Escritor del Mes Cronopio

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Algunos cantos de Ezra pound 1885 - 1972

ALGUNOS CANTOS DE EZRA POUND (1885-1972)

Traducción de Armando Roa Vial*

CANTO XVII

Irrumpe la vid desde mis dedos
y las abejas cargadas de polen
merodean los brotes de las parras:
Chirr-chirrr-chir-rikk- un zumbido,
y los pájaros somnolientos en las ramas
¡ZAGREUS! ¡IO ZAGREUS!
con el primer claro del cielo
y las ciudades alzándose en las colinas
y la diosa de hermosas rodillas
moviéndose ahí, dejando atrás los robles del bosque,
la verde pendiente, con una blanca jauría
saltando a su alrededor;
y de ahí a la boca del riachuelo, hasta el atardecer,
agua sin brillo delante de mí,
y los árboles irrumpiendo desde el agua,
mudos troncos de mármol,
atravesando el palazzi,
silenciosa,
esa luz ahora, no del sol.
Crisofrasa,
el agua verde claro, azul claro;
bajo los grandes acantilados de ámbar.
Y entre ellos
Nerea, la gruta,
como una enorme concha curvada,
y el navío arrastrándose sigilosamente,
sin olor a faenas de navegación,
ningún gemido de pájaros, ningún movimiento de olas,
ningún baño de marsopas, ningún movimiento de olas,
Nerea, al interior de la gruta,
como una enorme concha curvada
en la tersura de la roca,
lejano acantilado verde grisáceo,
y en las proximidades, el acantilado ámbar de la entrada,
y la ola
verde claro, azul claro,
y la gruta de blanca sal y púrpura brillante
pórfido terso y fresco
roca gastada por el mar.

Ningún grito de gaviota, ningún alarido de marsopa,
arena de malaquita, sin frío ahí,
y la luz que no viene del sol.
Zagreus, alimentando sus panteras,
pasto limpio como en las colinas ante la luz,
y bajo los almendros, dioses,
y con ellos el coro de ninfas. Dioses,
Hermes y Atenea,
como el dardo de una brújula,
entre ellos, estremecido.
A la izquierda es el sitial de los faunos,
bosque de las ninfas;
el bosque en declive, el erial del pantano,
la gama, el venadillo moteado,
brincando sobre los matorrales,
hojas secas y amarillas.

Y en un surco de las colinas
el gran sendero de Memnons.
Más allá está el mar, el oleaje contemplado desde las dunas,
mar nocturno agitando los guijarros,
a la izquierda un callejón de Cipreses.

Emerge un navío,
un hombre cogido a la vela,
guiando con el remo afianzado en la borda, diciendo:

«Allí, en el bosque de mármol,
pétreos árboles en la orilla,
glorieta de piedras,
hoja de mármol, sobre otra hoja,
plata, acero sobre acero,
aristas de plata que ascienden y cruzan,
proa contrapuesta a la proa,
piedra, lámina sobre lámina,
áureos destellos que fulgen al atardecer».

Borso, Carmagnola, los artífices, i vitrei,
allí, una vez, de tiempo en tiempo,
y las aguas más valiosas que el cristal,
oro bronceado, plata que relumbra,
vasijas teñidas a la luz de la antorcha,
el fulgor de las olas bajo las proas
y las aristas de plata que ascienden y cruzan.
Pétreos árboles blancos y rosa alba en la oscuridad,
cipreses a un costado de las atalayas,
a la deriva bajo los cascos de la noche.

«En medio de la oscuridad el oro
reúne luz a su alrededor»…
Y ahora, tendida en su guarida junto a la zarza,
un ojo al mar, desde el mirador,
y esa luz grisácea, con Atenea.
Zothar y sus elefantes, rutilantes taparrabos,
el sistro, remeciendo y remeciendo,
las cohortes de sus bailarinas.

Y Aletha, en una esquina de la playa,
contemplando el océano,
algas acumuladas en sus manos,
fulgor salado con la espuma.
Koré atravesando la soleada pradera,
polvo verde y grisáceo de la hierba:
«Por esta hora, hermano de Circe».
Con el brazo descansando en mi hombro,
al sol contempló tres días, terroso astro,
saltando como un león sobre la arena;
y ese día, y los tres días siguientes, ninguno después,
esplendor, como el de Hermes,
y zarparon hacia zonas pedregosas,
blanco pálido, sobre las aguas,
aguas familiares,
y el blanco bosque de mármol, torcida rama sobre la rama,
la glorieta urdida por la piedra,
el sitio de Borso, perseguido por la barbada flecha,
y Carmagnola, entre dos columnas,
Sigismundo, después del naufragio en Dalmacia,
el sol en el ocaso, veloz, como el vuelo del saltamontes.
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CANTO XXX (Fragmento)

Quejido, quejido que escuché un día,
en boca de Artemisa, cantando, Artemisa, Artemisa,
alzando su gemido contra la Piedad,
la Piedad que devasta los bosques,
la Piedad que arrasa a mis ninfas,
la Piedad que se apiada del mal,
la Piedad que empaña a Abril,
la Piedad que es brote y raíz.
Si ahora nada bello me sigue
es por mandato de la Piedad,
por mandato de la Piedad,
por mandato de la Piedad que les prohíbe matar.
Todas las cosas se vician en esta temporada,
esa es la causa, ninguno busca la pureza,
sólo se compadecen de lo ruin
y las cosas se corrompen;
Nunca más volarán mis flechas
para matar. Nada puede ser eliminado limpiamente;
la pudrición es ley.

CANTO XXXVI (Fragmento)

Una dama me solicita
palabras oportunas,
ella busca las razones de un afecto, a menudo borrascoso,
que se jacta de tener Amor por nombre
y que rehúsa escuchar la verdad,
así sólo hablo a los que saben
y no espero de los impostores
ningún crédito a mis argumentos,
pues demostraciones naturales no tienen
ni tampoco es mi intención ponerlas a prueba,
o explicar de donde nace
cuál es su virtud y su poder,
su ser y cada movimiento
o ese regocijo que lo han llamado «amar»,
y si el hombre puede conjurarlo a su presencia.

Donde habita la memoria
toma su condición,
formado como un diáfano reflejo de la luz sobre una silueta
cuya sombra viene de Marte y permanece
creada bajo un nombre atractivo,
hábito del alma,
voluntad del corazón.
Proviene de una forma sensible que una vez aprehendida
toma sitio y yace en el intelecto posible,
donde no hay peso ni reposo,
no desciende por cualidad pero resplandece,
su propio destino sin término,
no en el gozo sino en la intelección;
sin salir jamás de sí mismo…

Adviene al ser
cuando la voluntad
por plenitud
tuerce su curso natural
y jamás en reposo cambia de color
para reír o llorar,
retorciendo el rostro de temor,
reposando poco,
y aún así sólo es más asiduo
con aquellos que lo merecen,
los suspiros son colocados en marcha por sus extraños poderes
permitiendo que los hombres escudriñen esa huella formada en el espíritu
azotados por la inquietud provocada por su fuego.
Los aprendices no pueden cincelar su imagen,
pues él mismo está inmóvil, él, que sólo es reposo.
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CANTO XLIX

Vayan a los siete lagos, por ningún hombre, estos versos:
lluvia, un río desierto, un itinerario,
fuego desde una helada nube, la lluvia torrencial en el ocaso,
la farola que cuelga del techo de una cabaña,
los juncos doblados por su peso
y los bambúes que gimen.

Luna otoñal; las colinas se empinan junto a los lagos
contra el crepúsculo.
La tarde es una cortina de nubes,
una imagen borrosa sobre el murmullo de las olas y a través de ella
las ramas del canelo, largas y puntiagudas,
una fría melodía entre los juncos.
Detrás de la colina la campana del monje
arrastrada bajo el viento.
El velamen pasó en abril por aquí; quizá retorne en octubre;
la plateada barcaza se esfuma; lentamente;
brilla el hosco sol sobre el río.

Allí donde el blasón púrpura abraza el crepúsculo,
las escasas chimeneas humean en el tráfago de luz.

Y la nieve va peinando el río
y un mundo se cubre de jade
y un bote pequeño flota como una farola
y el agua se cuaja por el frío. Y en San Yin
los habitantes se entregan al ocio.
Las ocas salvajes se abalanzan sobre el banco de arena,
y las nubes se agolpan en el boquete de la ventana;
agua inmensa; ocas señalando el otoño,
grajos agitándose sobre las farolas de los pescadores.
Una luz se mueve al norte del horizonte,
ahí donde un grupo de jóvenes empuja piedras al encuentro de camarones.
En mil setecientos arribó Tsing a estos lagos donde caen las colinas.
Una luz se mueve al sur del horizonte.
¿Debería asumir deuda un Estado al crear riquezas?
Eso es infamia; este es Geryon.
Este canal desemboca incluso en TenShi
aunque el viejo monarca lo erigió por gusto.

KEI MEN RAN KEI
KIU MAN MAN KEI
JITSU GETSU K O KWA
TAN FUKU TAN KAI

El sol asciende; trabajo;
el sol desciende; descansar.
Excavar el pozo y beber el agua.
Excavar el campo; alimentarse del grano.
¿Es ése el poder imperial?; ¿qué es para nosotros?

La cuarta: la dimensión del silencio.
Y el poder sobre las bestias salvajes.

CANTO LXXVI (Fragmento)

…ninguno adentro cargando odio
muerte, locura/ degeneración suicida…

…Que al final lo único que importa es la calidad
del afecto que ha dejado un vestigio en la memoria.
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CANTO LXXXIII (Fragmento)

…Y ahora las hormigas aparentan tambalearse
con sus sombras entibiadas por la luz del sol,
este aliento que abraza las montañas
relumbra y separa,
que nutre por su rectitud,
y no lastima
al envolver los nueve campos desde la tierra
al cielo.

Bondadosa compañera, la equidad,
abraza el itinerario;
si está ausente, se produce inanición.

Cuando las diversas equidades son reunidas
como pájaros posándose,
brota la vida.

Si los méritos no se recaudan y acopian en el corazón,
hay inanición.

CANTO XC (Fragmento)

…de aquel arsenal de escombros
m’ elevasti
del filo embotado más allá del dolor
m’ elevasti
sobre el Erebo, abisal,
del viento en la entraña de la tierra,
m’ elevasti
del aire embotado y el polvo,
m’ elevasti
con tu gran vuelo,
m’ elevasti…

…ascendiendo
sin más sombras,
luces que ardieron para ellos
y la oscura silueta del coraje…

…Los árboles mueren & el sueño permanece
Sólo está el amor que de él brota
ex animo
& ergo no puede regocijarse en sí mismo
sino sólo en el amor que de él brota.

UBI AMOR IBI OCULUS EST

CANTO CXVII (Fragmento)

…Tener por guías a una polilla y a dos ratones,
haber escuchado el resuello de una mariposa
tendiéndose como un puente sobre diversos mundos,
que los reyes se agolpen en su ínsula,
allí donde alimento ya no queda tras la fuga desde el polo.
Asclepias brindándonos sustento
para ingresar en lo arcano.

Ser hombres; no destructores.

FRAGMENTO (1966)

Aquel temple suyo,
la bravura de Olga,
hermosa,
será recordada.

El Coraje está escrito
bajo el nombre de Olga.

Vayan estas líneas
para mi último Canto

sea lo que sea escrito
en el intertanto.

(24 de agosto de 1966)

* * * *
Ezra Pound fue un poeta, ensayista, músico y crítico estadounidense perteneciente a la «Lost Generation» (a la que también pertenecieron William Faulkner y Ernest Hemingway). Enemigo del romanticismo y del discurso lógico, su obra resulta extremadamente compleja y difícil. Influyó, entre otros, sobre T. S. Eliot, su principal discípulo, y James Joyce, además de dirigir y aconsejar en sus primeros pasos literarios en París a su amigo Ernest Hemingway.

___________
* Armando Roa Vial (1966) es poeta, ensayista, antologador y traductor. Dentro de las antologías destacan «La Invención de Chile», en coautoría con Jorge Teillier, (FCE 2011) y «Ezra Pound. Homenaje desde Chile», en coautoría con Armando Uribe (2010 Editorial Universitaria). En el campo de las traducciones, destacan la de la poesía escogida de Robert Browning (2000-2008, Editorial Universitaria); Cántico del Sol de Ezra Pound (2008, Beuvedrais Editores); «El Cantar del Hierro: Beowulf y otras lecturas anglosajonas» (2010, Editorial RIL) «El Navegante» (2009, Editorial Universitaria); «Covers: 36 poetas en lengua inglesa» (Uqbar editores) y «Tarde o Temprano», antología de Thomas Hardy (Pfeiffer Editores) y Macbeth de William Shakespeare (Editorial Universitaria, 2013). En ensayo es autor del volumen «Elogio de la Melancolía» (1998-2008, Beuvedrais Editores). Su obra poética completa 1998-2008, en versión definitiva, ha sido recogida en el libro «Ejercicios de Filiación» (2010, Editorial Universitaria), al que se suma en 2012 «Shakesperean Blues» (Uqbar editores). Ha obtenido el Premio Pablo Neruda, 2002, y el Premio de la Crítica en Poesía, 2001, siendo también finalista en dos oportunidades del Premio Altazor.

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