne blanda.

En la escena —que pertenece a Amor azul— están el Dr. y una niña. Ambos colorean un cuaderno.

—Y cuando te dijeron que yo era tu papá, ¿qué te imaginaste?, ¿que yo era una mala persona?

—Que eras lindo —le responde la niña al oído.

—Jo, jo, jo, ¡soy lindo! —el hombre levanta los brazos, cierra los ojos, se ríe y la niña lo abraza.

La pequeña se llama Yudy Dayana y fue una sorpresa. El Dr. supo de su existencia cuando tenía cinco años (la misma edad con la que aparece en el documental). La pequeña entró en su vida, él la acogió, la cuidó, se dedicó a ella.

—Cuando apareció su hija —recuerda Chucky García— fue como un boquete a ese man que no conocíamos. Verlo en el rol de papá fue una vaina. Era tierno, era un man de pararse a hacer el desayuno, de llevarla al colegio, de esperar a que saliera del colegio, de estar 24 horas en función de su hija.

Pero la niña, como todo lo demás, se fue: al cabo de un año, su madre se la llevó del país.

—Ahora vivo solo, me dejó la mujer y la hija, estoy esperando a ver si vuelven —dice el Dr. sentado en el sofá. Como siempre.
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3.

—Él es como un perrito que se sienta en una esquina a esperar a su dueño diez años. Planes, planes y planes y la señora Gladys sin intención de volver. Ella se quedó viviendo allá. Y si antes estaba esperando a la señora Gladys, ahora la está esperando a ella y a la niña —resumirá Chucky.

2.

[x_pullquote cite=»Lemmy Kilmister» type=»left»]No soy roquero todo el día: paro para dormir[/x_pullquote]

La última vez que nos vemos, el feroz Dr. Rock abre las puertas de las dos habitaciones del primer piso: están repletas de música. Sepultura, AC/DC, Def Leppard, R.E.M., The Clash, Venom. CD, vinilos, VHS. De uno de los estantes de arriba saca un álbum de Slayer, la caja es metálica y el Dr. la sostiene con el mismo cuidado de quien sostiene nitroglicerina. La presume. Luego saca a David Bowie, a Eric Clapton y también saca su lengua. Le toman fotos.

Más tarde se pondrá una chamarra y caminaremos por la 19. Todavía algunos lo reconocerán y alguno se acercará y lo saludará. El Dr. lo mirará y le soltará un serio «cómo está». Ese será el pico de su simpatía. Luego dirá: «Yo no soy tan bueno como muchos dicen ni tan malo como otros dicen. Soy un man. Soy un producto de Colombia. Y Colombia produce unos locos ni los hijueputas». Y sonreirá divertido y con malicia. Y será, como no ha dejado de ser ni por un segundo, todo eso salvaje y provocador y nostálgico que puede ser el rock.
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1. (BONUS TRACK)

—¿Sabe qué nos cantaba mi papá? —pregunta Aladino y enseguida entona la respuesta con una sonrisa larga— esa canción de Starship: We built this city / we built this city on rock and roll.

* * *
Esta crónica hace parte de su libro Alucinación o Barbarie. Crónicas de hoy, publicado por Ediciones B., 2014.
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* Julián Isaza es periodista y escritor. Estudió Comunicación social en la Universidad Javeriana e hizo una maestría en Escritura Creativa en la Universidad Nacional de Colombia. En 2009 ganó el premio internacional de periodismo Rey de España en la categoría de Don Quijote por la crónica «Atlas el chocoano». Ha colaborado con distintas publicaciones como Cromos, Shock, Cambio, Don Juan y el diario El Tiempo. En 2010 publicó su primer libro de cuentos «ondas expansivas» y actualmente es editor de CARRUSEL, una revista de El Tiempo Casa Editorial, donde ha publicado las crónicas y perfiles presentes en  su libro Alucinación o Barbarie.

1 COMENTARIO

  1. Amor para el escritor, Gracias a Dr.Rock por ser y estar …. Luego dirá: «Yo no soy tan bueno como muchos dicen ni tan malo como otros dicen. Soy un man. Soy un producto de Colombia. Y Colombia produce unos locos ni los hijueputas» jajajajajajajaja! tal cual

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