Literatura Cronopio

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Ahora bien, no hay que olvidar que existe también una directa relación entre el lugar en el cual se encuentran los demonios infernales y los hechos que les tocaron vivir en la otra existencia; creemos que en Minos este hecho se hace más evidente y que él estuvo cerca de situaciones relacionadas con la lujuria. Sin ir más lejos, recordemos el horrible pecado de Pasifae y la inhumana actitud del rey para con el hijo mitad toro y mitad hombre, a quien condenó a vivir en un laberinto para no ver así el resultado de los excesos de la reina.

La actitud de Minos hacia el viajero infernal es semejante a la adoptada por Carón en el canto III. La intervención de Virgilio, pone nuevamente las cosas en su lugar.
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En el segundo de los aspectos señalados, se marcan las características del castigo impuesto a los lujuriosos que son arrastrados por una tromba infernal y golpeados contra una muralla. Se cumple nuevamente la ley del contrapaso, porque los que en vida se dejaron llevar por la tromba figurada de la pasión y les resultó placentero, en la muerte son arrastrados contra su voluntad por otro huracán que los castiga duramente.

Los condenados que aquí se mencionan son: Semíramis, Dido, Cleopatra, Elena, Aquiles, Paris y Tristán. Nos llama la atención observar a Dido en este círculo, porque su lujuria, mejor llamarle amor, fue motivada por el ansia de gloria de Eneas y ella no hizo más que caer prisionera de su discurso. En cuanto a Aquiles se insinúa algo que ya era vox populis en el ambiente helénico: su amor por Patroclo. El narrador dice: «Tempo si volse, e vidi il grande Achille,/ Che con amore al fine combatteo» [29] (Alighieri, 1959: 44).

El último momento está dado por el encuentro con Paolo y Francisca, el cual llena el corazón del poeta florentino de terribles sufrimientos. Cuando consigue que los dos condenados se acerquen a él, habla sólo con Francisca —nueva expresión del contrapaso— porque quien habló en la tierra declarando su amor, en el infierno debe callar mientras escucha, en boca de su amante, el relato de sus miserias.

Francisca culpa al Amor de sus desgracias, amor que se dio en tres momentos:

1. Ese Amor hizo que Paolo se enamorara de su hermoso cuerpo, al cual todavía ella recuerda con nostalgia.
2. Amor la obligó a ella a amar a aquel que le profesaba igual afecto.
3. Y, finalmente, Amor los llevó a una misma muerte a manos del marido engañado, para quien —se indica mediante una prolepsis— hay un sitio reservado en el noveno círculo del Infierno.

El discurso final de Francisca es muy breve y en él relata los acontecimientos que la llevaron al encuentro con su cuñado y amante. Termina diciendo mediante una terrible reticencia: «Quel giorno piú non vi leggemno avante» [30] (Alighieri, 1959: 46). El lector debe ser el intérprete de este final trunco: ¿Murieron en el momento de ese beso pasional o el marido los mató tiempo después? La primera de las opciones abriría la imponente posibilidad de estar condenados en el Infierno tan solo por un beso.

Finalmente, cuando se disponen a abandonar el lugar, nuevamente se desmaya Dante, cumpliéndose así la segunda etapa de su función catártica.

CONCLUSIONES

Alighieri compuso una obra genial no sólo por los contenidos volcados en ella, sino también por el estilo, los recursos retóricos y por el impacto que provoca en el espíritu de sus lectores.
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En el título aludimos a los conceptos de «catábasis» y «catharsis», los cuales fueron explicados teóricamente primero y, sustentados luego por ejemplos tomados de la obra y sus respectivas relaciones intertextuales con otras.

En el recorrido efectuado por nuestra revisión crítica escogimos pasajes de la antigua lengua italiana, los cuales traducidos por nosotros nos permitieron estar un poco más cerca de la búsqueda conceptual del narrador.

Dante es personaje y relator de los hechos desde la perspectiva de focalización interna fija de acuerdo con Genette. No debemos confundir al Dante protagonista con Alighieri, el escritor. Uno y otro cumplen papeles diferentes.

Las influencias del pensamiento homérico se vieron representadas no sólo por los personajes mitológicos escogidos por Dante para integrarse a su Infierno, sino también por el espíritu helénico que se respira en todo momento en el desarrollo del poema humanista.

La filosofía griega se proyecta así en el ánimo revolucionario de la última etapa de la Edad Media europea. Parecen haber quedado atrás los viejos esquemas impuestos fundamentalmente por la Iglesia, y renace también una nueva interpretación del hombre.
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REFERENCIAS

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Fuentes de Internet

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NOTAS

[1] «En la mitad del camino de nuestra vida\ me encontré en una selva oscura,\ y la vía recta había desaparecido.\ ¡Ah!, cuán penoso me sería decir lo salvaje,\ áspera y espesa que era esta selva,\ cuyo recuerdo renueva mi temor.» (Todos los textos traducidos de La Comedia son míos).
[2] Alegoría es una imagen continuada a través de un texto en prosa o en verso, que va traduciendo a plano metafórico cada uno de los componentes del plano real. (Bustos Tovar, 1985: 12)
[3] «Vi su cima revestida ya de los rayos del planeta que nos guía con seguridad por todos los caminos.»
[4] Con el significado de «equilibrio, moderación, mesura».
[5] En italiano, lonza viene del latín Lynx. No puede establecerse con precisión si Dante se refiere al lince, a la pantera o al leopardo. Frecuentemente las traducciones hablan de una pantera; hemos preferido la denominación de «lince».
[6] «De esta manera, al principio de la cuesta / aparecióseme un lince de ágil y de rápidos movimientos/ y cubierto de manchada piel/ y no se separaba de mi vista/ sino que interceptaba de tal modo mi camino/ que me volví muchas veces para retroceder./ Era a tiempo que apuntaba el día,/ y el Sol subía rodeado de aquellas estrellas/ que estaban con él cuando el amor divino/ imprimió el primer movimiento a todas las bellas cosas de la creación;/ hora y estación tan dulce/ me daban motivo para augurar bien/ la pintada piel de aquella fiera».
[7] «Pero no tanto que no me infundiera terror/ el aspecto de un león que a su vez se me apareció./ Figuróseme que venía contra mí/ con la cabeza en alto y con hambre rabiosa,/ que hasta el aire parecía temerle:»
[8] «Siguió a éste una loba que, en medio de su demacración / parecía cargada de deseos;/ loba que ha obligado a vivir miserable a mucha gente;/ me causó tal turbación/ el fuego que despedían sus ojos,/ que perdí la esperanza de llegar a la cima»
[9] «Me respondió: No soy hombre, lo he sido,/ mis padres fueron lombardos,/ y ambos tomaron por patria a Mantua./ Nací bajo Julio César aunque tardíamente,/ y vi a Roma bajo el buen Augusto,/ en el tiempo de los falsos y engañosos dioses./ Fui poeta, y canté a aquel justo/ hijo de Anquises, cuando vino de Troya,/ después del incendio de la soberbia Ilión.»
[10] Perífrasis. Recurso que consiste en expresar con varias palabras lo que se podría decir con menos. Puede responder su empleo a razones eufemísticas, estetizantes o, simplemente, a un alarde de ingenio, también se llama circunlocución. (Bustos Tovar, 1985: 471).
[11] Corresponde señalar que Publio Virgilio Marón nació en el año 70 A.C. y murió en el 21 A.C.. Puede ser considerado como el máximo poeta de la literatura latina. Nació en Mantua en el seno de una familia campesina; tuvo una educación esmerada y pronto se ganó el aprecio de los mejores círculos de Roma. Fue protegido de Mecenas y dedicó toda su vida a la creación literaria. De carácter tímido y retraído, no participó en actividades políticas, pese a estar relacionado con las personas más influyentes de Roma, inclusive con el propio Augusto, quien le dispensó permanentemente su favor. Entre los años 42 y 32 A.C. escribió las Bucólicas, que constan de diez poemas de escasa extensión, llamados églogas, escritos en versos hexámetros. Los asuntos y procedimientos de composición proceden de Teócrito; se trata de idilios pastoriles que se desarrollan en un ambiente idealizado. Virgilio dota a su visión del paisaje y de la naturaleza de una emoción personal; el sentimentalismo es uno de los elementos originales de la poesía virgiliana. Por ejemplo, en la égloga X el marco descrito es la Arcadia, región montañosa de Grecia, que desde entonces quedará como marco arquetípico de la poesía pastoril. Las Bucólicas son en cierto modo una poesía en clave, porque el autor esconde tras el nombre de los pastores , personajes de la vida real, entre ellos el del propio poeta. Este artificio será imitado en varias oportunidades en el Renacimiento; así ocurre en las Églogas de Garcilaso de la Vega. Al mismo tiempo, durante siglos se creyó que en la «Égloga IV» de las Bucólicas se expresaba una profecía de la venida de Jesucristo a la tierra, ya que en ella el poeta anuncia el nacimiento de un niño que cambiará la historia de la humanidad; en realidad la égloga, dedicada al cónsul Polión, parece referirse, según algunas interpretaciones, a Claudio Marcelo, hijo de Octavia, la hermana de Augusto, y según otras, podría tratarse del propio Augusto quien llegara al gobierno de Roma siendo muy joven aún. Fue la enorme admiración por Virgilio lo que estimuló esta conceptualización cristianizadora de un poeta pagano. Simultáneamente, se considera que los diez poemas de las Bucólicas están organizados en lo que parece ser una arquitectura simétrica; pero lo que destaca en ellas, sobre toda otra consideración, es la perfección métrica y de estilo. De ahí que, siendo una obra imitada de Teócrito, posea sin embargo una notable originalidad. Carácter diferente tienen las Geórgicas en las que el poeta describe las labores campesinas. A pesar de que en sus orígenes el poema tiene una finalidad didáctica, se convierte en seguida en una obra lírica gracias a la tierna sensibilidad que el poeta proyecta sobre la naturaleza. Están compuestas por cuatro libros que tratan del cultivo de los campos, de los árboles, de los animales y de las abejas, pero con frecuentes digresiones en las que se trazan cuadros llenos de vida, sin que falte el elemento patriótico, como el famoso elogio de Italia. Con todo, la obra máxima de Virgilio es la Eneida, que consta de doce libros escritos en Hexámetros. Dedicó a este poema los once últimos años de su vida; fue escribiéndolo con gran lentitud; apremiado con frecuencia por Augusto, hubo de leer anticipos de su obra. Antes de terminarla, insatisfecho todavía, viajó a Grecia para visitar los lugares en donde se conservaba el recuerdo de Eneas; cayó enfermo y murió en Brindis al desembarcar. Su espíritu perfeccionista hizo que le prometieran destruir el texto de la Eneida, que él consideraba no definitivo, pero Augusto se opuso y mandó conservarlo tal como lo había dejado el poeta. Los doce cantos de la Eneida están divididos en dos partes; los seis primeros narran las navegaciones de Eneas y los troyanos fugitivos que lo acompañan, hasta llegar a Italia, la tierra prometida para fundar una nueva patria. Esta parte está inspirada en la Odisea; en ella se encuentra el conocido episodio de los amores de Dido, reina de Cartago, y Eneas. La segunda parte relata las luchas que tienen lugar en Italia; especial vigor tiene el combate entre Eneas Y Turno. El modelo homérico es, en este caso, la Ilíada. A pesar de ello hay considerables diferencias entre la epopeya de Virgilio y las obras de Homero. Frente al vigor mítico de los héroes homéricos, los de Virgilio están descritos con una meticulosidad en la que dominan los perfiles psicológicos. La obra virgiliana es menos violenta, pero más dulce y, sobre todo, alcanza un refinamiento estilístico del que carece la obra de Homero. Junto a ello hay que señalar que la Eneida es un poema patriótico que exalta la gloria de Roma; por eso los personajes y las situaciones poseen un cierto significado simbólico. Todo está dirigido a justificar el derecho de Roma a imponer su poderío en la paz del Imperio. (Cfr., Jesús Bustos Tovar, 1985: 639-640).
[12] «¡Oh Musas! ¡Oh alto ingenio!, venid en mi ayuda:/ ¡Oh mente que escribiste lo que vi!,/ ahora aparecerá tu nobleza.»
[13] En relación con el tema mitológico de las Musas y su conexión directa con la poesía en las diferentes etapas de la humanidad, corresponde señalar que estas diosas aparecen directamente relacionadas con Apolo. Por su condición de dios de la música, Apolo las tiene como compañeras habituales. En sus orígenes las Musas serían al parecer como las ninfas, divinidades de las fuentes. Sólo más tarde se convirtieron en las diosas de la memoria y, posteriormente, de la inspiración poética. Su nombre ha variado con las épocas. Las primeras Musas adoradas en el Helicón eran tres: Melete, Mneme, Aoide. También eran tres en Sición y en Delfos, y por su solo nombre -Nete, Mese, Hípate- podía colegirse que se trataba de la personificación de las tres cuerdas de la lira. En Lesbos y Sicilia se admitía la existencia de siete musas, y los pitagóricos aceptaban ocho igual que en la Atenas primitiva. Finalmente se convino en que la cifra fuese nueve y éstas eran: Clío, Euterpe, Talía, Melpómene, Terpsícore, Erato, Polimnia, Urania, Calíope.
En lo que tiene que ver con sus atribuciones, durante mucho tiempo las Musas aparecieron como un todo indistinto que presidía la Música y la Poesía. Sólo en época tardía le fue asignada a cada una su atribución específica. Así Clío se convirtió en la musa de la Historia y tenía como atributos la trompeta heroica y la clepsidra. Euterpe tenía bajo se advocación el arte de tocar la flauta y su atributo era este instrumento. Talía, considerada primero como una musa agreste, se convirtió más adelante en la musa de La Comedia. Era representada con el bastón y la máscara cómica en sus manos. Melpómene era la musa de la tragedia y sus atributos eran la máscara trágica y la maza de Heracles. Terpsícore, cuyo atributo era la cítara, era la musa de la Poesía lírica y la Danza. Erato contaba entre sus atribuciones a la Poesía erótica. Polimnia, después de haber sido la musa de los himnos heroicos, se convirtió en la del arte mítico. Se representaba en actitud meditativa con un dedo en los labios. Urania era la musa de la astronomía, y sus atributos eran el globo celeste y el compás. Por último, Calíope, que ocupaba el primer lugar entre sus hermanas, fue considerada ya como musa de la Poesía épica, ya como musa de la elocuencia. Sus atributos eran el estilo y las tabletas. ( Cfr., Félix Guirand, 1965: 158).
[14] «Pero yo ¿por qué he de ir? ¿quién me lo permite?/ yo no soy Eneas ni Pablo;/ ante nadie, ni ante mismo me creo digno de tal honor.»
[15] Filogínico. Neologismo creado por mí para referir al amor y respeto por la mujer. Tal término no existe hasta la fecha en el DRAE.
[16] «¡Por mí se va a la ciudad doliente,/ por mí se va al eterno dolor,/ por mí se va tras la gente perdida./ La Justicia animó a mi alto creador,/ me hizo la divina potestad,/ la suma sabiduría y el primer amor./ Antes de mí no había cosa creada,/ sino lo eterno y yo eternamente permanezco:/ Abandonad toda esperanza vosotros que aquí entráis!»
[17] «Procedimiento literario que consiste en la repetición de una o varias palabras al comienzo de la frase —véase también epanalepsis—, o al comienzo de varias frases; en este último caso, también recibe el nombre de epanáfora. Su utilización, ya sea en la prosa o en el verso, contribuye al movimiento rítmico del período sintáctico y provoca en el lector o auditor efectos expresivos que intensifican semánticamente el significado de los términos o sintagmas repetidos. Por su simplicidad, es muy frecuente en la poesía popular, pero se puede encontrar en cualquier manifestación poética». (Bustos Tovar, 1985: 24). En lo que respecta al término Epanalepsis, dice el diccionario citado: «Tipo de anáfora mediante la cual se repite la misma palabra —o un grupo de palabras— al principio de una frase o de un verso. (Bustos Tovar, 1985: 198)
[18] «Conviene abandonar aquí toda sospecha;/ conviene que aquí termine toda cobardía. /Hemos llegado al lugar donde te he dicho,/ que verías a la dolorida gente,/ que ha perdido el bien de la inteligencia».
[19] «Allí suspiros, quejas y profundos lamentos/ resonaban bajo un cielo sin estrellas,/ de suerte que, apenas hube dado un paso, me puse a llorar./ Diversas lenguas, horribles blasfemias, /palabras de dolor, acentos de ira,/ voces altas y roncas, acompañadas de palmadas,/ producían un tumulto que va rodando/ siempre por aquel espacio eternamente obscuro, / como la arena impelida por un torbellino./ Yo que estaba horrorizado dije:»
[20] «No hablemos más de ellos, míralos y sigue adelante».
[21] Eufemismo: sustitución de una palabra que tiene connotaciones peyorativas o penosas para el hablante —o para la sociedad— por otra más agradable que intente atenuar o disimular su significado. Su aparición se debe a múltiples causas: adaptación a la situación en que se halla el hablante, intento de ocultar realidades o circunstancias desagradables y, sobre todo, deseo de no mencionar determinadas palabras o expresiones de contenido social, político, sexual, religioso, etc. [En Dante el eufemismo responde a la necesidad de ocultar nombres que no pueden ni deben aparecer en el contexto]. (Bustos Tovar, 1985: 214-215).
[22] «Vi la sombra de aquel que por cobardía hizo la gran renuncia».
[23] «¡Ay de vosotras, almas perversas;/ no esperéis ver nunca el cielo!/ Vengo para conduciros a la otra orilla,/ donde reinan eternas tinieblas, en medio del calor y del frío».
[24] «Y tú, alma viva que te presentas así,/ aléjate de esas que están muertas».
[25] Id. «Carón, no te irrites,/ así se ha dispuesto allí donde se puede/ todo lo que se quiere, y no preguntes más.»
[26] «Así como en otoño van cayendo las hojas/ una tras otra hasta que las ramas/ han devuelto a la tierra todos sus despojos,/ del mismo modo la malvada raza de Adán:/ se lanzaba una a una desde la orilla,/ a aquella señal, como pájaro que acude al reclamo./»
[27] Minos fue, pues —con Radamantis y Sarpedón—, hijo de Zeus y Europa. Cuando ésta llegó a Creta, casó con el rey de la isla, Asterio, quien adoptó a sus hijos, y luego, a la muerte del rey, le sucedió MInos en el trono, distinguiéndose por la sabiduría de su legislación y por su espíritu de justicia, que le valió, después de muerto, el ser promovido a la categoría de juez del mundo subterráneo. (Guirand, 1965: 265)
[28] En relación con Dédalo, cuenta la mitología que era originario de Atenas y famoso por sus múltiples habilidades. Se le atribuía la invención del hacha y de la sierra, y se contaba que había sido el primero en destacar de los xoana, primitivas e informes estatuillas de los dioses, los brazos y las piernas. Por haber dado muerte a su sobrino, a causa de rivalidades derivadas de su oficio, pidió asilo a Minos. Dédalo fue quien indujo a Ariadna a entregar a Teseo, el hilo precioso que permitió a éste guiar sus pasos por el laberinto. Minos consideró este hecho como una traición, y ordenó que Dédalo y su hijo Icaro fuesen encerrados en el palacio, del que pudieron evadirse remontándose por los aires gracias a unas alas que imaginó Dédalo. Pero como durante el viaje Icaro se acercó demasiado al sol, la cera que fijaba las alas se fundió, y el infortunado fue a caer al mar, que luego recibió el nombre de Icario. Dédalo tomó tierra en Cumas, y de aquí pasó a Sicilia, donde se granjeó el favor del rey Cócalo. Por eso, cuando Minos que había perseguido a Dédalo, puso pie en la isla, Cócalo se negó a entregarle su huésped; más aun, ahogó a Minos en el baño. Y así fue el fin de Minos cuya tumba, no obstante, se mostraba en Creta. (Guirand, 1965: Op. cit.
[29] «Los calamitosos tiempos y vi al gran Aquiles que al fin combatió por amor»
[30] «Aquel día ya no leímos más»

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* Luis Quintana Tejera nació en Maldondo (Uruguay), en 1947. Fue alumno de José Enrique Bengoechea, Hyalmar Blixen, Marina López Blanquet y Alfredo Olave. En 1984 se trasladó a México, donde reside hasta hoy. En 1991 obtuvo la maestría en Filosofía en la Facultad de Humanidades de la UAEM. En 1995 alcanza el grado de Doctor en Letras en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Trabaja para la facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México como catedrático e investigador de Literatura. Ha organizado catorce eventos de literatura, encuentro y coloquios, y también ha participado en congresos de literatura a nivel nacional e internacional. En 2005 participó en la creación de un texto colectivo en torno a la obra de Jorge Volpi. Es el actual editor de la Editorial Verbum de Madrid. Correo-e: qluis11@hotmail.com Web: www.luisquintanatejera.com.mx

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