Sociedad Cronopio

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Discours doverture de Patrice Lumumba

DISCOURS D’OUVERTURE DE PATRICE LUMUMBA

Traducción y comentario de Brahiman Saganogo*

CONFERENCIA PANAFRICANA DE LÉOPOLDVILLE
(25 de agosto de 1960)
Discurso de apertura de Patrice Lumumba

Señores Ministros,
Señoras, Señores,
Queridos Camaradas,

Hoy, el combatiente pueblo congoleño en la lucha es orgulloso y feliz de recibir en su tierra a sus hermanos de lucha.

Su presencia aquí, en este preciso momento, es para mi gobierno, para nosotros, congoleños, la prueba más viva de esa realidad africana que nuestros enemigos siempre han negado, y que aún hoy, siguen negando, se empeñan en negarlo. Pero, ya lo saben, la realidad es aún más terca y África está bien viva. Ella se niega a morir para dar razón a los que están a oscuras de la Historia, de esta historia que hicimos con nuestras manos, piel y con nuestra sangre.

Es en reuniones como ésta donde hemos tomado conciencia de nuestra personalidad y de nuestra solidaridad activa. Durante nuestras primeras conferencias, celebradas en diferentes ciudades de África, y en las cuales hemos planteado la cuestión de la de-colonización, los imperialistas no creían en su éxito.

Y sin embargo, desde la primera Conferencia de los Pueblos africanos en Accra en diciembre de 1958, ¿cuántos caminos hacia la liberación de nuestro continente no hemos recorrido juntos?

¿No es esta conferencia histórica, que tanto puso para las bases de la liberación de África, como el movimiento popular de liberación, nada, ni los vientos, las armas, ni las represiones, nada pudo y podrá detenerla?

Los trabajos de esta conferencia no harán más que acelerar este movimiento de independencia del continente africano.

Señores Ministros, Jefes combatientes por la libertad africana, tienen una vez más, el deber de mostrar al mundo y a los detractores que nada podrá desviarnos de nuestro objetivo común: la liberación de África. No alcanzaremos esta meta con eficacia si no permanecemos solidarios y unidos. Nuestra solidaridad no tiene sentido más porque no tiene límite, y finalmente estamos conscientes de que el destino de África es indivisible.

He aquí las razones profundas de los trabajos que emprenderemos. Esta reunión prepara la Conferencia Magna de la cumbre durante la cual nuestros Estados tendrán que pronunciarse sobre:

1. el apoyo total de todos los países africanos a la lucha general en favor del bloque panafricano,
2. la política de neutralidad para una independencia real,
3. la supresión de las barreras lingüísticas colonialistas para los intercambios culturales,
4. los acuerdos comerciales entre países africanos,
5. la posición de África frente al Mercado Común europeo,
6. la cooperación a nivel militar,
7. el estudio de la creación en Léopoldville de una emisora de alta tensión con la contribución de todos los Estados africanos,
8. el estudio y la creación en Léopoldville de un centro de investigaciones científicas en el marco de la Comisión de cooperación técnica.
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Señores Ministros, están tomando contacto con la realidad del Congo Africano, aquí mismo, en medio de una crisis que es nuestro deber resolverla. Nadie duda de que su conciencia del porvenir de nuestro continente les permita concluir satisfactoriamente sus trabajos. Les pertenece en esencia, preparar el encuentro de nuestros Jefes de Estado, quienes interinarán en los hechos, esa unidad africana en el nombre de la cual han respondido a muestro llamado.

Conocen el origen de lo que uno llama hoy día, la crisis congoleña y de lo que no es realmente más que la prolongación de un combate entre fuerzas de opresión y fuerzas de liberación.

Mi gobierno, garante y representante de la soberanía del pueblo congoleño, decidió a principios de la agresión belga, recurrir a las Naciones Unidas.

La ONU respondió al llamado. El mundo libre se pronunció. Bélgica fue condenada.

Con el fin de aclarar a la opinión pública internacional sobre los verdaderos motivos del drama congoleño, decidí realizar el viaje a Nueva York.

De regreso de los Estados Unidos, hemos respondido aquí mismo, a la invitación de los Jefes de Estado del África libre, quienes por unanimidad, nos expresaron su apoyo fraternal por medio de posicionamientos públicos.

Las secuelas clásicas del colonialismo que todos hemos conocidos, o bien que todavía conocemos en parte, están aún vivas aquí: supervivencia de la ocupación militar, divisiones tribales mantenidas y fomentadas por mucho tiempo y oposiciones políticas destructivas preparadas, orquestadas e intercambiadas.

Saben cuán difícil ha sido hasta ahora, para un Estado recién independizado, que se deshaga de bases militares instaladas por las antiguas potencias invasoras. Hoy debemos proclamar aquí mismo, que África rechaza desde ahora en adelante, la permanencia de fuerzas armadas imperialistas. Ya no más Bizerta ni Kamina ni Sidi Slimane.

Tenemos nuestro propio ejército para que defienda a nuestros países.

Nuestra Fuerza pública, víctima de maquinaciones, se deshace de las estructuras colonialistas para encontrar de nuevo, bajo la autoridad de los jefes congoleños, las cualidades de un verdadero ejército nacional.

Nuestras dificultades internas, las luchas tribales, los núcleos de oposición política están casualmente, situadas en las regiones donde nuestros recursos minerales y energéticos son los más abundantes. Sabemos cómo fueron organizados, y cómo son apoyados, aún hoy, entre nosotros.

Nuestro Katanga, a causa de su uranio, cobre y su oro, nuestro Bakwanga, en el Kasai, por sus diamantes, llegaron a ser focos de intrigas imperialistas. Aquellas intrigas apuntan a asegurar la reconquista económica de nuestro país.
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Una cosa cierta, y la confieso solemnemente: el Pueblo congoleño nunca se dejará explotar; cualquier dirigente que quisiera arrastrarlo en esta vía sería expulsado de la comunidad.

La reiteración que caracteriza el problema congoleño significa, a punto, que África pese sobre el mundo. Nuestros países, que aún querían ignorar ayer, al estallar el marco colonial, preocupan al viejo mundo. ¿Aquellas estructuras diferentes a las nuestras se han cuestionado? Sí, entre nosotros, en África. ¡Que estén salvaguardas por los encargados de hacerlo donde convienen a quienes las adoptaron! No es asunto nuestro. El asunto nuestro es nuestro porvenir, nuestro destino: El África libre.

Este año nuestro, son los testigos y los actores de esto. Este año es el de nuestra victoria incondicional. Es el de Argelia ensangrentada, heroica. El de Argelia en la lucha ejemplar que nos recuerda que uno no debe tratar con el enemigo. Es el del Angola esposada, de Sudáfrica esclava, de Ruanda-Urundi prisionera, de Kenia ridiculizada.

Todos sabemos y el mundo sabe que Argelia no es francesa, Angola portuguesa, Kenia Inglesa ni Ruanda-Burundi belga.

Sabemos que África no es ni francesa, británica, americana, ni rusa, sino africana.

Conocemos el objetivo de Occidente. Ayer, nos dividía dentro de las tribus, los clanes y dentro de las jefaturas. Hoy, porque África se libera, quiere dividirnos a nivel estatal. Quiere crear bloques antagónicos, satélites, y a partir de este estado de guerra fía, acentuar las divisiones a fin de mantener su eterna tutela.

No creo equivocarme al afirmar que África hoy unida, rechace esas maquinaciones. Es por eso que hemos optado por la política de neutralidad positiva, la única política válida que nos permitirá afirmar nuestra personalidad.

Para nosotros no hay bloque occidental o comunista, pero sí hay naciones cuya actitud ante África nos dictará la nuestra.

Negamos ser el campo de las intrigas internacionales, el foco y las motivaciones de guerras frías.

Rindo solemnemente homenaje al Presidentes Bourguiba, a Su Majestad Mohammed V, a los Presidentes Sékou Touré, Tubman, Nkrumah y a Olympio a quien tuve el honor de conocer en este periodo decisivo.

Y lamento los imperativos materiales que no me permitieron responder a las invitaciones del Presidente Nasser y de Su Majestad Hailé Selassié.

Todos como militantes de la Unidad Africana, respondieron «No» al estrangulamiento de África.

Todos de inmediato, hemos comprendido que los colonialistas, por medio de su proyecto de reconquista, ponen en duda no sólo la independencia real de Congo, sino también la existencia de todos los países independientes de África. Todos entendimos que si Congo se muere, toda África tambalea en la noche de la derrota y de la servidumbre.
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He allí, aún una vez más, la prueba viva de la Unidad Africana. He allí la prueba concreta de esta Unidad sin la cual no podríamos vivir ante las apetencias monstruosas del imperialismo.

Todos estos jefes de Estado dieron testimonio de que no se debate este principio de base, sino que uno lucha para defenderlo.

¡Estamos aquí para defender juntos al África, nuestro patrimonio! A la acción concertada de las potencias imperialistas, de la que los colonialistas belgas son instrumentos, debemos oponer el frente unido de los pueblos libres y de los pueblos combatientes de África. Debemos oponer a los enemigos de la libertad la coalición de hombres libres.

Y nuestro destino común se juega por el momento aquí, en Congo.

En efecto, aquí es donde se juega un nuevo acto de la emancipación y de la rehabilitación de África.

Al proseguir la lucha, cuyo objetivo primordial es la salvaguardia de la dignidad de los pueblos africanos, el pueblo congoleño eligió la independencia inmediata y total.

Al hacerlo, sabía que se desharía de golpe, de la tutela colonial, que la independencia jurídica es sólo un primer paso, que el esfuerzo a realizar sería quizás, aún más largo y más duro.

No hemos elegido los caminos de la facilidad, sino los del orgullo y de la libertad del hombre.

Hemos comprendido que tanto un país no es independiente, no ha asumido su destino, cuanto más le haga falta lo esencial. Y esto resulta cierto, sea lo que sea el nivel de vida de los colonizados, sean lo que sean los aspectos positivos de un sistema colonial.

Nuestra voluntad de independencia temprana, sin período intermediario, ni compromiso, la hemos impuesto con tanta fuerza, hasta que fuimos rechazados, ridiculizados y aniquilados.
(Continua página 2 – link más abajo)

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