Sociedad Cronopio

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Según nos cuenta Rosita Segovia, que en esta fecha ya estaba contratada para el Ballet de Antonio, y, aunque todavía le quedaba al bailarín algunas actuaciones con Rosario, la verdad es que con las desavenencias que ya existían en la pareja, a Antonio no 1e apetecía nada llevar a Rosario a la Scala. La Segovia recibe el ofrecimiento de Antonio para este tentador trabajo, el cual no puede aceptar porque aún le quedan unas actuaciones con los Ba­llets de Barcelona. Leonida Massine, que fue el coreógrafo de este programa, aprueba la decisión de Antonio de llevar de partenair a Mariemma, al no poder bailar Rosita como é1 hubiera deseado.
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Pero no tardó mucho la bien documentada estrella del gran Teatro del Liceo en actuar y en repetidas ocasiones en la Scala de Milán, interpretando varias heroínas a las que ella ya había dado vida anteriormente y que luego bailaría con el que todas las bailarinas españolas soñaban tenerlo como pareja.

Hay que hacer constar, como todos recordamos, la papeleta que se jugaba la Segovia al ser contratada por Antonio, después de que el “genio” estuviese bailando durante 25 años con Rosario. No obstante, desde la primera noche que bailó con Antonio en los Jardi­nes del Generalife, todos supimos que era la pareja que Antonio necesitaba. Y para los que no tuvieron la suerte de poder verles, les facilitaremos algunos fragmentos de las criticas de prensa. Alfonso de Vall dijo de la pareja con motivo de su actuación. en el Teatro Arriaga de Bilbao, en Junio de 1960:

(…)Lo mejor de lo mejor en el género. Rosita Segovia sigue siendo la compañera ideal de Antonio. Tan femenina, tan sutil, tan inteligente y alada, la partenaire del bailarín consigue también un triunfo rotundo, positivo y sin regateos. !Qué pareja tan estupenda forma con An­tonio en todo momento!.

Pablo Cistue de Castro, durante la actuación de la Compañía en el Teatro Principal de Zaragoza, nos decía en su columna:

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Rosita Segovia, educada en las mejores escuelas, hoy es digna, dignísima pareja de Antonio.

Repasando nuevamente el palmarés de la bailarina Mariemma, le recuerdo que había olvidado dos pasajes de su carrera que considero de sumo realce en su currículum vitae: uno es en 1958, cuando Pilar López la invitó a bailar en el Teatro Comedia de Barcelona, en aquel ciclo de figuras internacionales que nos propinaba simultáneamente con su espectáculo. Allí fue donde la vi bailar por primera vez. Y la otra fue en 1962 en el Teatro de los Campos Elíseos de París, donde hacía su reaparición después de largos años de ausencia. Para esta rentrée contrató como primer bailarín a Antonio Gades, aún sin identidad, y que acababa de renunciar a la Compañía de Pilar López, y a Juanjo Linares para los bailes regionales en los que ella tan a gusto se encontraba. Recuerdo que no tuve que hacer grandes colas -como es habitual en dicho Teatro-, ni tuve que partirme la cara con nadie, para conseguir la fila dos. El espectáculo que no fue del agrado del público y los críticos que no la recordaban contribuyeron a finalizar la temporada en cuanto antes.

La reputada vallisoletana Guillermina Martínez Cabreras, nombre de pila de Mariemma, paisana de Vicente Escudero, de José Zorrilla, y de tantos ilustres personajes como ha dado la tierra del “bien decir” y “del buen bailar”, disfruta de un sacco, como dicen los milaneses, de compensaciones, tantas como se les pueden conceder a una estrella de la danza, incluido el Premio Nacional de Coreografía en 1955, que le fue conferido por lo bien que bailaba su “Polo”, de Bretón.

Y terminaré con una anécdota que me viene ahora a la memoria: durante la filmación de la película “Luna de Miel”, en Madrid, y aprovechando un día de descanso, asisten a una representación de Ballet, en el Teatro de la Zarzuela Ludmilla Tcherina, Michael Powel, Cesáreo González, Anthony Steel, Rosita Segovia, Carmen Rojas, y Honorio Fernández, Director de la Compañía de Antonio. En el vestíbulo del Teatro se aproxima Mariemma a saludar al señor Honorio, el cual le presenta a sus distinguidos acompañantes, pero éste, al ver que no saluda a Rosita Segovia, insiste en presentársela de nuevo. Es entonces cuando Mariemma exclama: “!Ah, sí… Usted es esa bailarina…, que me han dicho que da pataditas, cono a la pelota..¡”

Antonio no era nuevo en el proscenio de la Scala; la debutante era su partenaire en el Tricornio, Rosita Segovia, que ha tomado el puesto ocupado anteriormente por Rosario y Mariemma. Aunque ella estaba un poco intimidada del ambiente de L’Scala, se ha demostrado bravísima, tanto como bella y ha merecido muchos y prolongados aplausos. La coreografía era de Massine para el “Sombrero de Tres Picos”.

(L’Escala de Milán)

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En 1998, con motivo de la reposición que el Ballet Nacional de España hacía de “Fantasía Galaica”, Ballet que Rosita Segovia había estrenado con Antonio en el Festival de Granada en 1956, la bailarina fue invitada a dicha representación en el Teatro de la Zarzuela de Madrid.

Rosita iba acompañada del bailarín Alberto Portillo. Al terminar la primera parte se levantan y en la fila de atrás estaba 1a vallisoletana Mariemma, Portillo saluda a tan ilustre dama, y al ver que ésta no saluda a Rosita, le pregunta: “¿Conoce usted a Rosita?”

“Está usted más guapa que antes”. Estas fueron las palabras con las que la catedrática de la   danza responde…

Fue una anécdota más que sirvió de tema al terminar la función, en el champang que Pilar López tuvo la gentileza de invitar a Rosita Segovia y a Alberto Portillo en un local madrileño.

Sin embargo Rosita nos da fe de su admiración por la bailarina vallisoletana durante su actuación con Antonio, en el Victoria Eugenia, en la XVII Quincena Musical de San Sebastián en una entre­vista con Conchita Boada, en la que nos dice que las tres bailarinas que más admira son: Mariemma, Pilar López y Rosario.

“-Me gustaría tener la técnica de Mariemma, la solera de Pilar López y la gracia de Rosario”.

Con estos tres ingredientes formaría Rosita Segovia la bailarina ideal.

Uno deduce de todo esto que la precedente “molinera” fue un eslabón más de ese sexto pecado capital que durante toda la ca­rrera artística de la Segovia iba encadenando por doquier.

…creo que en la hora actual sería difícil encontrar mejor pareja para el bailarín Antonio que Rosita Segovia: por finura, por seducción, por facultades, por fidelidad a la escuela que él crea y recrea en alarde de inspiración constante.

Madrid. Teatro de la Zarzuela. Critico SAM.

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Infancia de Rosita Segovia

De viva voz de la bailarina:

“A Jose Balcells habría que hacerle un monumento en la Plaza de Cataluña”

Rosa Balcells Font, nombre civil de Rosita Segovia, nace en Barcelona el 2-2-22, cuatro doces, supuestamente inscrita en el Registro Civil, como hija de madre soltera. Sería en 1929 (según su carnet de identidad) cuando es adoptada por el Sr. Jose Balcells al contraer matrimonio con su madre la Sra. Ana Font.

“Yo soy gitana “cuchichí”, mi madre se enamoró de un gitano de esos engominaos, con buena planta, que le llamaban “ El Quiqui”, especialista en bailes de salón sobresaliendo en los tangos, muy de moda en aquella época en los Bailes-Taxi donde constantemente le premiaban.”

“Otro día te contaré más cosas, -me dijo saliendo de mi estudio para ir a visitar a su vieja amiga Rosita Pastrana que “estaba en las últimas” – para que lo pongas en el libro si es que se edita después de que yo me vaya al otro mundo; aunque, yo se que tú , con todo el material de que dispones, por las fechas , fotografías, programas , prensa, periodo en que dejo de trabajar , y la venida de mis padres a la Habana en 1942, habrás deducido ya lo tuyo.”

Como tantos otros artistas que se harían famosos se inició bailando y cantando al son del pianillo de manubrio, y de los grupos de gitanos trashumantes que animaban las plazas del Barrio Gótico barcelonés con sus panderetas y sus amaestradas “marianas” que tanto divertían a la pequeña.
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Creciendo en un ambiente de artistas de variedades con, su madre y su tía Enriqueta “ Las Hermanas Font” polifacéticas y excéntricas mujeres de la escena que, cantaban y bailaban todo género imperante, y su padre pianista y compositor, quien la bautiza artísticamente con el sobrenombre de Rosita Segovia; la autodidacta bailarina y cancionista en plena pubertad compartiría escenario con sus progenitores , lógicamente, como casi todas sus coetáneas, con el carnet falsificado.

Zapateado de Sarasate

Toda la crítica mundial al unísono hizo grandes elogios de este “Zapateado” que compuso el pamplonico violinista Pablo de Sarasate, al que el virtuoso Antonio le pondría su sincopado “taconeo”. Los que hemos tenido la suerte de aplaudirle este Zapateado en su época de brillantez, podríamos decir como Camilo José Cela dijo el día que probó por primera vez los “Chanquetes con pimientos asados” en La Carihuela (Torremolinos): “De aquí no me importaría irme al Cielo”.

Ha dejado un gran apostolado. Sus primeros discípulos fueron casi todos los miembros de su Ballet, que una vez terminada su estancia en la compañía, bailaban por su cuenta, y cada cual hizo su propia versión, unas con más voluntad que acierto, y otras se lo habían llevado, desgraciadamente, en la cabeza pero no en los pies.

Todo no fueron desventuras, pues una noche tuve la suerte de ver en Televisión el “Zapateado de Sarasate”, coreografía de Antonio bailado fiel y extraordinariamente por Paco Romero, que enseguida lo reconocí y el cual me transportó a los momentos más felices de la Danza Española.

Después se lo he visto bailar a otros figurones como José Antonio, Juan Mata, Antonio Márquez, con coreografía de Felipe Sánchez, bailarín y repetidor coreográfico que estuvo a las órdenes de Antonio durante su Dirección en el Ballet Nacional.

Por supuesto que el “Sarasate” ha venido enriqueciéndose día a día, hasta llegar a la endiablada fiereza de su técnica actual; pero no hay que olvidar que la estructura, la matriz, el molde lo encontraremos en “Chez-Antonio”.

En el “Zapateado de Sarasate”, que bailó Antonio en la segunda parte del espectáculo, el entusiasmo se desbordó en forma incontenible, con entera justicia. No se puede lograr más bellas armonías, ni es posible un mayor alarde de facultades, inspiración y técnica. Sólo este baile bastaría pare definir a Antonio como bailarín único.

2. Prieto, en Patria. 17 Junio 1952. Festival de Música y Danza Granada.

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Lástima que en la película “Luna de Miel”, tanto el bailarín como el director hicieran semejante destrozo. No sé si la deslumbradora idea fue de Maikel Powel, o partió del divino Antonio el rendirle homenaje a Jim Kelly. La cuestión es que ese “Zapateado de Sarasate” que estrenó Antonio en el Teatro Bellas Artes de México en 1946, cuyos datos nos los facilita GYENES en su libro fotográfico Antonio el Bailarín de España, quedó por completo descuartizado al ser filmado fraccionariamente en distintos parajes del territorio español, perdiendo por completo toda su esencia y toda la hegemonía de que disfrutaba, al querer emular el baile americano de Jim Kelly en sus mejores momentos e incluso su forma de vestirse y zapateando con calzado de calle.

El Zapateado fue en esa bisagra de finales del Siglo XIX y prime­ros del XX como un reto del bailaor para demostrar su virtuosismo y alarde de técnica resistente. El golpear el suelo con los pies fue el medio más primitivo para que el hombre expresase su fuerza y energía. Podemos observarlo en todas las danzas guerreras y en todos los bai­les que contengan una desgarrada pasión.

Una obra como el Zapateado que encontró sus primeros exponentes en los míticos bailaores, Miracielo, El Raspaó y Antonio El Pintor y que intentando reconstruir una veraz cronología recoge Enrique “E1 Jorobao de Linares”, de quien lo aprende Antonio el de Bilbao. Zapateado que iría enriqueciéndose hasta llegar a los tacones de “El Estampío”, el cual los clasificó en varios grupos y que homónimamente se le llama el “Zapateado de Estampío”: grupos de Zapateados que almacenamos en nuestros archivos y que ajustamos a los diferentes “Palos” del Baile Flamenco.

Retomando al celebérrimo Antonio, al irrumpir en 1949, en el Teatro Fontalba de Madrid con su “Zapateado de Sarasate”, el “Zapateado de Estampío” lo condena al ostracismo total. Demos gracias por lo que es digno de toda loa al Instituto del Teatro de Barcelona y a otros Conservato­rios de Danza del Estado Español, el “Zapateado de Estampío” figura en la asignatura de Flamenco, por lo que es obligatorio aprenderlo, para todo el que quiera obtener el Título de Danza.

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Pero es lamentable que una vez que finalizan su carrera de danza no lo lleven de repertorio cuando actúan, pues dicen que: “es muy antiguo”.

Si queréis ver una fidedigna interpretación del “Zapateado de Estampío” consultar la mejor enciclopedia de baile que tenemos, que es el Vídeo de la película Duende y Misterio del Flamenco y encontrarás a Roberto Ximénez bailando esta magnifica joya de baile ignorada.

En el Diario Sur el 23 de Julio de 1998, el crítico musical José A. Pascual destacaba en el Festival de las Cuevas de Nerja:

La gran estrella de la noche fue sin lugar a dudas Antonio Márquez, que con su Zapateado de Sarasate hizo vibrar al público. Hizo una magistral y personalísima interpretación de esta obra .La fuerza, temperamento y espontaneidad, junto la calidad creativa del bailarín, hicieron de la obra de Pablo Sarasate la protagonista… el público en pie la aplaudió largamente por lo que Márquez continuó obsequiando al respetable con distintos “zapateados” de bellísima y dificilísima interpretación….

En una entrevista al día siguiente de su actuación con el Sr. Pascual, el bailarín Antonio Márquez exalta la belleza del marco incomparable de las Cuevas de Nerja:

E1 escenario más impresionante donde he actuado… Creo que guarda el alado de todos los genios que han actuado aquí. Me recuerda a Antonio a quien siempre llevo conmigo. Aquí debió gozar con su baile de la misma manera que yo, que me ha llenado de duende.

Márquez que había sido invitado para bailar el “Zapateado de Antonio” en la Gala del XX Aniversario del Ballet Nacional en el T. de la Zarzuela de Madrid, pues vino desde muy lejos con toda su ilusión… pero creo que será mejor oír al crítico especializado Julio Bravo del periódico A.B.C. que asistió, como él encabeza su crónica, a:

Una Fiesta pasada por agua. Lo que tenía que haber sido un festejo único, se convirtió en un triste espectáculo, por momentos, sonrojante, a menudo tedioso, y en alguna ocasión incluso irritante, se vivió en el patio de butacas un ambiente tormentoso, que tuvo su reflejo después de que Jesús Córdoba bailara el “Zapateado de Sarasate”. Una voz gritó: “Márquez”, y fueron varios los que le hicieron eco. La razón, que era precisamente Antonio Márquez quien debía haber bailado esa coreografía. Pero dos horas antes de que se levantara el telón, los responsables de la gala se lo prohibieron, aduciendo que la versión que iba a bailar no era la que coreografió Antonio. Inadmisible…

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“Antonio y su Ballet Español”

En 1953, se realiza el sueño dorado de “el más grande de todos”, crear su propia Compañía. Para tan magno acontecimiento el “II Festival de Música y Danza de Granada” inaugura el Teatro de los Jardines del Generalife, presentando “ Antonio Ballet Español” los días 20 y 21 de Junio.

Estreno absoluto de “Suite de Sonatas”, “ El Segoviano Esquivo”, “Serranas de Vejer”, “ Suite de Danzas Vascas, Allegro de Concierto” y “Llanto a Manuel Falla”

“El año anterior, el primer Festival de Granada que hubo lo inauguraron Rosario y Antonio en la Plaza de los Aljibes, frente al Palacio de Carlos V. Al año siguiente ya separado de Rosario, yo inauguraba el Generalife con mi Compañía “Antonio y su Ballet Español” para lo cual contraté a Rosita Segovia. La conocí cuando salimos de Barcelona hacia Francia durante la Guerra Civil. Después ella había triunfado por toda la América del Sur dando recitales; tenía una gran experiencia y era una gran bailarina. La contraté como primera bailarina profesional, porque conocía y sabía estar en escena, y yo necesitaba a una persona de esas características.

Antonio “el Bailarín”. Memorias de viva voz” en la pluma de Santy Arriazu.

El elenco del primer Ballet era el siguiente:
Primera Bailarina: Rosita Segovia. Bailaora Flamenca: Flora Albaicín
Bailarinas por orden alfabético: Alicia Díaz, Carmen Rollán, Carmen Ruiz, Dorita Ortiz, Graciella Vázquez, Laura Toledo, Maclovia, Maria Rosario, Maricarmen, Teresa Maisal y Victoria Eugenia.
Primer Bailarín: Antonio
Bailarines: Paco Ruiz, Antonio de Ronda, Joaquín Robles, Rafael Gómez, Rodolfo Otero.
Director de Orquesta: Angel Currás-Pianista Solista: Julián Perera.
Guitarristas: Rafael Nogales, Antonio Albaicín, Mariano Córdoba.
Cantaores: Villanueva y Manuel Heras.

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Las Sonatas del Padre Soler

Pedro Antonio Soler, compositor y organista español, nació en Olot de Porera (Gerona) en 1729. Estudió en Montserrat. En 1752 tomó el hábito de monje Jerónimo en el Escorial, donde residió hasta su muerte en 1783. Produjo música de todos los géneros. Compuso para su discípulo y amigo, el infame Don Gabriel, varios juegos de Sonatas, de donde Antonio ha seleccionado estas ocho que incluye en el programa. La versión orquestal correspondió a A.Currás. Si nosotros consideramos la obra de Soler en conjunto, podemos afirmar que él fue el representante más extraordinario del arte musical hispano durante la mitad del siglo XVIII (P. Higinio Anglés) Diccionario de la Música.)

Este ballet fue concebido por Antonio para su primer programa que presenta en el Teatro de Los Jardines del Generalife en la Alambra de Granada el 21 de junio de 1953. Nuestro bailarín, dominador de todos los estilos de baile español, acertó con el montaje de estas Sonatas, con las cuales todas las primerísimas bailarinas y bailarines que desfilaron por esta formación, podían hacer alarde de su preparación de Escuela Bolera. Recuerdo a gente valiosísima en esta “parcela” de la danza como Rosita Segovia, Graciela Vázquez, Carmen Rollán, Alicia Díaz, Mari Carmen Roche, Laura Toledo, Mari Carmen Mota, Victoria Eugenia, Aurora Pons, Dorita Ortiz, Luisa Aranda, Rosa Garcia, Víctor Ullate, José Antonio, Enrique Gutiérrez, Luis Fuentes, Paco Ruiz, Antonio de Ronda, Héctor Saraspes, etc. Quedó inmortalizada en la película “Duende y Misterio del Flamenco”, que dirigió Edgar Neville, la “Sonata en sol menor”, que seleccionó Antonio para él, teniendo como decorado El Escorial, en la que hace un derroche de técnica bolera, que acompaña con sus espléndidas castañuelas remitiéndonos a esa época palaciega del siglo XVII, mostrándonos una España elegante y barroca inspirada en el movimiento cultural, artístico y pictórico de la corte de Felipe IV.
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