Literatura Cronopio

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Un libro que está compuesto de 18 capítulos, narrados con un lenguaje muy sencillo, que recorren pausadamente la vida de Chris McCandless, su familia, su entorno; su antes, como Chris McCandless y su después, como Alexander Supertramp. Nos relatan cómo abandonó su vida de universitario y a su familia, y se lanzó a la aventura —convertido en Alex Supertramp—.

Dieciocho capítulos buscando unos porqués, unas respuestas a los interrogantes que todo ser humano se puede plantear, en un momento dado, después de haber conocido la historia de Chris. Para intentar comprender al máximo esta historia, el escritor también se sirve de su propia experiencia personal y de la de otras personas que, como Chris, se lanzaron a vivir aventuras en solitario en lugares difíciles de la naturaleza.

Dieciocho capítulos que analizan la personalidad de Chris McCandless, un joven que inspiraba ternura y deseos constantes de ser protegido. Un espíritu libre que acostumbraba a disfrutar con la lectura de sus escritores preferidos —Tolstoi, Jack London, Thoreau— por los que se sentía verdaderamente deslumbrado. De Tolstoi, admiraba su entrega a los demás y su talento. También que repartiera sus riquezas y se relacionara con los más pobres. De Jack London y de Thoreau su pasión por la naturaleza. Y su condena del capitalismo y de la vida burguesa.

Dieciocho capítulos repletos de sus citas preferidas, de sus ilusiones, de sus miedos… de notas tomadas de los amigos y conocidos del joven y que podrían ser resumidos así:

El electricista Jim Gallien fue la última persona que vio con vida a Chris McCandless. Lo recogió en el trayecto de Fairbanks. Chris se le presentó como Alex y le pidió que lo acercara al Parque Nacional Denali porque pensaba vivir unos meses de lo que se encontrara en el bosque. A Jim le pareció que no iba lo suficientemente provisto para esa aventura, y así se lo hizo saber. Chris no le escuchó, y aceptó a regañadientes las botas y la comida que éste le ofreció antes de despedirse.

El capítulo II se centra en la ruta que siguió McCandless hasta adentrarse en tierras salvajes por la Senda de la Estampida, y de la historia de esta senda desde que un minero la descubriera en los años 30.

El capítulo III da comienzo con una cita subrayada por McCandless de Felicidad conyugal, de León Tolstoi: «Quería acción y no una vida sosegada, con unas buenas dosis de emoción y peligro, así como la oportunidad de sacrificarme por amor».
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El libro fue encontrado junto al cadáver del joven.

Jon Krakaeur en su peregrinaje por todos los lugares y personas que conoció Chris McCandless durante los dos años que estuvo vagando se detiene en Cartaghe. Ya han pasado dos meses desde que fuera hallado el cadáver de Chris, y Krakauer habla con Wayne Westerberg en el bar El Cabaret. Vuelve su vista atrás para recordar cómo conoció a Chris, y la relación de amistad que mantuvieron durante dos años.

Wayne recogió a Chris —que se presentó como Alex— cuando éste estaba realizando autoestop el 10 de septiembre de 1990. A Wayne le llamó la atención la vulnerabilidad de la mirada de Chris; sintió enseguida que debía tratar de protegerlo de alguna manera. Le dio trabajo en Cartaghe y le alquiló una habitación. Aunque Wayne descubrió por un impreso de Hacienda que no se llamaba Alex, no quiso entrometerse en su vida privada haciendo preguntas. Por un problema anterior con la ley, Wayne fue detenido y encarcelado durante cuatro meses. Chris abandonó Cartaghe el 10 de octubre de 1990, cargado de afectos y de cariño.

Por fin, había conseguido liberarse de las ataduras que tenía hasta la fecha y sentir como él quería el lado salvaje de la vida. Su alter ego, Alexander Supertramp, era ya toda una realidad.

Hasta ese momento el destino de Chris McCandless había estado en manos de sus padres, de la Universidad y de las normas de una sociedad que lo estaba consumiendo. Ahora, había llegado la hora de tomar firmemente las riendas de su destino.

A finales de agosto de 1990, los padres de Chris, preocupados por no saber nada de su hijo viajaron hasta Atlanta, y descubrieron que éste había desaparecido sin dejar rastro. Desolados, regresaron a Virginia y contrataron los servicios de un detective privado para que lo encontrara.

En el siguiente capítulo se cuenta cómo llegó con su viejo Datsun hasta el Lago Med. Cómo su coche se quedó estancado y no lo pudo ya sacar de allí, y cómo comenzó así su particular odisea a pie.

Durante dos semanas recorrió a pie el Oeste, seducido por sus grandiosos paisajes. En autoestop llegó hasta el lago Tahoe, un lago de agua dulce que se encuentra en la frontera entre California y Nevada. Se adentró después por Sierra Nevada y estuvo andando una semana entera por la Senda de la Cresta del Pacífico, disfrutando de las vistas espectaculares de estos grandes espacios naturales, antes de abandonar las montañas y regresar a la carretera.

En Arcata (California) conoció a Jan Burres y Bob. Él se les presentó a los dos como Alex y les contó que estaba recorriendo el país a pie y que se alimentaba de las plantas que iba encontrando. Ellos le cogieron enseguida afecto y, como Wayne, sintieron enseguida la necesidad de protegerlo de alguna manera. Estuvo con ellos una semana, y mantuvieron el contacto por carta durante los dos años siguientes.

Llegó a Arizona a pie y en autoestop. Se compró una canoa de segunda mano, ya que pretendía bajar remando por el río Colorado, hasta el Golfo de California, situado a 650 km. al Sur, al otro lado de la frontera de México.

A finales de noviembre de 1990, llegó a la ciudad de Yuma, se abasteció de provisiones y le mandó una postal a Wayne a la cárcel: «He decidido que me dejaré arrastrar por la corriente de la vida durante una temporada. La libertad y la simple belleza son algo demasiado valioso como para desperdiciarlo… Alexander».

Y lo cumplió. Se dejó arrastrar por la corriente de la vida y por la del río Colorado.

El 16 de enero de 1991 dejó la canoa y se puso a caminar. Apunta en su diario una nota que se refiere a Alexander Supertramp en tercera persona, es como si mantuviera distancias con su otro Yo. De hecho, era habitual que utilizara la tercera persona cuando escribía acerca de Alexander Supertramp. Como si ese otro Yo fuera solo una caracterización pasajera, un Yo para sentirse libre, el Yo nómada, aventurero, intrépido, con el que daba rienda suelta a sus verdaderos sueños. Y, una vez cumplidos éstos, regresaría como Chris McCandless, reintegrándose de nuevo sin problemas en la sociedad.

Alexander se decide a abandonar la canoa y regresa al Norte.

Dejó de vagabundear durante dos meses y se puso a trabajar en una hamburguesería de Bullhead City, en la que se presentó como Chris McCandless y no como Alexander Supertramp. ¿Por qué?, pues no lo sabemos a ciencia cierta.

Desde allí le mandó una carta a Wayne a la cárcel: «Puede que al final me establezca aquí y abandone mi vida de vagabundo. Veremos qué sucede cuando llegue la primavera porque es la época en la que me entran ganas de vivir».

No sabemos qué hizo desde que abandonó Las Vegas hasta mayo de 1991, ya que se le estropeó la cámara de fotos —la solía dejar enterrada junto con el dinero, para que no la robaran, antes de entrar en una ciudad—, y entonces dejó de tomar también notas. Sin paisajes, no había tampoco palabras escritas.

Por una carta que le mandó a Jan Burres sabemos que durante los meses de julio y agosto de 1991 estuvo en la Costa de Oregón.
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El capítulo VI da comienzo con un pasaje subrayado por Chris de Walden de La vida en los bosques, de H. D. Thoreau. Otro libro que se halló junto a su cadáver.

Chris McCandless conoció al anciano Ronald A. Franz poco antes de adentrarse en los bosques de Alaska. Franz recogió a Chris en la carretera mientras éste hacia autoestop en enero de 1992. Se le presentó como Alex y le comentó que estaba esperando a que llegara la primavera para irse a Alaska a vivir una gran aventura, al igual que Wayne, Jan Burres y Bob, Franz también sintió la necesidad de cuidar de él. Incluso le llegó a insinuar que quería adoptarlo. Cuando Chris fue consciente de los intensos sentimientos de Franz, decidió huir para no hacerle daño. Franz le acompañó hasta San Diego. El 19 de febrero Chris llamó a Franz para felicitarle por su cumpleaños.

El 28 de febrero, Chris le mandó una postal a Jan Burres contándole que había viajado de polizón en un tren, en lo que sin duda había sido una emocionante experiencia.

A principios de abril de 1992 escribió a Franz informándole que llevaba dos semanas trabajando con su amigo Wayne en Cartaghe. Le da buenos consejos que Franz sigue al pie de la letra.

Durante cuatro semanas Chris estuvo trabajando con su amigo Wayne en Cartaghe; quería conseguir dinero para acabar de comprarse lo que él pensaba que iba a necesitar durante su estancia en los bosques de Alaska. El 15 de abril se despedía de Cartaghe y emprendía camino a Alaska.

El 27 de abril le mandaba una postal a Wayne, a Jan Burres y a Bob desde Fairbanks. Sería la última carta que recibirían todos de él, ya que unos meses más tarde estaría muerto.

Durante dos capítulos, Jon Krakauer se centra en la personalidad de varios personajes que un día entraron en los bosques de Alaska en busca de nuevas experiencias, y nunca más se supo de ellos.

Para intentar acercarse a la figura de Chris, se detiene en Everest Ruess, un joven de 20 años, que en 1934 se adentró a pie en el desierto, y nunca salió de aquella particular aventura con vida.

Los dos eran románticos en exceso, poco prácticos, imprudentes y buscaron hacer realidad a toda costa sus sueños. También coincidieron ambos personajes en que los dos intentaron cambiar radicalmente de vida y se bautizaron con otro nombre —bueno, en el caso de Everest con varios—. Los dos acabaron pereciendo: Everest en el desierto y Chris en Alaska. Hielo y fuego para un mismo desdichado final.

En el capítulo XII, sus padres y su hermana lo recuerdan con cariño. Chris estaba resentido con su padre porque les había mentido. Su padre se había casado con Marcia, mujer con la que tuvo seis hijos. Conoció a Billie, su segunda mujer, pero no se casó con ella, y estando con Billie tuvo a otro hijo aún con su ex mujer Marcia. Cuando Chris se enteró de esta situación, comenzó a alejarse de sus padres. Le horrorizaba la hipocresía. Le comentó a su hermana que nunca podría perdonarles, que se sentía herido y engañado por la farsa que continuamente representaban.

En el capítulo XIV, se habla de la última carta que le envió Chris a Wayne antes de adentrarse en los bosques de Alaska. Y Jon Krakauer relata, en los capítulos XIV y XV, su solitaria y enriquecedora experiencia, en 1977, con 23 años, cuando alcanzó la cima del Pulgar del Diablo.

El 25 de abril de 1992 Chris McCandless hacía su entrada triunfal en los bosques de Alaska, ligero de equipaje, pero cargado de ilusiones y buenas intenciones. Cruzó el río Teklanika, tras dos días caminando, sin complicaciones.

El 1 de mayo tropezó con un autobús, que le iba a servir como refugio durante los próximos meses  y como tumba los últimos días. Tras varios intentos por seguir adelante, decidió quedarse en el autobús.

Cazar le resultó sumamente complicado, pero lo consiguió. A los dos meses de vida solitaria, alejado del mundo, decidió regresar, satisfecho, al mundo civilizado. Ya se sentía con ganas.

Llegó hasta el río Teklanika —el mismo que hacía dos meses había cruzado sin problemas—, pero resulta que dos meses después, debido al deshielo y al calor del verano, se había convertido en un río violento y desbocado. Si Chris hubiera llevado un mapa de la zona, podría haber atravesado el río en una cesta de aluminio, a través de un cable que colgaba sobre el río. Triste y desanimado, decidió volver al autobús, y anotó en su diario: «Desastre. Llueve. Imposible cruzar el río. Me siento solo y asustado».

No sabía cómo cruzar el río porque no llevaba ningún mapa, ya que se había desecho por el camino de él. De haberlo llevado, se hubiera dado cuenta, también, de que el autobús se encontraba, a menos de 50 km. de una carretera por donde pasaban cientos de turistas para adentrarse en el Parque Nacional Denali, y por el que, además, patrullaban a diario varios guardias forestales. Y que en un radio de 10 km., además, había cuatro cabañas, aunque durante ese verano, casualmente, estuvieran todas desocupadas.

En el capítulo XVII, Jon Krakauer, en su intento por conocer y comprender los últimos movimientos de Chris McCandless, los que acabaron provocando su muerte, acude con dos amigos a las inmediaciones del río Teklanika. Y a primera vista se da cuenta del primer gran error que cometió Chris McCandless y es que si hubiera llevado un mapa, podría haber atravesado el río.

¿Por qué se murió de hambre en el autobús? Jon Krakauer necesitaba ir hasta el autobús para poder saberlo. Y, ¿por qué no intentó regresar al río?

En el capítulo XVIII, Jon Krakauer repasa las notas que Chris dejó apuntadas en los libros que leyó antes de morir.

El 30 de julio escribió: «Extrema debilidad. Me falta comida. Semillas. Tengo muchas dificultades para mantenerme de pie. Me muero de hambre. Gran peligro».

El 5 de agosto anotó: «Día 100. Lo he conseguido, pero nunca me había sentido tan débil. La muerte comienza a ser una grave amenaza. Estoy demasiado enfermo para salir andando y me he quedado literalmente atrapado en el monte. No hay caza».
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El 12 de agosto dejó una nota escrita pidiendo auxilio, y la firmó con su nombre verdadero. Cuando se dio cuenta de que la muerte lo estaba rondando de cerca, redactó también una nota de despedida: «He tenido una vida feliz y doy las gracias al Señor. Adiós y que Dios os bendiga».

El 19 de agosto ya se había muerto. Su final fue muy rápido. Se pensó que quizá se hubiese intoxicado con las semillas de la patata silvestre. He aquí, el segundo error garrafal, que cometió por puro desconocimiento. La intoxicación le produjo mucha debilidad, y por ese motivo no regresó otra vez al río para cruzarlo.

Dieciocho días después de su fallecimiento unos cazadores encontraron su cuerpo.

Sus padres, Billie y Walt, desconsolados, decidieron visitar el autobús donde murió su hijo. Su madre se reconfortó pensando que Chris pasó sus últimos días en un paisaje increíblemente bello. Su padre acabó comprendiendo las razones de su huida y viaje a Alaska.

Nada será igual para ellos. Nada ni nadie les podrá devolver jamás a su hijo, pero están intentando conocer mejor a Chris para entender y asimilar los porqués.

El libro finaliza, y una reflexión queda en el aire: ¿Valió, realmente, la pena?

* * *

FICHA TÉCNICA

Autor: Jon Krakauer
Título original: Into the wild
Traducción del inglés: Albert Freixa
Editorial: Ediciones B, S.A., para el sello Zeta Bolsillo
Colección: Zeta Ensayo
Año de la edición: 2008
Diseño de cubierta: Fotograma de la película escrita y dirigida por Sean Penn basada en el libro de Jon Krakauer Hacia rutas salvajes
Depósito Legal: B. 50.331-2008
ISBN: 978- 84-9872-162-1
Páginas: 285

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* Javier Úbeda Ibáñez, escritor, crítico literario y miembro del proyecto REMES (Red Mundial de Escritores en Español). Nació en Jatiel (Teruel, España), en 1952. Y reside actualmente en la ciudad de Zaragoza (España). Es autor del conocido libro de relatos breves y poemas Senderos de palabras (Pasionporloslibros. Valencia, 2011) y de los cuentos Daniel no quiere hacerse mayor (Pasionporloslibros. Valencia, 2011) y La Elegida (Pasionporloslibros. Valencia, 2012). Ha publicado numerosos artículos de opinión tanto en prensa digital como en prensa escrita. Algunos de los títulos más significativos han sido: «La educación: significado y objetivos»; «Paternidad responsable y responsabilidad educativa»; «La función educativa del Estado»; «La valoración del conformismo ambiental»; «Reflexiones sobre la democracia»; «Libertad y responsabilidad en la información»; «La iniciativa privada» o «Reflexiones sobre la libertad». Además, es autor de numerosas reseñas literarias, relatos cortos y poemas, que han ido viendo la luz en importantes revistas de España como Almiar, Ariadna-RC, Culturamas, Fábula (de la Universidad de La Rioja), Horizonte de Letras, La Sombra (de lo que fuimos), LetrasTRL, Literaturas.com, Luke, Magazine Siglo XXI, Narrador, Narrativas, OtroLunes, Palabras Diversas o Pluma y Tintero… y también en revistas del extranjero como Gaceta Virtual, Letras en el andén, Liter-aria, Literarte, Poeta (todas ellas de Argentina) o Cinosargo (Chile), Cronopio (Colombia), La ira de Morfeo (Chile, Argentina y Brasil), Letralia (Venezuela), Letras Uruguay (Uruguay), Ombligo (México), Resonancias.org (Francia), Baquiana o Herederos del k(c)aos (ambas de EE.UU.), entre otras muchas.

4 COMENTARIOS

  1. ¡¡Gracias por el artículo!!! Había visto la película y sabía del libro, pero esta reseña me ha animado a leerlo. Está disponible en pdf online. me internaré por los próximos días en la vida de Criss y Alexander!

  2. La pelicula sobre el libro se llama «una aventuta en alaska», es ciertamente un testimonio de vida.

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