Sociedad Cronopio

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La politica del discurso erotico y la figura del travesti en un texto a la nueva narrativa argentina

LA POLÍTICA DEL DISCURSO ERÓTICO Y LA FIGURA DEL TRAVESTI EN UN TEXTO DE LA NUEVA NARRATIVA ARGENTINA

Por Marcelo A. Moreno*

El objetivo de la presente intervención consiste en el estudio de la figura del travesti en relación con la política del discurso erótico. Para ello, seleccionamos algunos relatos del libro Continuadísimo (2008) de Naty Menstrual y lo hacemos participar de «la nueva narrativa argentina» de acuerdo con una posición de lectura específica. Luego de ofrecer una conceptualización —siempre problemática— de esta categoría propuesta por la crítica argentina, proporcionaremos las características fundamentales de la discursividad erótica. Pretendemos realizar un doble movimiento: por un lado, señalar e interpretar la conformación discursiva de la subjetividad travesti vinculada a su corporalidad (política discursiva de lo erótico y obsceno), la conformación de una puesta en escena, retóricas y tópicas, la producción de un efecto preformativo, entre otros aspectos ligados a las ficciones eróticas. Por otra parte, señalar una segunda operación, articulada con la anterior que consiste en inferir las políticas del discurso de la nueva narrativa en cuanto a las modalidades de construcción de los cuerpos en polémica con los paradigmas de «normalidad» actuantes en un estado de sociedad determinado.

1. LA NUEVA NARRATIVA ARGENTINA

Frente a las discusiones suscitadas por la delimitación y definición de esta categoría en el campo de la crítica literaria argentina, tomamos algunos aportes de Elsa Drucaroff (2011) relativos a dichas cuestiones. La investigadora afirma que entiende por nueva narrativa argentina aquellas producciones en el marco de la posdictadura, caracterizadas «por rasgos novedosos que pueden detectarse en la narrativa de escritores y escritoras que nacieron después de 1960, y surgieron en los años 90» (2011:17). A su vez, señala una segunda generación incluida en el mismo marco histórico que nacen en los 90 y escriben a partir del año 2001. Esta crítica argentina marca los siguientes caracteres:

-Una cierta valoración y orientación de la escritura hacia lo que se cuenta allí y, dirigidas a quienes leen, que producen una entonación particular.
-Ciertas tematizaciones, o lo que David Viñas denominaría manchas temáticas, entendiendo por tales a espacios semánticos delimitados que poseen una horizontalidad, contigüidad e irradiación que salpican a diferentes textos. Por ejemplo la mancha temática del cuerpo, el filicidio, el viaje, etc.
-Algunos procedimientos frecuentes que explicitaremos cuando trabajemos los textos de Naty Menstrual.

Por entonación Drucaroff se refiere a eso que conecta el lenguaje con las vísceras, el cuerpo, el contexto inmediato, la valoración o actitud ante lo que nos rodea. Podemos reconocer un tono grotesco, irónico, paródico, satírico, irreverente, políticamente incorrecto, entre una variada gama de posibilidades.

En cuanto a la corporalidad, estas producciones colocan al cuerpo en un lugar central, como única certeza. Se trata de cuerpos que gozan, que experimentan dolor, sensaciones, convertidos en objetos de violencia y dominación, conformados discursivamente al margen de lo «normal» (en nuestro caso, la figura del travesti).
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Por dicha razón, nos resulta pertinente examinar los modos en que se sitúa la discursividad erótica y su política en relación con la nueva narrativa argentina. Aspecto que abordaremos en el próximo punto.

2. EL DISCURSO ERÓTICO Y SUS POLÍTICAS

Entendemos por discurso erótico a una práctica discursiva social, histórica, estética y política que tiene por objeto la configuración de la relación cuerpo–sexualidad–placer. A los fines de evitar los reduccionismos, y poder complejizar dicha relación, hacemos ingresar la noción de exceso que posibilita hablar de una experiencia erótica situando una subjetividad específica (en este caso la figura del travesti) fuera de sí: fuera de las normas sociales, fuera de los cuerpos formateados por los paradigmas de «normalidad», alejados de las bases doxásticas constitutivas de un estado de sociedad determinado. Y, lo que nos parece más importante es que esa experiencia de salirse fuera de sí por obra del placer y el goce que atraviesa toda subjetividad humana, involucra también al plano de la conciencia racional. En tal sentido, observaremos en algunos relatos de Naty Menstrual la presencia de la irracionalidad, la violencia, lo grotesco y lo hiperbólico, entre otros aspectos. Resulta significativo destacar que todas estas operaciones están narradas desde el discurso del realismo por lo cual creemos que la discursividad erótica en los términos conceptualizados introduce «huecos», o lo que Drucaroff (2011) denomina realismo agujereado. Dichos agujeros se producen en el caso que nos ocupa por la existencia de ese estar fuera de sí, característica fundamental de toda experiencia erótica.

Por otra parte, es productivo para los objetivos de esta intervención realizar una distinción entre corporalidad erótica y corporalidad pornográfica; diferenciación que se entrecruza de manera recurrente en estos textos del escritor transexual, posible de hacer participar en la nueva narrativa argentina. En cuanto a la primera conceptualización, el cuerpo erótico hace referencia al régimen de la elusión (pues el habla erótica siempre sugiere, insinúa) mientras que la segunda construcción de lo corporal se sustenta en el régimen del hiperrealismo: el cuerpo es mostrado «directamente» en su materialidad concreta, en su devenir, en sus transformaciones, con sus operaciones discursivas de violencia, obscenidad y dominación. Casi diríamos, en palabras de Roman Gubern (2005), que aparece conformado en términos de un documento fisiológico. De acuerdo con este concepto, las ficciones que analizamos plantean límites difusos entre lo erótico, lo pornográfico y lo obsceno, generando un efecto performativo (hacer hacer) que operan en un lector modelizado. Cuando hablamos de este tipo de efecto hacemos referencia a un dispositivo de «sensaciones» que transita desde lo persuasivo, lo excitativo y la producción del asco —este último gracias a la utilización de lo grotesco— en tanto procedimientos semióticos, sin olvidar la vinculación lengua–cuerpo.

Las consideraciones precedentes posibilitan interrogarnos acerca de la política del discurso del erotismo. Una de las más significativas, a nuestro juicio, radica en la capacidad que tiene el mismo de movilizar y desordenar el sistema literario argentino generando «puntos de fuga» (Deleuze, 2000) sin llegar a una desestabilización. Si extrapolamos esta afirmación a la delimitación de la nueva narrativa, podemos observar que la escrituras de Naty Menstrual toman distancia respecto a la experimentación, se complacen en trabajar los temas de lo urbano e íntimo, pero desde un lenguaje anclado en un registro coloquial y soez, como una manera de producir lo obsceno y la incomodidad frente a representaciones de subjetividades políticamente incorrectas. Precisamente en este punto podemos señalar que otra política discursiva de la temática abordada consiste en presentar corporalidades excluidas o al margen de los cánones de «normalidad», en cuanto a los modos de formatear las sexualidades. Tal es el caso de la subjetividad travesti que examinaremos a continuación.
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3. CONCEPTUALIZACIÓN DE LA FIGURA DEL TRAVESTI

Para comenzar citamos un fragmento del cuento «26 y 1/2»:

Había hecho todo lo posible en esos veintes año por parecerse a alguna de las dos, se inyectó cuanta silicona líquida existía, en cirugías caseras hechas entre amigas sin medidas seguras de higiene y sin ninguna garantía. Primero un poco de TETA, luego un poco de CADERA, más tarde el espejo señalaba la NARIZ, redondeado de FRENTE, rellenado de PÓMULOS, silicona en los LABIOS… y así, en veinte años había completado el círculo mucho más de una vez: TETAS – CADERA – NARIZ – FRENTE – PÓMULOS – LABIOS y vuelta a empezar: TETAS – CADERA – NARIZ – FRENTE – PÓMULOS – LABIOS.
(Naty Menstrual, 2008:15).

La cita precedente pone en escena el proceso semiótico de transformación del cuerpo, concebido como una materia fluida, cambiante, transformable que cuestiona la concepción del cuerpo como una unidad fija universalmente estable de una vez y para siempre. Al mismo tiempo, es posible observar una retórica corporal que denominamos adición en el sentido que se construye una secuencia sumatoria relacionada con las partes del cuerpo. Entendemos por retórica del cuerpo aquella operación discursiva que segmenta la corporalidad, teniendo en cuenta figuras específicas: la descripción, la fragmentación, la ampliación, la metáfora, la metonimia, entre otras. Ello nos resulta útil a los fines de permitir pensar los diferentes modos de textualización del cuerpo en las ficciones eróticas o pornográficas, relevante en la subjetividad que estamos estudiando.

Centrándonos más particularmente en la conceptualización y delimitación de la figura del travesti en relación con otras formas homoeróticas (homosexualismo, lesbianismo, transexualismo), Josefina Fernández (2004) propone:

[El sexólogo] Ellis llamó travestismo al «eonismo» haciendo referencia a Chevalier d`On, miembro clave del cuerpo diplomático francés y famoso travestido en el siglo XVIII y llegó a ser visto comúnmente como una mujer. El eonismo fue el término descriptivo adoptado para el travestismo refiriéndose a una inversión sexo–estética. Esta última se define en términos de aquel tipo de inversión que conducía a una persona a sentirse como alguien del sexo opuesto y adoptar las tareas, hábitos y vestidos del otro sexo mientras la dirección del impulso sexual se mantenía normal.
(Fernández, 2004:14).

En los cuentos de Naty Menstrual las acciones llevadas a cabo por los personajes pueden dar cuenta de la presencia de una estética travesti: la inyección de silicona, la colocación de un cabello femenino, maquillarse, ponerse zapatos de mujer y los modos de seducción remiten a una configuración discursiva de dicha subjetividad. Sólo que en el caso que nos ocupa, se podría hablar de una estetización orientada hacia la fealdad, pues en la mayoría de los relatos los actores aparecen conformados por travestis viejos, desgastados por el paso del tiempo o signados por la enfermedad (el sida).
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El final del cuento «26 y 1/2», del cual citamos un segmento, termina con una escena de violencia entre Sissy Lobato y el cliente donde éste último, luego de haberla golpeado y desfigurado su rostro, el personaje travesti mata a dicho cliente y días después los vecinos del departamento hallan a los dos muertos y con el pene suelto del hombre en la boca entreabierta de Sissy. Aquí podemos inferir una entonación grotesca por los rasgos de hiperbolización. Además tenemos un lenguaje coloquial, soez, que registra o transcribe las voces sociales mediante un discurso directo o narrativizado que reenvía a la discursividad del realismo y, por otra parte, tal como está contada la escena, parece que estamos frente a un documento fisiológico (Gubern, 2005). En cuanto a la trascripción de las voces sociales, es lo que Drukaroff (2011), discutiendo con Beatriz Sarlo, denomina registro plano, para pensar estas operaciones desde la nueva narrativa argentina.

Resulta significativo que casi todas las narraciones que componen el libro que analizamos se caracterizan por la existencia de un tono obsceno y grotesco, como en el cuento «Loca madre mata al puto»:

Si tengo un hijo puto lo agarro lo ato a la cama le corto los huevos con una gillette y los guardo envuelto en un film transparente en el freezer hasta el domingo. Y él que se desangre como me desangro yo sin morirme que es estar muerto como él. Y después en la reunión del domingo en la reunión familiar los meto a esos huevos malditos en la multiprocesadora que él me regaló para el último día de la madre como si fueran para hacer empanadas con la carne cortada a cuchillo como esas que hacen los salteños, sequitas, doraditas, brillantes, humeantes. (…) Y las llevo en sendas bandejas de peltre para que la familia se coma al puto se coma la culpa que la compartan conmigo que sé que no soy la única. Y así después de comerlo nos tomamos unos buenos tragos de vino tinto para bajar al puto y nos vamos a reír de él de su denigrante putez y vamos a rajarnos unos buenos eructos tipo sapo pero sapo escuerzo. Y el sabor a puto que nos va a subir por la gargantita nos va a dar asco y nos vamos a descomponer todos en cadena y vamos a vomitarlo pero como no va a alcanzar vamos a ir a cagarlo a cagar al puto al puto que nos quiso cagar la vida plácida de familia y vamos a embolsar los soretes mezclados en una bolsa de consorsio [sic] negra y que se lo lleven los cartoneros.
(Naty Menstrual, 2008:51–52).

Según vemos en este ejemplo, además de predominar la entonación grotesca, observamos un procedimiento discursivo ligado a la desmembración de la corporalidad (específicamente los testículos) que señala la marca de una sexualidad diferente, expulsada de los marcos «normales» de la legalidad familiar. Por otra parte, aparece la figura del excremento remitiendo a una materia múltiple, ilimitada e incontrolable que emerge fuera del cuerpo y que concibe al mismo en términos de una móvil y animada fábrica de suciedad generando el efecto semiótico del asco (Hilia Moreira, 1998).

Al mismo tiempo es posible inferir un uso político de la figuración del cadáver pues, si seguimos el desarrollo del relato, la madre conserva el cuerpo del hijo puto en la habitación de éste durante un mes narrándose el proceso de descomposición mediante la metonimia del olor. Ello insiste recurrentemente en el dispositivo de exclusión con relación al ámbito familiar y que también se destruye cuando la madre es conducida a la cárcel y se suicida clavándose el útero contra los hierros de la prisión. Vemos que la triada madre–hijo–familia resulta totalmente derruida por el narrador de este cuento, operación que pone en crisis el estereotipo de lo familiar como núcleo políticamente correcto de la clase media.
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Por último, el texto «Crónica del hombre bola» realiza la puesta en escena, presenciada por travestis, de un cuerpo caracterizado por la mutilación, situado en un cine porno carente de normas de accesibilidad:

El lisiado se tiró de repente al suelo como una gran bola humana y con una rapidez inimaginable comenzó a subir las escaleras de espaldas, arrastrando una cadera desnuda que no alcanzaba a cubrir su mugriento pantalón. Cadera partida por callosidades que lo arrastró escalón por escalón. En sólo segundos pasó por las puntas de nuestros pies el fantástico y veloz hombre bola y desapareció en la silenciosa, oscura. Todas quedamos tontas de la sorpresa. Atónitas. No sabíamos si reír o llorar y nos mirábamos la una a la otra buscando una mirada que nos dijera que aquello que estábamos viendo no era verdad. Se escucharon gritos en la sala. Gritos desesperados y un llanto se quebrajaba en la oscuridad. El boletero subió corriendo y, antes de que llegara a la sala, la araña pollito, con bigote y barba, salió lloriqueando mirándonos con los ojos embriagados por la pena y la desesperación, arrastrándose empujado por sus musculosos brazos cortitos.
¡Me pisaron… esos maricones hijos de puta me pisaron!— dijo el hombre bola sin dejar de lloriquear.
(Naty Menstual, 2008:123—124).

Esta cita vuelve a poner de manifiesto la conformación de una corporalidad ubicada fuera de los parámetros de la «normalidad» a partir de la operación retórica de la descripción que caracteriza al discurso erótico (aunque no hayamos mencionado escenas con relaciones sexuales) pero que vuelve a poner de manifiesto la entonación obscena y grotesca. En relación con las políticas discursivas de esta discursividad, se pueden señalar cómo el entramado de las vinculaciones de poder realiza la puesta en escena de estos cuerpos travestis, con su estética particular según afirmamos en las líneas anteriores. Además de presentar dichas corporalidades o vidas al margen de lo «normal», su modo de relacionarse con el registro plano del lenguaje (coloquial, soez) remite a una política de la nueva narrativa argentina en la cual lo corporal cuenta como única existencia, como única certeza material de esta subjetividad, manifestándose también en términos de un documento fisiológico.

Con esta intervención hemos intentado aproximarnos a la conceptualización y conformación discursiva de la figura del travesti entrecruzándola con los procedimientos del discurso erótico en el marco de las producciones vinculadas a la nueva narrativa argentina con su política del registro plano, entre otros aspectos. Esperamos con ello seguir movilizando en forma continua los paradigmas sociales, históricos, culturales y estéticos de lo «normal» y lo «anormal».

BIBLIOGRAFÍA.

DELEUZE, Gilles (2000): Lógica de la sensación. Arena Libros, Madrid.
DRUKAROFF, Elsa (2011): Los prisioneros de la torre. Emecé, Buenos Aires.
FERNÁNDEZ, Josefina (2004): Cuerpos desobedientes. Edhasa, Buenos Aires.
GUBERN, Roman (2005): La imagen pornográfica y otras perversiones ópticas. Anagrama, Madrid.
MENSTRUAL, Naty (2008): Continuadísimo. Eterna Cadencia, Buenos Aires.
MOREIRA, Hilia (1998): Antes del asco. Excremento, entre naturaleza y cultura. Ediciones Trilce, Montevideo, Uruguay.
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* Marcelo Alejandro Moreno (1972). Profesor y Licenciado en Letras, UNC, Argentina. Artículos en libros publicados: «Tradición e ironía en El Evangelio según Jesucristo de José Saramago» en Apuntes Saramaguianos. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Católica de Córdoba, Argentina. 2004. «El chiste»; «Parodia»; «Fontanarrosa» y « Enrique Pinti» en Diccionario Crítico de Términos del Humor y una breve enciclopedia de la cultura humorística argentina. Dirección y Coordinación de la Dra. Ana Beatriz Flores. Ferreyra Editor, Córdoba, Argentina. 2010. «Algunos usos paródicos en el género policial» en Literatura y cultura. María Lidia Fassi. Editorial Brujas, Córdoba, Argentina. 2011. «La reescritura sadeana en el Orfeo de Alejandro Tantanian» en Variaciones Orfeo. Dirección y Coordinación de la Dra. Gabriela Simón y la Dra. Gabriela Milone. Eduvim, Córdoba, Argentina. Investigaciones: Miembro Integrante del Equipo de Investigación sobre Humor perteneciente al Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba. Realización de la Tesis Doctoral titulada «La Discursividad erótica en la literatura argentina de la dictadura y posdictadura». Doctorado en Letras, Facultad de Filosofía y Humanidades, UNC. Argentina. Reconocimiento: Premio a mejor joven investigador en el evento Feria del Libro organizado por el Instituto Secundario Saúl. A. Taborda. 2009 Córdoba, Argentina. Trabajos ejercidos: Profesor Asistente en las asignaturas Teoría y Metodología Literaria I y Teoría de los Discursos Sociales I. Escuela de Letras, Facultad de Filosofía y Humanidades, UNC.

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