Sociedad Cronopio

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Tipologia de la ignorancia en mexico

TIPOLOGÍA DE LA IGNORANCIA EN MÉXICO

Por María de la Luz Galván Salazar*

«La promoción cultural no ve incultos, sino formas de cultura diferentes» (Roque et al., 2006: 21), decía el promotor cultural Rogelio Hernández Cruz. Para los efectos de la presente reflexión diríamos que «la educación no debe ver ignorantes, sino poseedores de conocimientos diferentes». Por ejemplo podemos preguntarnos: ¿el campesino analfabeta que trabaja su parcela de sol a sol domina algún tipo de conocimiento? ¿El doctor en ciencias económicas por la Universidad de Harvard sabe cuándo es el momento propicio para sembrar la tierra de temporal? Quizá son casos extremos, pero ilustran muy bien la premisa de la que estamos partiendo.

En alguna ocasión, el maestro de la materia Educación y Sociedad de la Maestría en Educación de la Universidad del Centro de México nos encargó escribir lo que pensábamos de los efectos de la ignorancia. De manera casi lógica los trabajos se orientaron a la falta de oportunidades, el abuso, etc.; pero yo de plano estuve en riesgo de perderme en el tema, pues es tan amplio que permite o hasta provoca una larga reflexión.

Desde ese momento, en el intento de darle un poco de orden al mar de ideas que se generaban a partir de un simple trabajo, surgió esta propuesta de tipología básica de la ignorancia. Pero luego no soporté la curiosidad y quise echar un vistazo a lo que hay sobre el tema, cómo se inserta en las políticas educativas en nuestro país, qué han pensado otros al respecto, y —por supuesto— quise saber si no estaba cometiendo plagio por Ídem (ignorancia).

CUANTO MÁS ESTUDIAMOS, MÁS DESCUBRIMOS NUESTRA IGNORANCIA

Esta frase del escritor inglés Percy Bysshe Shelley me sirve para arrancar la breve revisión, aunque los primeros hallazgos no distan mucho de lo que surgió entre mis compañeros de curso. Me gustaría empezar con lo que encontré en el Facebook de la argentina Zuny Martínez (aparentemente educadora que recibió algunas cartas con agresivas críticas), ella dice:

–Debemos entender la IGNORANCIA como el estado natural del ser humano; nacemos ignorantes, y vamos perdiendo esa ignorancia con el paso del tiempo: aprendemos a comer, a caminar, a hablar, a leer, a escribir… pero SIEMPRE somos ignorantes de algo.

–Muchas veces esa ignorancia nos lleva a tener ideas, formar opiniones y, a veces, emitir juicios de los cuales estamos seguros.
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La nicaragüense María Haydée Sequeira de Rodríguez escribió en 2000, en El Nuevo Diario de Managua: «Además de seres biológicos, somos seres sociales y por tanto, combatir la ignorancia es combatir al enemigo de los pueblos, porque ésta limita su desarrollo socio–económico y político cultural».

Por su parte, Paola Inés Valdez Sandoval escribió en el blog de Acción Ciudadana en México (más adelante explicaré la importancia de reproducir los textos tal cual están escritos en las fuentes originales):

Cuando no hay educación el pueblo vive en ignorancia; para el pueblo esto representa una perdida de poder, ya que cuando no se tiene conocimiento de los derechos no se pueden exigir. Por otro lado el gobierno se ve beneficiado por esta ignorancia, la gente no sabe cuales son sus derechos por lo tanto, pueden actuar como ellos quieran sin que nadie se queje. Esto lleva a que cuando el gobierno no fomenta la educación está atentando contra la dignidad de los ciudadanos: los trata como medios para conseguir más poder y más libertades sin tener repercusiones (sic).

En el blog https://combatiendoignorancia.wordpress.com/about/ Alvaro Luque, sin datos de nacionalidad (pero que presumiblemente sea español radicado en otro país) escribe:

«Combatiendo ignorancia» pretende ser una herramienta educativa en el combate diario contra la ignorancia y el analfabetismo político, social e histórico. Es decir, un recurso al alcance principalmente del alumnado para luchar contra el pasotismo, el aburrimiento educativo, etc. Pudiera ser un título bastante agresivo, ¡tal vez!, pero si te has acercado y estas leyendo esto es porque eres inquieto/a y necesitas información. Una información, un recurso que nuestra sociedad no nos ofrece y que por el contrario fomenta el analfabetismo y la ignorancia. ¡Siempre es más fácil dominar a un/a ignorante!, pensarán los poderosos… (sic).

Es muy interesante también ver la postura del Estado sobre el tema, que va en un sentido muy parecido a los anteriores, y se encuentra consignada en el artículo tercero de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en el párrafo II dice «El criterio que orientara a esa educación se basará en los resultados del progreso científico, luchará contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios» (Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, 2013: 4). Sin embargo, aunque esté ubicada como la enemiga a vencer en el texto constitucional, la ignorancia ha brillado por su ausencia —como tema y como concepto— en las reformas educativas.

No es suficiente combatir la ignorancia de los ignorantes. Es preciso también, y en primer lugar, combatir la ignorancia de los que saben muchas cosas, incluso de los que creen saberlo todo.

Esta frase de Edgar Faure da pauta para comentar que, curiosamente, fuera de las posiciones oficiales, se han escrito cosas interesantes en México recientemente. Un ejemplo muy directo fue el artículo del Dr. Ernesto Villanueva denominado «La defensa de la ignorancia», que se publicó en la revista Proceso en diciembre de 2013, en el que se refieren dos casos —documentados— en que el gobierno mexicano ha defendido a sus funcionarios, contra el conocimiento y de que fueran exhibidos en su falta de preparación. Explico, el Dr. Ernesto Villanueva relata una ocasión en que con eficiencia se abortó la amenaza de una compra de libros jurídicos destinados a la Secretaría de Gobernación («¡faltaba más!», habrán dicho las autoridades). Luego cuenta cómo una dependencia buscó un convenio con el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM para unos cursos para sus funcionarios, pero pedía que la institución fuera «sensible» con un subdirector porque realmente era el chofer de la esposa del titular, y no se le podía calificar igual que a los demás. Quizá así concibe el Estado la lucha contra la ignorancia.
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Sin embargo, la parte más interesante del artículo de Villanueva es el principio, pues recupera frases muy conocidas que ilustran cómo culturalmente valoramos la ignorancia: «El saber mata», «El que nada sabe nada teme» y «Mientras menos sepas más feliz eres», son algunas de las frases que desestiman el valor del conocimiento, y que el ya clásico expresidente Vicente Fox hizo suyas, dice el autor (Villanueva, 2013).

Otra perspectiva importantísima la aporta el escritor Enrique Serna, quien recién publicó —en versión digital e impresa— el libro Genealogía de la soberbia intelectual, que aborda el tema desde la posición contraria: la de los catalogados como intelectuales, ¿por qué es tan relevante la aportación de Serna? Porque aunada a la razón cultural, nos explica la «extraña» relación que tenemos con la ignorancia, pues hay en juego una razón —y hasta justificación— desde el poder. En la presentación de la versión digital (Editorial Taurus, 2013), se lee:

Sin embargo, la soberbia intelectual no sólo ha sido creada por los mismos intelectuales: ellos han contado con el apoyo de personas e instituciones que han apostado por la ignorancia y la arrogancia. Las distintas iglesias, los profesores sedientos de fama, los medios de comunicación masiva y algunos editores, se han convertido en los aliados de los intelectuales soberbios. La soberbia intelectual —que se revela en los distintos tipos de pedantería que son analizados por Enrique Serna— no es un asunto vinculado con la creación, sino con el poder.

Algo interesantísimo que se encontró durante esta búsqueda, fue la postura radical de Jean–Claude Michéa en su libro La escuela de la ignorancia (2001), quien plantea de manera contundente que «los actuales progresos de la ignorancia, lejos de ser el producto de una deplorable disfunción de nuestra sociedad, se han convertido en una condición necesaria para su propia expansión» (pág. 3).

Si reflexionamos sobre esta afirmación, recordaremos las ocasiones en que los activistas sociales denuncian con pasión que a las altas clases políticas y empresariales les conviene mantener a las masas con bajos niveles de educación, o con información de mala calidad. Argumentan que a los gobiernos no les conviene tener gente pensante e instruida, capaz de exigir un buen desempeño a sus funcionarios; y que, igualmente, a los grandes emporios productores y vendedores de artículos innecesarios o de mala calidad, no les convienen consumidores informados y alertas de que su cultura de consumo puede ser mucho mejor.

La idea no es nueva, ya desde 1980 Christopher Lasch (citado por Michéa, 2001) lo planteaba de esta forma:

La educación en masa, que prometía democratizar la cultura, antes restringida a las clases privilegiadas, acabó por embrutecer a los propios privilegiados. La sociedad moderna, que ha logrado un nivel de educación formal sin precedentes, también ha dado lugar a nuevas formas de ignorancia. A la gente le es cada vez más difícil manejar su lengua con soltura y precisión, recordar los hechos fundamentales de la historia de su país, realizar deducciones lógicas o comprender textos escritos que no sean rudimentarios.

Y pensar que aún no enfrentábamos el fenómeno de las redes sociales. Entonces cobran sentido estas afirmaciones, esta relación de conocimiento–poder e ignorancia–arma; y, peor aún, educación–estrategia.
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Con la tan llevada y traída sociedad del conocimiento, su contraparte debería también estar de moda, porque, como anticipaba Michéa (2001: 3) «es necesario diferenciar uno y otro tipo de ignorancia, puesto que la experiencia cotidiana nos muestra que un individuo puede saberlo todo y no entender nada». Incluso, podríamos agregar que estas sociedades del conocimiento y de la información, sólo han sido pasto para que oportunistas charlatanes vengan a vender ideas que no sirven para nada.

En el blog https://accionciudadanatec.blogspot.mx/2013/07/la–educacion–da–poder–la–ignorancia–te.html, del ITESM Guadalajara, Paola Inés Valdez Sandoval escribe:

La educación pública está en decadencia, los políticos no están invirtiendo en su calidad, por lo tanto es trabajo de los ciudadanos exigir sus derechos. Cuando se analizaron las implicaciones éticas de deficiencia educativa, se encontró que no hay ninguna teoría que apruebe la ignorancia y condene la educación. En primer lugar, la constitución mexicana (el contrato social de los mexicanos) expone que es un derecho de todo mexicano recibir una educación básica y media de calidad. El gobierno al no cumplir con su parte del contrato y quitarle las libertades al pueblo, deja en duda si en realidad se debe de cumplir este contrato, porque no está brindando ningún beneficio a aquellos que cumplen con sus normas.

Ante todo esto ¿cuál es nuestra postura? El equilibrio y la recuperación. Ignorar algo es (según una primera definición de la RAE) «No saber algo, o no tener noticia de ello». ¿Es esto malo o extraordinario? No, es humanamente imposible que alguna persona sepa de todo. Sin embargo, no podemos ignorar (en la segunda definición de la RAE: «no hacer caso de algo o de alguien») que la falta de conocimientos básicos son riesgosos.

Justamente aquí retomamos las primeras citas que utilizamos textualmente al principio. ¿Por qué las dejamos tal y como estaban escritas? Porque es importante hacer notar que personas brillantes, capaces de exponer sus ideas, pueden, por ejemplo, ignorar las reglas de acentuación y redacción. Y eso no quita valor a sus aportaciones.

Y, sin más dilación, aquí presentamos la propuesta de tipología básica de la ignorancia en México:

IGNORANCIA DE ALTO RIESGO

En ella se incluyen las personas que no han recibido ningún tipo de instrucción formal y que, incluso, pueden desconocer nuestro idioma oficial. Es probablemente el tipo de ignorancia más fácil de ubicar sociográficamente, pues sin duda la encontraremos en zonas marginadas urbanas o rurales.
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IGNORANCIA PROMEDIO

Aquí hablamos de la gente con instrucción media que, por falta de esfuerzo, no recibe más formación o información de calidad. Ésta es difícil de ubicar social y geográficamente pues la encontramos en todas partes, en todos los estratos sociales y económicos, y en ambientes rurales y urbanos.

IGNORANCIA ESPECIALIZADA

Este último tipo abarca a personas con un alto grado de educación formal en un área de conocimientos, pero que no tienen intercambio con otras áreas de especialización.

Por supuesto que los efectos de cada tipo son muy diferentes entre sí, y no necesariamente son perjudiciales para el ignorante (por lo menos, no directamente).

La ignorancia de alto riesgo tiene efectos gravísimos para quien la padece, pues le coloca en una situación de alta vulnerabilidad y le hace presa fácil de abusos de todo tipo: laborales, económicos, físicos, psicológicos, políticos, legales y sociales. Al desconocerlas, se violan sus garantías individuales y se encuentran totalmente indefensos.

Este tipo de ignorancia se da por falta de oportunidades y produce o reproduce un nivel de vida muy bajo. La ayuda para superarla (salvo casos de excepción) tiene que venir de afuera, de personas, organizaciones o instituciones con disponibilidad y recursos para enfrentar el reto de dar la formación necesaria a quienes se encuentren en estas condiciones.

La segunda (ignorancia promedio), es la más común. Puede no tener efectos tan severos en las personas que la padecen, pero sí tiene terribles consecuencias para el país y el planeta. Provoca inmovilidad social, poca participación en todos los ámbitos, y prácticas consumistas y depredadoras de los recursos naturales. No permite elevar la calidad de vida porque ésta se entiende como acumulación de bienes materiales.
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La única forma de superarla es la voluntad de cada individuo, porque ante un ignorante promedio no valen los esfuerzos institucionales o de la sociedad civil organizada, pues éstos no serán apreciados e, incluso, llegarán a ser rechazados. Se podría resumir como: ignorancia por indiferencia.

El tercer tipo, es decir, la ignorancia especializada, es peligroso porque tiene efectos en las dos primeras al evitar involucrarse en los asuntos que no considera suyos, es de tipo individualista. Sus consecuencias son notoriamente sociales, y muchas veces pasa inadvertido para quienes lo padecen (igual que la promedio), porque están demasiado ocupados en sus parcelas de conocimiento y no han logrado establecer una vinculación efectiva, siempre necesaria aun para realizar proyectos de su interés. En este caso, generalmente, su principal causa es la falta de tiempo para involucrarse en otras actividades y saberes.

Con excepción de especialistas en asuntos agrícolas, paleontólogos, geólogos, y otras áreas de conocimiento que requieren trabajo en regiones apartadas, encontraremos a los ignorantes especializados en las áreas urbanas, haciendo investigación, docencia, función pública o en puestos de alto nivel en la iniciativa privada.

LA UTILIDAD DE LA TIPOLOGÍA

Desde hace un buen tiempo, para quien esto escribe, esta tipología ya ha tenido mucha utilidad, pues le ha permitido referirse con rapidez a algún sector. Incluso, los amigos que la conocen, cuando la reflexionan, proponen subdivisiones para la ignorancia promedio, tales como: ignorancia institucional, ignorancia producida por los medios de comunicación, ignorancia por indiferencia, entre otras.

Pero ¿como para qué nos sirve en el país tener una tipología básica de la ignorancia? Probablemente para nada, considerando que al gran sector de ignorantes promedio le tiene sin cuidado enterarse de algo que no salga en la televisión o esté en una Power Point de cadena; o que muchos de los ignorantes especializados (si llegan a leer esto) sentirán que no es su área de conocimientos; o, lo más infortunado: los ignorantes de alto riesgo quizá ni siquiera sepan leer. Sin embargo, ojalá que a alguien le sirva para asumirse, ubicarse y conseguir una posición equilibrada y consciente sobre la ignorancia.

Además de esto, esta tipología debería ser de gran utilidad para el sector público, pero no se puede confiar en ello. ¿Se imaginan que alguien en un cargo con poder de decisión dentro de la Secretaría de Educación Pública pudiera entender (y emprender una acción correctiva) que el fracaso de sus programas para «combatir la ignorancia» se debe a que en lugar de atender a los ignorantes de alto riesgo se van —por múltiples causas— a perderse en los ignorantes promedio? Sin duda sería un gran avance.

EN CONCLUSIÓN

1.– Independientemente del significado que ostente la ignorancia en el diccionario, es un concepto permeado por la subjetividad e intención de quien lo emplea. Puede ser un sustantivo o un insulto, puede indicar una relación de poder entre quien sabe contra quien no sabe.

2.– Culturalmente, la ignorancia puede ser un estado de comodidad que seduce a la mayoría de los mexicanos; y en contraparte, un padecimiento doloroso para las clases más desprotegidas.

3.– Es imposible poseer todos los conocimientos sobre todos los temas, por lo que, de manera natural y objetiva, siempre se es ignorante de algo. Asumámoslo.
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LO POCO QUE SÉ ES FRUTO DE MI IGNORANCIA

Esta frase del artista francés Sacha Guitry nos permite cerrar esta reflexión desde una perspectiva muy optimista: la ignorancia como oportunidad.

¿Que según esta tipología todos somos ignorantes? Pues sí, o, como decíamos al principio: poseemos conocimientos diferentes. Únicamente nos falta la humildad del sabio aquél (cuyo nombre ignoro) que dijo: yo sólo sé que no sé nada.

FUENTES

Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (2013) Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, disponible en: https://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/1.pdf

Dos frases para combatir la ignorancia (2011) https://lacienciaysusdemonios.com/2011/10/15/dos–frases–para–combatir–la–ignorancia/

Luque, A., ¿Por qué combatir la ignorancia?, recuperado el 22 de octubre de 2013, disponible en: https://combatiendoignorancia.wordpress.com/about/

Martínez Torrijos, R. (2013) Plantean en libro–historieta «cómo combatir el virus de la ignorancia», recuperado el 24 de octubre de 2013, disponible en: https://www.jornada.unam.mx/2013/08/13/cultura/a06n1cul

Michéa, Jean–Claude. (2001) La escuela de la ignorancia y sus condiciones modernas. Madrid: Ediciones Acuarela.

Roque, A., E. Cervantes, y L. Galván (2006). Promoción cultural en San Luis Potosí. El legado de Rogelio Hernández. México: Desierto.

Sequeira de Rodríguez, María H. (2000). Combatir la ignorancia es combatir el error, recuperado el 20 de octubre de 2013, disponible en: https://archivo.elnuevodiario.com.ni/2000/marzo/23marzo2000/opinion/opinion7.html

Promoción del libro de Serna, Enrique (2013) Genealogía de la soberbia intelectual, recuperado el 4 de enero, disponible en:

https://www.editorialtaurus.com/mx/libro/genealogia–de–la–soberbia–intelectual/

Valdéz Sandoval, Paola I. (2013). «La educación da poder, la ignorancia te lo quita», recuperado el 26 de octubre de 2013, disponible en: https://accionciudadanatec.blogspot.mx/2013/07/la–educacion–da–poder–la–ignorancia–te.html

Villanueva, Ernesto (2013). «La defensa de la ignorancia», revista Proceso recuperado el 26 de diciembre de 2013, disponible en: https://www.proceso.com.mx/?p=361131

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* María de la Luz Galván Salazar es comunicóloga de ideas revolucionarias en temas sociales y políticos. Ha colaborado en algunos textos colectivos y ha sufrido el robo de créditos de la mayoría de su creación, por lo que es una autora desconocida. Mexicana por nacimiento y por convicción.

1 COMENTARIO

  1. Hay varios tipos de ignorancia? -yo diría que sí.

    La verdad es que dejo este pseudocomentario solo para dejar guardados mis datos.

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