Sociedad Cronopio

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Las idas y venidas del coreógrafo al Museo de El Prado para extasiarse ante los cuadros de Velásquez, pintor de cámara de la Corte de Felipe IV acabaron de vislumbrar y enriquecer las ideas que el “divino” amalgamaba, sugerencias que podemos apreciar en los personajes que asoman como figuración sentados al fondo de la escena presenciando el desfile de las Sonatas. La Reina Mariana de Austria, La Infanta María Teresa, La Infanta Margarita, Las Meninas, etc. todo es un soberbio testimonio de los lienzos que inmortalizó el célebre pintor sevillano.

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La Sonata nº V en “Fa” mayor sostenido es la que bailaba Rosita Segovia con zapatillas de puntas con pura técnica de Ballet Clásico, técnica académica proveniente de Italia y Francia con la que se enriquece nuestro baile “Bolero”. Maravillosos fueron los riquísimos figurines de Vicente y Carlos Viudes y José Caballero realizados por Balenciaga, Marbel y Encarnación, de Madrid. Los decorados de Carlos Viudes y Leo Anchoriz, realizados por López Sevilla, de Madrid.

“Las Sonatas del Padre Soler” que Antonio ha coreografiado son uno de los mayores descubrimientos que se han hecho en el ballet español. El Cuadro Velazqueño que evoluciona, con una elegancia extraordinaria, la maravillosa técnica de todos los componentes, y sobre todo el virtuosismo y las calidades interpretativas de Antonio y Rosita Segovia hacen de esta coreografía algo digno de colocarse entre los primeros ballets del mundo.

Auditórium del Campo Grande. F. Artacho. Pamplona.

Paco Ruiz y Teresa Maizal

“Nuestra época en el Ballet de Antonio fue de oro y de la cual guardo un gran recuerdo. De ti, Rosita, como compañera, solo tengo elogios, igual que artísticos, ya que siempre has sido una magnífica profesional. Con mi mejor recuerdo y cariño. Paco Ruiz.”

Al bailarín-bailaor Paco Ruiz, sobrino de Antonio, lo conocí en Madrid en el año 1952. Actuaba con el Ballet de José Toledano y al tener que cumplir con el Servicio Militar se ve obligado a dejar libre el puesto del cual disfrutaba como primer bailarín. Como en aquella época era muy difícil obtener permiso militar para salir al extranjero, el empresario de la Compañía Evaristo González me puso en contacto con José Toledano, que se encontraba en la Feria de Sevilla, donde me ve bailar con los espectáculos Pulpón y me contrata para una tournée por Portugal y Marruecos. En este espectáculo figuraba también la bailarina Teresa Maizal, hoy esposa de Paco Ruiz, que puede dar fe de aquellas actuaciones por Marruecos, donde nos quitamos el hambre a guantazos.

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Esta misma tournée la hizo el año anterior Vicente Escudero y según nos cuenta Rosario Calleja, bailaron para butacas vacías.

Con Paco vuelvo a encontrarme en Madrid en el otoño de este mismo año, en el rodaje de la película “Cabaret”, en la que bailamos juntos con el ballet de José Toledano. Ahí está el vídeo donde se puede apreciar el bailarinazo que ya era con veintiún años.

En 1953, al formar el gran Ballet, su tío Antonio lo incorpora a su Compañía como primer bailarín y aquí, como ya sabemos, es donde se encuentra con Rosita Segovia. También en este elenco figuró Teresa Maizal durante varios años.

Paco ha sido un gran bailarín, con mucha personalidad y es curioso que habiendo estado bailando casi toda su carrera al lado de Antonio, no te recordase en ningún momento “al más grande de todos”. Bailó con María Rosa en algunas ocasiones, pero yo no les vi.

A partir de los años sesenta formó pareja con Carmen Rojas y actuaron en varios países, obteniendo el premio de Danza del Concurso Internacional de Vercelli (Italia). Posee el Premio Internacional de Interpretación coreográfica y la Medalla del Círculo de Bellas Artes de Madrid.

Al finalizar su carrera como bailarín se dedica por entero a la fotografía, y dentro de la misma temática, su cámara ha registrado a grandes figuras de la Danza. Tanto Teresa Maizal como Paco Ruiz han gozado siempre de mucha simpatía en la profesión.

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Suite de Danzas Vascas
El Naviero Javier Aznar

Como todas las Danzas Regionales, los bailes vascos, al trasladarlos Antonio al escenario los revalorizó. La música sobre temas populares fue arreglada por Ángel Currás, conservando la danza su espíritu original, y los figurines y decorados fueron encargados a Carlos Viudes, realizados por Encarnación de Madrid.

Del riquísimo folclore que posee el País Vasco, el bailarín supo escoger las danzas más representativas, reservándose para él la “Espatadanza”, ese baile elegante y de difícil ejecución que personifica a Vasconia, danza con la que este pueblo da la bienvenida a todas las ilustres personalidades que le visitan, como hemos podido observar en los informes televisivos.

“El Baile del vaso”, otra maravillosa danza que casi roza lo circense, es aquella en la que la bailarina logra sostenerse con los pies sobre el filo de un vaso de cristal, que sus compañeras lo han llenado de vino a la vista del público y han colocado en medio del escenario. En más de una ocasión he visto derramar el vino; pero recuerdo en esta Compañía a Graciela Vázquez –peso pluma- arrancar una de las más grandes ovaciones de la noche.

“Aurresku”, que interpretaban Paco Ruiz, Antonio de Ronda, Joaquín Robles, Pepe Soler, Jesús Reyes, Rodolfo Otero, Rafael Gómez y Alberto Luis, demostrándonos su sólida preparación para llevar a tan feliz término esta briosa y gallarda danza.

Javier Aznar (Bake-Eder)

Al hablar de Vasconia viene a mi memoria el naviero Javier Aznar, forofo balletómano, amigo de todas las estrellas de Ballet Clásico, como de Danza Española, que no se perdía el estreno de ninguna Compañía: Londres, París, Bruselas, Nueva York, Madrid, Barcelona eran los puntos estratégicos donde tenían lugar estos eventos. Amigo inseparable del crítico Alfonso Puig, el cual le tenía al corriente de todos los debuts, le anunció nuestra actuación en Barcelona, en la Sala de Conciertos del Colegio de Abogados en Enero de 1958, recital presentado por “Conciertos Virto”. Fue, precisamente, Alfonso Puig quien hizo la introducción del Recital, el cual, después de la actuación, nos homenajeó con una cena en su casa, donde conocí al naviero.

Al apasionado vascuence le entusiasmó sobremanera el Recital que di con las bailarinas Enma Maleras y Pastora Martos, la concertista de piano María Rosa Caminals, el guitarrista Juan García y el cantaor José Cortés. Ni un mes tardó Aznar en contratarnos para que actuáramos en su gran mansión Bake-Eder en Bilbao, poniéndome cheque en blanco, fiesta a la que invitó a grandes títulos nobiliarios de España y de Europa. Javier, siempre vanagloriándose de ser mi descubridor. Más tarde deduje que aquellas condesas y “marquesonas”, que permanecían estáticas en el camerino de Antonio en el Teatro de los Campos Elíseos de París, habían sido reclutadas por el opulento amo de la “Naviera Aznar”.

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Rosita Segovia recuerda cómo este gran personaje daba sorpresas al bailarín Antonio en muchísimos países donde actuaron, pues era también íntimo amigo de Honorio Fernández, el fiel amigo de Antonio y gerente de la Compañía, que también pertenece a la nobleza y que no ignora que en un principio fue Javier Aznar e Iruca Miró Quesada quienes le recolectaban la quintaesencia de la flor y nata de Madrid y París, para que rindiesen pleitesía al Dios de la Danza.

Pero volvamos nuevamente a Bake-Eder, aquella solariega residencia en la que tuvo lugar nuestro recital. El palco escénico se instaló en uno de los salones, donde tan selecto público permanecía sentado en aterciopelados sillones, provenientes de las demás estancias: Luis XIV, el Barroco, el Rococó, el estilo que más te gustase lo podías encontrar en aquel improvisado patio de butacas; al fondo, dos grandes escaleras semicirculares, en las que se apiñaban un público joven y callado, que convergían arriba en un rellano donde se prolongaba la exposición de la noble sillería.

El emplazamiento no podía ser más bello y original, pero había un inconveniente, que rápidamente se solucionó. Le dije a Javier: “Oye, hay un problema, y es que en la salita que utilizo como camerino no hay WC y, durante el espectáculo, hago mucho pipí.”

Al instante apareció un encopetado criado con una palangana de oro. Rápidamente vino a mi memoria la palangana de Antonio en el camerino de los Campos Elíseos de París, por lo que pensé: “¿Irá este millonario regalando por ahí palanganas de oro a todos los bailarines? Pero no fue así. Antes de que terminásemos de hacer los baúles ya vinieron por tan historiada joya.

Flora Albaicín

Y allí la vi por última vez, amortajada con su sábana rociera y su escapulario, multitud de coronas y cestas de flores en su entorno, como en una gran noche de estreno, solo que en esta ocasión era la parca quien le rendía su homenaje, en tan fatídica fecha de un 13 de Marzo de 1998.

“Quiero que mi capilla ardiente se exponga en mi Instituto –como llamaba ella a su Academia de Baile-, rodeada de muchas flores, como una reina, como una gran estrella”.

Esta fue la encomienda que la bailaora en su postrimería ordenó a su hija Florita, la cual asumió la dirección de dicho Instituto, compartiendo el Método de Enseñanza que la gran artista, bailaora, maestra, coreógrafa y conferenciante creó en su reinado.

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Florentina Casado García, nombre de pila de la bailaora Flora Albaicín, “la mejor maestra del mundo”, como así la cataloga S. Gasch. Conocí personalmente a Flora durante mis actuaciones en el Teatro Candilejas de Barcelona, en 1958. Recuerdo que una noche, al finalizar la función, Flora pasó a saludarme al camerino; no recuerdo quien la acompañaba, su fuerte personalidad rechazaba cuanto pudiese haber a su alrededor; iba tocada con una trenza que le llegaba a la cintura, como a las mallorquinas cuando tejen y destejen la danza de “El Parado de Valldemosa”. Me abrazó emocionadísima, y llorando me dijo que era la primera vez que había visto bailar unas “Soleares tan tremendas” como las mías, frase que textualmente volvería a repetirme en 1987, cuando me llamó para felicitarme por el espectáculo que presenté en Televisión “Flamenco por Derecho” con Macarena y José Manuel. Sus ponderosos elogios, tratándose de una mujer que venía de bailar con “el mejor de todos”, el célebre Antonio, fueron para uno de gran aliento, en un momento en que me revelaba como bailarín. Y si el día anterior había aparecido en “Destino” esta crítica de Sebastián Gasch:

(…)Vicente Escudero, aparte que Escudero pertenece a otra generación, este muchacho sencillo y de hierro, es el único y auténtico bailarín de que disponemos en el 1958 (…)

No menos impacto me causaron los encomios en que Flora me envolvió.

No tuve la suerte de verla bailar con Antonio, pues, esta Compañía la vi por primera vez, en 1955 en París, en el Teatro de los Campos Elíseos, a mi regreso de la India; lo que sí tengo sobre mi mesa son las críticas tan maravillosas que la prensa le dedicó a Flora Albaicín en Granada, París, Londres, Madrid, Bruselas, Italia y tournées por España.

Carmen Rojas, su sucesora, nos revela:

Flora estuvo muy poco tiempo en la compañía, casi no llegó a un año. No sé por qué motivo dejó de bailar. Después de unos meses actuábamos en el Teatro Calderón de Barcelona y vino a ver el espectáculo, esto fue a finales del 1954, te lo puedo decir seguro, porque yo conservo todos los programas de mis actuaciones por orden cronológico. La verdad es que apareció guapísima, con un traje amarillo precioso. Pasó al camerino de Antonio para hablar con él. Yo pude oír toda la conversación, y no es que tuviera el oído pegado a la pared, mi camerino estaba junto al de Antonio, y como tú sabes que los tabiques no llegaban hasta el techo, aunque no quisieras te empapabas de todo. Flora le expuso a Antonio su deseo de volver a la compañía, encontrando como respuesta que las puertas las tenía abiertas para cuando quisiera volver, pero que, lógicamente, había de alternar el papel con Carmen Rojas. A lo que la bailaora respondió tajante que de ninguna manera.

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Lástima que no aceptase las condiciones, pues hubiese sido muy interesante poder aplaudir esas famosas Siguiriyas una noche a una y en otro programa a otra, como ocurre en las grandes compañías de Ballet, en las que hemos podido comparar a diferentes divas interpretando el mismo rôle. La última actuación de Flora en el Ballet de Antonio fue en Abril del 1954:

Del Ballet de Antonio, debemos destacar en seguida a las dos grandes vedettes , aparte de él.“Rosita Segovia, principal partenair de Antonio, ex primera bailarina estrella del Gran Teatro del Liceo de Barcelona, que parece ser hecha de fuego, del cual despide llamas.”“La bella Flora Albaicín, que debe tener en sus arterias vino de Xerez, y que es guapa y de una belleza gitana, donde su encanto se aviva aún más con los trajes entornasolados.   Montecarlo. Teatro Garnier. 20 de Abril de 1954.

Su mejor epitafio sería éste que dejó escrito Sebastián Gasch:

“El arte de Flora Albaicín, como bailaora, no tiene rival posible, Flora es la única. Es la mejor.”

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* José de la Vega nació en Utrera (Sevilla) el 6 de diciembre de 1931. Ganador del premio nacional de teatro de España, galardón que lo catapultó a la fama. Se educó en el prestigioso Colegio Salesiano de Utrera. En la adolescencia abandonó los estudios de bachillerato y se empleó como mecanógrafo en diferentes oficinas para poder costearse las lecciones de baile. En 1951 hizo su debout profesional en el desaparecido Teatro Álvarez Quintero de Sevilla, en el espectáculo de variedades Ruiseñor de Plata, que pretendía lanzar al estrellato a Anita Rosa. En 1952 José Toledano lo observó bailando con Tona Radeli en la feria de Abril de Sevilla, quedó fascinado con su baile y lo contrata para una gira por Portugal y norte de África. Después de esa gira se traslada a Madrid y Valencia y, por último, a Barcelona. En 1955 ingresa al Ballet Español de Pilar López. En 1957 forma su propia compañía para participar en la Gira de Juventudes Mujicales de Francia. En 1960 baila en el boureau Internacional de Conciertos Kiesgen de París y participa en los más importantes recintos de baile de Europa. En 1963 se presenta en el Operettanhaus de Hamburgo. El mismo año es contratado por el empresario inglés Richard Graham para ofrecer diversas presentaciones en Europa. En 1967 se presenta en el Royal Lyceum Theatre de Edimburgom, e inicia una recordada gira por el Reino Unido. En 1971 crea la coreografía de la comedia musical La Feria de Cuerno y Cabra, escrita por Alfredo Mañas, para la compañía de Manuel Andrés, presentada en Cataluña. En 1974 se presenta en Yugoslavia en el Festival Jjublijana, uno de los más prestigiosos de Europa, gira que enlazó con otra en Italia. También se presentó en el Court Theatre de Holland Park. En 1977 crea la coreografía para Nuria Espert de la obra Salomé basada en el texto de Oscar Wilde, que adapta Terence Moix para Televisión Española, dirigida por Sergio Schaff. En 1979 crea la coreografía Homenaje a Picasso para Televisión Española y la coreografía Muchos ruidos y pocas nueces de William Shakespeare, ambas dirigidas por Antonio Chic. En 1987 produce el espectáculo Flamenco por Derecho, espectáculo que fue llevado íntegro a Televisión Española y dirigido por Ángel Alonso. En 1989 crea Flamenco por Derecho 2, que también es presentado en Televisión Española y dirigido Jordi Solana. En 1993 el Instituto de teatro de Barcelona lo requiere para que haga una semblanza de Emma Malera, en un homenaje que se le tributó con la actuación del ballet José de la Vega.

Página web: https://www.josedelavega.com

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