Sociedad Cronopio

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Existe el diálogo entre el aventurero Tinín y el noble hijo del sol

¿EXISTE EL DIÁLOGO ENTRE EL AVENTURERO TINTÍN Y EL NOBLE HIJO DEL SOL?

Por Adriana I. Churampi Ramírez*

La concepción de los dibujos animados como un modelo de sencillo esparcimiento para los niños, hace ya mucho tiempo que fue superada. Bastaría una rápida mirada crítica a las historietas modernas para percibir que, tras los textos y las imágenes, subyace la estructura de un determinado discurso y que no importa el tema abordado ya que al final lo que «triunfe» estará teñido de la ideología que influye en el creador de las imágenes. La noción de lo bueno y de lo malo, lo sabemos muy bien, no es neutral, está política y culturalmente determinada.

Desde esta perspectiva, no resultará sorprendente el que hayamos escogido las aventuras vividas por Tintín para analizar en ellas el modo en que se construye la imagen de América Latina, del Perú en particular.

Lo que es importante en las representaciones que veremos más adelante es que desbordan la ideología y el sentir popular de la época en que fueron creados y quizás en la razón de ese detalle, tanto como en la genialidad del dibujante laureado internacionalmente (Hergé), radique su popularidad. En nuestro trabajo con estas historietas, el análisis de la alteridad nos permitirá asomarnos a la imagen que Occidente mantiene sobre América Latina.

Si pudo decirse, sobre las descripciones del llamado Nuevo Mundo en los Diarios de Cristóbal Colón que se hallaban profundamente influenciadas por el bagaje cultural, ideológico y mítico de su época, será sorprendente comprobar cómo en el siglo XX, etapa de aparición de nuestro material de trabajo, aún era posible recurrir a categorías similares y conseguir el mismo efecto fascinador en el público.
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En este trabajo nos limitaremos al análisis de ciertas estrategias empleadas en la construcción de la imagen latinoamericana. No entraremos a la trascendencia cultural, política e ideológica que resulta de la divulgación e internalización de estos estereotipos sobre América Latina, ello requeriría un trabajo más extenso, ya que equivaldría a hablar de la revisión estructural de nuestras sociedades y consecuentemente de su transformación.

Nuestro proyecto de analizar las Aventuras de Tintín, un héroe de historietas, en el contexto del proceso de formación de imágenes, nace de la lectura de Tintin’s Travels Diaries. Esta es una colección de libros informativos que guían al lector, valiéndose de las imágenes de Hergé, a través de la cultura, costumbres, paisaje y habitantes del Perú y los países andinos. En el prólogo Gerard Clivet escribe: «Cuando viajaba por la cordillera de los Andes, mi compañero de viaje exclamaba: ¡Es fabuloso! ¡Se ve idéntico a Tintín!» (Noblet 1995 : 7. Traducción mía). Aparentemente es posible que ante los ojos de un viajero moderno, la realidad, tanto del Perú como de los Incas, adquiera veracidad en la medida de su coincidencia con las imágenes de Hergé.

Iniciar el trabajo con el concepto de la formación de imágenes amerita mencionar, aunque sea brevemente, algunos conceptos generales sobre la disciplina que estudia las imágenes.

La imagología, teoría proveniente de la literatura comparada, estudia sobre todo las representaciones de las culturas y sociedades, es decir que no las define, ya que asume que dichas representaciones son esencialmente subjetivas. De allí que el analista se ocupe de la construcción de las imágenes como elemento integrante de los textos. En ese sentido, las peculiaridades de los pueblos o personas se asumen como una construcción. Inicialmente la imagología estudiaba las imágenes nacionales en representaciones textuales, pero últimamente abarca también cine, otras formas de narrativa e historietas.

El análisis imagológico parte del principio de que la construcción del discurso sobre la otredad, incluye necesariamente una concepción de la identidad propia y se encarga de explicitar los mecanismos que revelan esta dependencia de imágenes: el yo y el otro. Si bien estas imágenes, así creadas, pueblan los textos narrativos, se reconoce también que su efecto va más allá de la historiografía literaria, extendiéndose a un grupo más amplio, influenciando incluso la opinión pública.
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Nuestro estudio destaca la importancia de la influencia que ciertas representaciones sobre Latinoamérica podrían tener en la manera en que el público internacional, consumidor de historietas, contempla a las culturas de este lado del mundo.

El análisis imagológico implica mantener siempre presente el contexto en el cual se produce la imagen ya que este elemento es tan importante como las convicciones del autor. Cuando se habla de imágenes es necesario tener en cuenta que esta noción incluye conceptos como estereotipos y prejuicios, ya que la imagen presume una confrontación intercultural: Tras la construcción de la imagen de otros pueblos, subyace la imagen del propio. Los esterotipos, siguiendo la definición de Walter Lippmann, son los esquemas creados por los seres humanos para poder lidiar con conceptos, ideas o experiencias complejas e inaccesibles. El ser humano requiere de un mundo ordenado y coherente que le permita funcionar en la vida diaria, de allí que recurra a la imaginación, que le proporciona estas imágenes sencillas, superficiales y esquemáticas que ayudan a categorizar y aprehender el mundo.

Sin embargo, es necesario mantener siempre presente que estas imágenes tienen la función de proporcionar certeza temporal y deben ser contínuamente actualizadas y modificadas, ya que son por definición pasajeras. Aquí radica la dificultad, ya que una vez que se ha empezado a construir convicciones basadas en estas imágenes, habrá resistencia a la hora de aceptar la idea que nuestra visión del mundo es relativa, una más entre muchas. Es necesario mencionar también que estas imágenes son susceptibles de ser reforzadas, e incluso manipuladas, por instancias de comunicación masiva. Las historietas forman parte de estos medios masivos, ellas presentan una narrativa de manera lúdica, atractiva y fascinante. En las historietas, el lector se ve permanentemente confrontado con la representación de la otredad; no en vano un tema central es el enfrentamiento entre el bien y el mal. Las imágenes deben sintetizar complejos conceptos como tradición, cultura o historia, expresarlos a través de símbolos, de manera que se recurre fácilmente a estereotipos, contribuyendo así a reforzarlos, distribuirlos o eventualmente combatirlos.

HERGÉ

Hergé es el seudónimo de Georges Remi (1907–1983), afamado dibujante belga, creador del famoso reportero aventurero Tintín. Este personaje, que le otorgó fama mundial, nació en 1929 en una serie titulada Tintín en el país de los soviets. Sus historietas aparecieron primero en forma de tiras cómicas en los periódicos para luego, ante su popularidad, ir convirtiéndose en libros. Algunos de los cuales se adaptaron para la televisión y son vistos en cerca de 50 países. Sus aventuras también se han llevado al cine siendo la más reciente El Secreto del Unicornio, dirigida en 2012 por Steven Spielberg.
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La precisión, la exactitud y el colorido de las imágenes de Hergé son señalados como la clave de su éxito. Un rasgo que caracteriza la genialidad de Hergé es el haber conseguido presentar los más variados escenarios del mundo, trasfondo de las Aventuras de Tintín, de manera sumamente convincente.

SÍNTESIS DE LAS HISTORIETAS

Las 7 bolas de cristal narra la historia de la expedición etnográfica Sanders–Hardmuth que regresa, tras haber estado trabajando dos años en Perú y Bolivia, donde descubrieron tumbas Incas. Una vez en casa empiezan a caer víctimas de un extraño mal, que posiblemente «emana» de la momia de Rascar Capac, «el que desencadena el fuego del cielo», que trajeron a Europa. La maldición del dios de los Incas, a cuya cultura pertenece la momia, atraviesa el océano afectando a los expedicionarios. Las investigaciones de Tintín revelarán que se trata de una maldición a distancia, usando muñecos de los 7 hombres. Estos al ser maltratados al otro lado del mundo, producían una reacción en los científicos. Cada vez que los expedicionarios sufrían los ataques, se encontraban en la habitación fragmentos de bolas de cristal, de allí el título. La momia de Rascar Capac portaba también valiosas joyas de oro y será una de estas pulseras, usada por el despistado Profesor Tornasol, lo que motivará su secuestro.

El Templo del Sol se inicia cuando Tintín y su inseparable perro Milú, acompañados por el capitán Haddock, deciden rescatar a Tornasol y se embarcan en el carguero Pachacamac rumbo al Perú. Siguiendo las pistas y ayudados por un muchacho indio, Zorrino, al cual Tintín salva de un ataque, recorren Lima, los Andes y la selva donde encuentran la ciudad oculta de los Incas y caen prisioneros del Inca en el templo secreto del Sol. A punto de perecer en la pira del sacrificio, se salvan gracias al uso que hace Tintín de su conocimiento sobre los eclipses.

ANÁLISIS

Para empezar, es necesario observar que muchos elementos tradicionales de lo que, en el período colonial, se definía como lo exótico, se encuentran presentes en estas historietas. Comenzaremos por la presentación de la naturaleza. Perú, el país de los Incas, ofrece paisajes siempre rodeados de cumbres nevadas, los caminos —que generalmente son de herradura— avanzan resguardados por cactus, los senderos que bordean los Andes son sumamente riesgosos para las caminatas ya que están bordeados de profundos abismos, la vegetación es exuberante y no faltan ni siquiera las impresionantes cataratas. La fauna contribuye a la majestuosidad del ambiente con una serie de animales poco comunes, que forman parte del paisaje desconocido para el héroe y sus amigos. La boa gigantesca que apresa a Zorrino o el cóndor que ataca a Milú, confundiéndolo con su comida del día, así como el oso hormiguero, el tapir, los caimanes y la impredecible y temperamental llama, constituyen una fauna fascinante que exalta la imaginación del lector. Finalmente tenemos a los habitantes con sus coloridos ponchos y gorros, sus enigmáticos «¡No sé! ¡no sé!» que provocan la desesperación del capitán Haddock, sus extrañas costumbres, como el consumir una bebida fortísima llamada pisco, o su peculiar manera de hacer música: «Flautas hechas de huesos de muertos […] los Incas hacen música con las tibias de los muertos». Es precisamente una de estas «costumbres» la que se encuentra en el origen de la visita de Tintín: la posibilidad de activar un maleficio a distancia. Al menos así lo confirma el Inca: «Usted ve aquí siete imágenes de cera. Cada una representa a los hombres por quienes usted pide clemencia. Desde este reino los haremos sufrir con ayuda de esta magia». Si bien las imágenes y los diálogos ya expresan la sorpresa ante la manera en que algo tan universal como la música es producida por los Incas, para reforzar el efecto se agrega el juicio de valor sobre el producto final: «—¿Qué tipo de música es esa? —¿Música?

¿a eso le llamas música?»
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Los elementos de la tradición incaica, que saltan a primera vista caracterizando el místico culto al Sol, son: para empezar, su carácter excluyente, que no acepta a los forasteros. Este secretismo llega a tales extremos que incluso deviene en mortal para quienes se atrevan a desobedecer. Es el caso del muchacho indígena Zorrino, considerado traidor por aliarse con los extranjeros. No podía faltar el ritual de la muerte y las ofrendas humanas, conocidos aspectos al referirse a las culturas precolombinas. Sin embargo, confrontado con las más extremadas amenazas, Tintín siempre recurre a hábiles estrategias de escape usando en su ventaja, por ejemplo, sus conocimientos sobre los eclipses, su saber científico. Este episodio rememora a otro, en 1503, cuando Cristóbal Colón enfrentó un levantamiento de habitantes de Jamaica, recurriendo a similar recurso. Colón hizo uso de su dominio del calendario de Johannes Regionontanus de 1474 (Farr 2002: 116). Sin embargo, podríamos preguntarnos si un episodio como el descrito, realmente amerita mayor atención. Si atendemos a la siguiente afirmación tendríamos que contestar negativamente: «La mayoría de lectores de Hergé, arrebatados por el relato y el emocionante final tienden a ser […] poco críticos» (Farr 2002: 116. Mi traducción). Ya que Farr menciona el tema, nos preguntamos, por qué tendría que ser necesario ser críticos? Quizás porque detrás de este detalle se oculta un aspecto más polémico: la confrontación entre el valor de la visión racional y científica, que representa al mundo occidental, frente a «otras» maneras de pensar. Augusto Monterroso, el escritor guatemalteco, en su corto relato «El Eclipse» le dedica atención al mismo tema, presentando esa otra versión. Un sacerdote español, que ha caído prisionero de los Mayas, confrontado con una muerte segura, intenta hacer uso de la estrategia del conocimiento del eclipse para impresionar a sus captores y salvarse. No le sirve de mucho, es sacrificado a los dioses mientras junto a él un indio va leyendo las diversas fechas de los eclipses de sol y de luna, tal como habían sido pronosticados por los sabios del pueblo. Al respecto señala Monterroso:

Es un relato que intenta recuperar la ciencia y el conocimiento de los antiguos Mayas, los habitantes originales de mi país. La iglesia, que llegó después de la conquista, destruyó esta ciencia y conocimiento. (Monterroso 1996:1)

Los elementos que construyen el Imperio de los Incas en la historieta, parecen nutrirse de una fuente inagotable, que hasta el día de hoy, no ha perdido su carisma. Nos referimos a la idea de un reino misterioso y desconocido donde se adoran dioses extraños, rodeado de un secretismo que excluye toda mirada foránea…motivando inevitablemente la curiosidad. El escenario es, por supuesto, un paraíso arcaico, donde las mágicas dimensiones míticas, tanto de la geografía como de las culturas habitantes, se balancean entre la violencia pura y la muerte. Los viajeros de todos los tiempos sueñan con las Aventuras de Tintín: paisajes exuberantes en tierras lejanas, costumbres extrañas, suspenso y desafíos presentados por la naturaleza y los animales fantásticos, una geografía desconocida que explota ante los ojos del descubridor en un abanico de colores, una belleza indescriptible que puede, sin embargo, resultar traicionera e incluso ocultar la muerte. Reconocemos aquí los excesos característicos adjudicados a la imagen tradicional de las culturas latinoamericanas: fiesta y muerte, amor y odio, pasión y sufrimiento, gran creatividad y absoluta destrucción.
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En la escena central asistimos al momento, casi mágico, cuando el diálogo con el otro se hace posible, gracias a la astucia, el respeto y la necesaria dosis de razón del extranjero. Tintín ha estado intentando entablar diálogo con el Inca desde el comienzo, sin embargo la actitud del último impide la comunicación. Mejor dicho el Inca se niega a escuchar a Tintín, se muestra casi obsesionado por ejecutar la pena contra los extranjeros y castigar al traidor Zorrino. Es interesante la presencia de un rasgo del carácter del Inca que lo define como inadecuado para el diálogo razonable. El Inca muestra una clara tendencia a los ataques de ira. Acompañando a las imágenes de un Inca furibundo, están los textos: «¡¿Dónde robaste ese medallón, pequeña víbora?!» «Y tú, perro extranjero, ¿cómo la conseguiste?». Sólo después que Tintín «desarma» la grave formalidad del momento con su aparente dominio sobre el dios sol, el Inca, impresionado, se dispone a escucharlo y entonces los problemas se resuelven con rapidez. Los prisioneros son liberados, una vez que Tintín le explica al Inca didácticamente que su opinión respecto a los siete científicos no concuerda con la realidad: «No, los hombres no vinieron aquí a robar, Noble Hijo del Sol. Su único objetivo era hacerle conocer al mundo vuestras tradiciones ancestrales y la riqueza de vuestra civilización». El Inca, que con la explicación de Tintín ha accedido a la, aparentemente, única verdad, muestra una reacción completamente diferente a la del comienzo de la confrontación: «¡Así sea! ¡Te creo! […] ¿Quieres seguirme, oh extranjero?» y se dirigen todos a revelarle a Tintín los fabulosos tesoros del Imperio del Sol, ya que Tintín acaba de vencer la ley que excluía de este privilegio a todos los extranjeros. El mundo secretivo, violento e inaccessible de esta cultura milenaria ha sido vencido por el poder del valor y la inteligencia de Tintín.

Si tuviéramos que escoger algunos tópicos para sintetizar lo que la historieta nos presenta, mencionaríamos: La Ciudad Perdida de los Incas, el Inti Raymi (Fiesta del Sol), El Dorado y la infranqueable y exótica selva amazónica. Todas estas visiones o sueños tradicionales sobre la región ya habían sido, de una manera u otra, abordados en los trabajos de Montaigne, Moro o Hobbes. El éxito de Hergé radica, en parte, en la habilidad de haber condensado estos conceptos de modo gráfico. Es cuestionable si estas exóticas visiones sobre el Perú y los Incas coinciden, en algo, con la imagen real, pero lo más importante y digno de reflexión es el éxito de esta representación con el paso de los años. Eso significaría que esa es la versión, en este caso sobre el Perú y la historia Inca, que los lectores internacionales de Hergé consideran reconocible y aceptable. En ese sentido, es posible considerar El Templo del Sol como un buen ejemplo de la manera en que Occidente concibe al Perú y a los Incas. Hergé actúa como un traductor, excelente sin duda, de la noción que su mundo tenía sobre la «otredad» americana. Los lectores, satisfechos con la imagen que Tintín les presenta, expresan su reconocimiento premiando al dibujante con la popularidad y los éxitos de venta a lo largo de más de 65 años.
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La otra discusión es si efectivamente tiene sentido juzgar a Hergé por las imprecisiones en sus representaciones. Nos referimos, por ejemplo, al comienzo de El Templo del Sol, donde vemos a Tintín y Haddock caminando por Lima. En el horizonte se aprecian los Andes nevados, una imposibilidad ya que Lima se encuentra en la costa, más cerca del mar que de los Andes. Más consecuencias tuvo el mapa del Perú, donde se aprecia que Ecuador «gana» un trozo del norte del Perú. Penoso detalle ya que ambos países estuvieron, en 1995, en pie de guerra a raíz de esta frontera indeterminada. El album de Tintín, por esta razón, estuvo prohibido en el Perú por buen tiempo.

No creo que sea el caso juzgar cada detalle, es más importante prestar atención a lo que sí encontramos en las historietas, en lugar de lo que está alterado o ha sido omitido. Esa presencia, sin embargo, es algo inasible y difícil de definir: la sensación que las imágenes despiertan en el lector. Nos referimos a la fascinación por aquel culto místico, aquel paisaje que quita el aliento pero que tras su belleza esconde peligro y traición, a esa aventura puesta en peligro por las más extrañas apariciones y a la confrontación con inesperadas e inconcebibles prácticas y manifestaciones culturales. Averiguar dónde radica el poder de atracción de estas experiencias es lo que nos intriga. Creemos que precisamente el crear esa «sensación» es la clave del atractivo de las Aventuras de Tintín: el seleccionar las representaciones precisas y adecuadas, usar los símbolos correctos, todo ello es lo que apela a la imaginación de un amplio público. La precisión de Hergé, la combinación de su talento, apoyado por la consulta de fuentes que sustentaban, en gran parte, la veracidad de sus dibujos, produjo imágenes que hasta hoy resultan creíbles, más allá de sus imprecisiones. Tintín, el aventurero que penetra en esas ignotas tierras, reúne en sí dos características: es el «adelantado», el que reconoce por primera vez un territorio y también el aventurero, consciente del riesgo pero decidido y valeroso, con una misión que cumplir. El lector se identifica con este héroe, quizás porque reconoce en la manera en que Tintín contempla ese mundo desconocido, su propia visión. En ese sentido, Tintín en los Andes representa una actitud de su tiempo: el orgullo de su cultura, que, entre otros valores, aún mantenía la convicción de ser heredera del concepto de civilización. La parte del mundo, a la que Tintín representa, contempla al resto del mundo desde los ojos del progreso y del bondadoso —aunque ésto sea materia de más profundo análisis— afán civilizador y culturizador.
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Se dice del ambiente inquietante que se percibe en Las 7 bolas de cristal, y que continúa en El Templo del Sol, que podría explicarse por el ambiente que vivía Europa en esos momentos ante la ocupación nazi y que la maldición de la momia de Ráscar Cápac se inspiraba en los desastres que parecían haber asolado al equipo de arqueólogos de Howard Carter, que acababan de descubrir y exponer la tumba de Toet-Ankh-Amon (Farr 2002: 115). Sin embargo, el éxito moderno de Tintín prueba que su atractivo no sólo radicaba en su influencia sobre determinada generación, sus historias parecen no estar atadas a un momento determinado, desafían el transcurso del tiempo, lo cual demuestra que hizo uso de símbolos y elementos universales, que siguen convirtiendo sus aventuras en emocionantes y llenas de suspenso. Podría ser que en la raíz de sus símbolos, se proyectan otros elementos tradicionales que, yendo más allá de la apelación a la imaginación occidental, al ser proyectadas en el escenario adecuado no pueden ser más que reconocidos como un intento de acercarnos a la realidad —gráfica— de la aspiración y la búsqueda de la utopía, de la Arcadia, del Paraíso Perdido.

Si bien este intento es universal, es innegable que aún al perseguir las utopías los escenarios ideales están teñidos de diversidad, ya que cada cultura los define a su manera. Hasta que este derecho a soñar alcance un mayor carácter inclusive, respetando y considerando también las voces, las imaginaciones y los sueños de los otros protagonistas presentes en las utopías, empecemos a hacer camino, que es como Eduardo Galeano define la travesía:

«La utopía está en el horizonte, me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos.
Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá.
Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré.
¿Para qué sirve la utopía?
Para eso sirve: para caminar.»
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Las Aventuras de Tin Tin. Dirigida por Steven Spielberg. Cortesía de Amblin Entertainment / Paramount Pictures / Sony Pictures Entertainment.   Pulse para ver el video:

[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=KGuWOPskcdI[/youtube]

BIBLIOGRAFIA

Farr, Michael. Kuifje. Droom en werkelijkhei d. De ontstaansgeschiedenis van de aventuren van Kuifje. París: Editions Moulinsart, 2002.
Hergé. El Templo del Sol. España: Editorial Juventud S.A., [1949] 2007.
Las siete bolas de cristal. España: Editorial Juventud S.A., [1948] 1997.
Leersen, Joop y Beller, Manfred. The cultural construction and literary representation of national characters. NewYork/Amsterdam: Rodopi, 2007.
Monterroso, Augusto. Obras Completas (y otros cuentos). Barcelona: Editorial Anagrama, 1990.
Noblet, Martine. Tintin’s Travel Diaries. Peru and the Andean Countries. U.S.A.: Barron’s Educational Series, 1995.
DerPolígano.com: Eduardo Galeano: Poemas. Online. Consultado el 20/07/2014.
derpolingano.blogspot.com/2010/11/eduardo-galeano-poemas.html

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* Adriana I. Churampi Ramírez es peruana (1965). Realizó estudios de Lenguas y Culturas de América Latina en la Universidad de Leiden (Holanda), graduándose con honores en 1997. Posteriormente obtuvo su doctorado por la misma universidad en 2004, con la tesis titulada Los Heraldos del Pachakuti (2004), donde analiza la pentalogía del autor peruano Manuel Scorza, que narra las rebeliones campesinas de los Andes peruanos en los años 60. Desde el 2004 se desempeña como profesora titular de Literatura Latinoamericana en el departamento de Latin American Studies de la Universidad de Leiden. Su línea de investigación abarca la revisión de las estrategias de construcción, así como la evolución, de la imagen de «lo indio» en la narrativa de la zona andina. Considera como material de trabajo los documentos coloniales, las novelas e incluso los cómics. Ha dictado también clases en otras universidades de Bélgica y del Reino Unido y participa constantemente en conferencias internacionales. Tiene numerosas publicaciones, en revistas académicas y libros, sobre sus temas de investigación.

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