Arte Cronopio

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En 1932 se representa «El Amor Brujo» por primera vez en el Teatro Liceo de Barcelona, a cargo de Laura de Santelmo en Candela, Antonio de Triana en Carmelo, Soledad Miralles en Lucía y Miguel de Molina en el Espectro, dirigiendo la orquesta el propio Manuel de Falla.

De este cogido por los pelos «Amor Brujo», Miguel de Molina en su autobiografía coordinada e investigada por S. Valverde y A. Salade, Botín de guerra, nos revela:

En seguida me di cuenta de que allí podía pasar cualquier cosa, porque dichos ensayos eran desconcertantes (…) Laura Santelmo tenía una escuela clásica, pero como Soledad Miralles se dejaba llevar por su temperamento, improvisando a veces, no ponía la menor atención en los ritmos flamencos de los que se nutría «El Amor Brujo». Por otra parte, estaba (Juan) de Triana –querrá decir Antonio- un sevillano que residía en Hollywood y tenía una influencia del claqué, con botas con puntines metálicos, que podrían ir bien para Fred Astaire, pero no para la obra de Falla(…) la Miralles se sublevaba contra la coreógrafa y pensaba que aquello terminaría en catástrofe. Luego supimos que el Ayuntamiento de Barcelona había pagado una suma fantástica a la bailarina-empresaria Laura de Santelmo(…) Por fin nos fuimos a Barcelona y cuando llegó el momento de los ensayos con gran orquesta que dirigía en esa ocasión el gran maestro Lamorte de Grignon, todo salió a destiempo y con innumerables tropiezos. El director se quejó a la Santelmo y ella le contestó que la culpa la tenía la orquesta, porque ella había bailado con los mejores conjuntos del mundo y nunca había tenido problemas (…) sabe Dios en que hubiera terminado todo, si no llegamos a convencer a Laura de que ensayáramos primero con piano y tratáramos de meter todo a compás (…) llegó el día del estreno con rumores de todo tipo (…) El resultado fue una gran ovación, creo que injustificada, porque todo fue una gran improvisación, con las figuras tratando de imponer su soberbia y vanidad, pero la batuta del gran Manuel de Falla y la belleza de su música pudieron con todo (…) Laura de Santelmo tratando de aprovechar el acontecimiento como fuera, cuando llegaron los fotógrafos, se aferró al brazo de Manuel de Falla y no lo soltó ni un minuto, cosa que fastidió a Soledad (…) Al día siguiente Laura de Santelmo citó a la compañía en el Hotel Colón, en la Plaza de Cataluña, y todos nos sentamos a esperarla en una terraza exterior. Soledad no dejaba de hablarme acerca de que nos habían estafado y se bebió un par de copas para tomar ánimos y «cantarle las cuarenta a la diva». De tal modo, cuando vio a la Santelmo bajar las escaleras del hotel como una triunfadora de película, comenzó a lanzarle improperios e insultos ¡con munición gruesa¡. La otra no se amilanó y de las palabras pasaron a los hechos: golpes, tirones de pelos, rodar por el suelo y todo esto ante la vista de periodistas y fotógrafos. El episodio terminó en una comisaría sin que ninguna de las partes hiciera a la otra acusaciones criminales, aunque ganas de matarse mutuamente no les faltaron. ¡Donde puede llevar la vanidad y el vedetismo!
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En 1933 se estrena en el Teatro Español de Madrid «El Amor Brujo» que presenta Encarnación López, «La Argentinita», asesorada por Ignacio Sánchez Mejías, Federico García Lorca y Rafael Alberti. Argentinita en el papel de Candelas, Pilar López en Lucía, Antonio de Triana en Carmelo y Rafael Ortega en el Espectro.

En 1934 Antonia Mercé repone «El Amor Brujo» en el Teatro Español de Madrid. En esta ocasión con algunas variantes en el reparto: Antonia Mercé, en Candela; Pastora Imperio, en Lucía; Vicente Escudero, en Carmelo, Miguel de Molina en el Espectro.

En este mismo año Vicente Escudero es contratado como bailarín y coreógrafo para el montaje de «El Amor Brujo» en diferentes teatros de Estados Unidos. Para este menester Escudero viaja acompañado de Carmita García y Almería, que interpretarán los papeles principales, completando el reparto los bailarines clásicos de cada ópera, forma de trabajo que sentaría tradición.

Leamos la tarjeta que escribe Vicente Escudero a Manuel de Falla:

Sr. Don Manuel de Falla. Granada. San Francisco 24-5-1935.

Mi distinguido i ilustre Maestro, todavía se está hablando del exito que emos tenido con el «Amor Brujo» é tenido el plazer de ganarle con creces en exito al Ballet «Scheherazade» á pesar de tanta jente y tanta feria como hay en escena puede Ud. informarse por el Cónsul de España ó por cualquiera icimos más de 12 telones cada noche. Creo que lo presentare tambien en los Ángeles y en la Esposición de San Diego. Ud. vera por el programa que le mando la repartición. Todo el mundo izo bien su papel claro que emplee tres semanas de ensayos con ellos. Su afm. s Vicente Escudero.

En 1943, Serge Lifar en la Ópera de París presenta una versión muy particular con estrellas provenientes del Ballet Clásico: Teresina Boronat, en Candela; Lycette Darsonval, en Lucía; Serge Lifar, en el Espectro y Roland Petit, en Carmelo.
En 1947, Mariemma lo lleva a la Ópera Comique de París. Es el único dato que nos facilita la bailarina en su currículum.

Recuerdo que fue en el Teatro San Fernando de Sevilla en 1948, la primera vez que vi «El Amor Brujo», lo interpretaba la bailarina Marifé Ferrero, más conocida por «Luz de Falla». En este espectáculo actuaba ya por aquel entonces con bastante cartel, Nati Mistral, interpretando canciones de Concha Piquer, pero no estoy muy seguro de si se atrevió con los cantos de «El Amor Brujo».

En 1949, fue interpretado en cine-ballet, por Ana Esmeralda, en Candela; Manolo Vargas en Carmelo; Miguel Albaicín, en el Espectro; Eulalia del Pino, en Lucía y Pastora Imperio, en la Hechicera. Coreografía de Juan Magriña y Dirección A. Román. Ana Esmeralda fue una de las bailarinas más bellas de las que interpretaron la obra, por sus venas corría sangre árabe y granadina. En los años cincuenta se marchó a América, se casó en Brasil y allí dirige su escuela de danza.

La versión de Juan Magriñá que montó para el Teatro Liceo de Barcelona en 1941 con Trini Borrull en Candela, Rosita Pastrat, en Lucía, Juan Magriñá en Carmelo y Antonio de Triana en el Espectro; y que esporádicamente venía representando durante la posguerra civil española, en 1951 Magriñá lo repone para «Los Ballets de Barcelona» con las bailarinas estrellas: Rosita Segovia, María de Ávila y Maruja Blanco, que rotativamente interpretaban el rol de Candela, Juan Magriñá, el Espectro, Jesús Garín, Carmelo y Lolita Baldó en Lucía. Papeles que vendrían alternándose a través de la corta duración de tan loable empresa.
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En 1952, la bailarina cubana Ana María nos trajo su versión de El Amor Brujo, que dio a conocer por España. En el programa del Teatro Coliseum de Barcelona, figuran como Candela, Ana María; Carmelo, Juanito Rivera; Espectro, Roberto Iglesias y Lucía por Aída Ramírez.

En 1955 Pilar López crea su propia versión, en la que como novedad le ajusta a la «Danza del Fuego» el toque de la castañuela, como ya hizo con las Seguiriyas.

Los roles principales lo interpretaban Pilar López en Candela, Elvira Real en Lucía, Ernesto la Peña en Carmelo y Paco de Ronda en el espectro. Los gitanillos que acompañamos a Pilar en la Danza del Fuego éramos: Antonio Gades, Mario Maya, Paco Caro y José de la Vega.

En 1958 para uno de los homenajes a Manuel de Falla, que tradicionalmente se le viene ofreciendo, en el que se airean sus obras más emblemáticas: «La Vida Breve» y «El Amor Brujo» la empresa del Gran Teatro del Liceo, invitan a Mercedes Borrull, (La Gitana Blanca) y Roberto Iglesias para los roles de Candela y Carmelo, Antoñita Barrera en Lucía y Antonio Español en el Espectro, según coreografía del mencionado coreógrafo Juan Magriñá, bajo la batuta de José Iturbi.

En 1964 presencio nuevamente este homenaje con los bailarines Rosario y Alberto Portillo.

En 1965, Rovira Veleta lo lleva al cine con Rafael Córdoba, La Polaca, Antonio Gades y Morocha.

En 1986, Carlos Saura rueda el más divulgado «Amor Brujo» con Antonio Gades, Cristina Hoyos, La Polaca y Enrique Ortega, con el aliciente de la cantante Rocío Jurado.
En este mismo año, la Asociación de amigos de la ópera de Sabadell (Barcelona) presentan en el IV Festival, un homenaje a Manuel de Falla con «La Vida Breve» y «El Amor Brujo», en el que interviene como Candelas, Macarena Rodríguez; José Manuel Huertas, en Carmelo; Isabel Gil, en Lucía y Pedro Mancera, en el Espectro. Coreografía de Rosario Calleja, con el acompañamiento de la Orquesta Sinfónica de Sabadell, bajo la batuta de Albert Argudo.

En 1987, Mario Maya lo estrena en el Teatro La Fenice de Venecia y a continuación se lo aplaudimos en el Teatro Griego de Barcelona. Mario asume la coreografía y dirección «con una versión un tanto revolucionaria» interpretando el rol de Carmelo, Mario Maya y el de Candela, la estupenda bailaora granadina Beatriz Martín.

En 1992, Cristina Hoyos y su Ballet con la colaboración coreográfica de Manolo Marín lo presentan en la apertura de los Juegos Olímpicos celebrados en Barcelona. Este espectacular «Amor Brujo» fue televisado y difundido mundialmente.

En 1994, asistimos en el Teatro Victoria de Barcelona al estreno de un bellísimo y original «Amor Brujo» del laureado Víctor Ullate en el que rinde homenaje a Vicente Escudero. Un plantel de jóvenes artistas. El rol de Candelas lo alternaba María Jiménez con Ana Noya; Carmelo por Ygor Yebra y Lucía, alternado por Ana Noya y Tamara Rojo. El bailarinazo Antonio Márquez bailó por Seguiriyas y Carmen Linares cantó muy bonito. Todo esto con el lujo del acompañamiento de la gran Orquesta del Teatro del Liceo.

En 1995, Antonio Canales nos mostró en el Teatro Goya de Barcelona un fugaz «Amor Brujo» mezclando diferentes técnicas que interpretaron los componentes de su Compañía, destacando las extraordinarias facultades del bailarín Rafael Peral y de la preparadísima Cristina Blanco.

En 1998, Sara Lezana nos lo ofrece en el Teatro Principal de Barcelona con el siguiente reparto: Candela: Lucía Díez, Carmelo: Juan Carlos González, El Aparecido: Emilio Fernández, Lucía: Yolanda Murillo, Dolores «La Gitana»: Sara Lezana. Gitanos y Gitanas del Sacromonte.
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En este mismo año, la Compañía de Danza de Granadas presenta en el Teatro Tívoli de Barcelona su «Amor Brujo», asumiendo la coreografía Manolo Marín, con Beatriz Martín y Juan Andrés Maya en Candela y Carmelo respectivamente.

En 2002, nos desplazamos al «Madrid en Danza» para asistir al estreno de «El Amor Brujo» de Juan Carlos Santamaría con Merche Esmeralda en el papel de Hechicera: «Estoy muy ilusionada. Aquí me corrigen y me riñen y eso me hace feliz porque me permiten convertirme en una mujercita». Informaba EFE. Santamaría proponía «como espectáculo pedagógico» dar a conocer las diferencias claves entre las tres representaciones de «El Amor Brujo» 1915, 1925 y su versión». Pues sí, este innovador coreógrafo como caso insólito nos presentaba a una Hechicera bailando «La Danza Ritual del Fuego» que desde 1915 Manuel de Falla, con el guión de Gregorio Martínez Sierra, compuso para la atormentada Candela. Lástima que no pudimos gozar de ese baile al que nos tiene acostumbrado nuestra querida y admirada Esmeralda. No obstante, felicitamos a la sublime bailarina-bailaora por la plenitud de facultades en que se encuentra. Eso lo demostró rodando por el escenario a diestra y siniestra –como le habían marcado- sin salirse un ápice del pentagrama. (Antes de que bajase el telón Pilar López que se encontraba en primera fila, se levantó corriendo por el pasillo con las manos puestas en la cabeza. La alcancé en el vestíbulo y sin más preámbulo, cargando de énfasis su indignación, me preguntó: ¿Qué le ha parecido a usted esto? Ante tanto enlatado, ha sido muy hermoso escuchar El «Amor Brujo» con una gran orquesta, le respondí. Pilar, con la socarronería que la caracteriza, me dijo: «Es usted muy rico monín», y volvió una vez más a pellizcarme la nuez.

La explicación en el programa de Juan Carlos Santamaría me hizo recordar el catálogo librito que se hizo editar mi vecino, el pintor August Puig, para una de sus exposiciones por Alemania «Stierkampf» (Corrida de Toros) «Francisco de Goya —Pablo Picasso— August Puig» con textos en alemán, francés y español, en el que se inserta la Tauromaquia de Goya y la de Picasso, pero claro, para completar la trilogía faltaba la de mi vecino.

He visto muchas versiones del Ballet «El Amor Brujo», aparte de los que presencié en Salas de Fiestas y Cabarets durante los años 50-60, en esta ocasión fragmentados y la mayoría de las veces destrozados. La verdad es que «El Amor Brujo» que tuve la oportunidad de aplaudir en 1957 en el mencionado Teatro de los Campos Elíseos de París ha sido el más concluyente: Antonio, en Carmelo, Rosita Segovia, Candela, Carmen Rojas, Lucía y Paco Ruiz en el papel de Espectro. Los decorados y figurines eran de José Caballero y los trajes los había cosido el que fue gran amigo mío, el modisto Rafael Bueno «Raffran». En 1958 fue llevado al cine-ballet por Michael Powell en la película «Luna de Miel», interpretando el papel de Espectro, Leonida Massin. En 1973 es distribuido en Vídeo con el guión y dirección de Petr Weighl con los primeros bailarines, Mariana Recuero, Carlos Fernández, Rosa Lugo y Pastora Ruiz.
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…la vieja magia estaba ahí: la crítica se encontró con que Antonio y Rosita Segovia se complementaron como las dos partes de una misma naranja.
(Londres).

Ella, Rosita, es la pareja ideal de Antonio…

(Málaga. Teatro Cervantes. La Música. Crítico L. C.).

«El Amor Brujo» convincente, emocionante, arrebatador; delicado en la gracia tímida de Rosita Segovia; apasionado en el gesto profundo de Carmen Rojas; patético en el baile cálido, alado y rítmico de Antonio; enloquecedor en el final vertiginoso de toda la compañía.

(José Faus. Patria. 1 julio de 1956. Festival Internacional de Música y Danza de Granada).

Antonio y Rosita le han podido a la flema británica. Entrevista durante su actuación en el Victoria Eugenia de San Sebastián en la XVII Quincena Musical por Conchita Boada:

Rosita Segovia está con Antonio desde que se deshizo a bofetadas la famosa pareja Rosario y Antonio. Antonio terminó con Rosario en un final de Rosario de la Aurora. Rosita Segovia bailaba en el Teatro Liceo de Barcelona cuando Antonio le propuso que se fuera con él. Y Rosita se encuentra muy a gusto en este nuevo puesto. De todos los Ballets con argumento el que más le gusta bailar a Rosita es el Amor Brujo. Pilar López dice lo mismo.
Lo estrenaron en Londres en 1955 y fue un éxito de delirio. Antonio recuerda cómo en la apoteosis final llegaron a echarle no sólo flores, sino hasta joyas. Rosita pone los ojos en blanco cuando recuerda aquello.
—Ahora volvemos a Francia y después de nuevo a Londres. Lo de Londres se ha de ver para creer.
Por lo visto Antonio y Rosita Segovia le han podido a la flema británica y la verdad es que ha de ser bonito el espectáculo en el Coven Garden resonando bajo los ¡Oles!

AMOR FINGIDO

No sabía cómo preguntarle a Rosita a la que tanto respeto y admiro como artista y como persona, por lo delicado del tema, algo que siempre se me cruzaba en mi mente cada vez que aludo en mis escritos a esos amorosos bailes de pareja; pero un día me armé de valor y la abordé: Rosita, ¿ese voluptuoso apasionamiento que transmitíais al público Antonio y tú, sólo tenía lugar en la ficción o hubo algo en la realidad?.

La bien compenetrada pareja del «mejor de todos», nos aclara:

«Sólo este ardiente deseo se producía en el escenario, era puro arte, visceral, «desde dentro» como decían los críticos, jamás hubo nada entre nosotros, fue una amistad muy limpia. Te puedo confesar que había momentos en ese achicharrante «paso a dos» de «El Amor Brujo», que el sudor de Antonio chorreaba sobre mis senos, e incluso cientos de veces caía dentro de mi boca, y reconociendo que era un ser guapo y sensual nunca le deseé como hombre.»

MONA RATIB

Sirva de preámbulo este retrato para dar paso al testimonio de esta gran señora egipcia, Mona Ratib, que también perteneció a la Compañía de Antonio en calidad de Secretaria del «divino» o más bien su publi-relation –como glosa Rosita- que al ser una señora preparadísima, pues hablaba varios idiomas, sería la persona ideal para introducir al bailarín en ese gran mundo que tanto ambicionaba.

Así nos la dibuja Eduardo Gamir en su libro Pitito y otras gentes del bien vivir, describiéndonos los personajes de la Jet-society que moraban en Sitges (Barcelona), en casa de su amigo Pepe Zamora, dibujante del Casino de París.

También estaban viviendo en su casa Mona Ratib y su hermano, ambos hijos de madame Sultán Pachá, propietaria del palacio más importante de El Cairo, después del Rey Faruk de Egipto. Yo conocía de París y Madrid a Madame Sultán Pachá, por ser la íntima amiga de la Maharaní de Kapurtala (antes bailarina malagueña Anita Delgado). Mona Ratib vive actualmente en Madrid y es una empresaria teatral.
(Continua página 4 – link más abajo)

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