Alfil Cronopio

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Fiasco reeleccion

EL FIASCO DE LA REELECCIÓN

Por Marcel Hofsteter Gascón*

Fruto de las ansias de poder del expresidente Álvaro Uribe, el país reestrenó la figura de la reelección presidencial. Ocho años después de haber sido instaurada, la medida política deja bastantes dudas sobre su eficacia. El caramelo de la reelección obliga a los presidentes a reconfigurar sus gabinetes tan pronto superan la mitad del cuatrienio, con el fin de tener el suficiente apoyo político que facilite la continuidad del mandatario en ejercicio. Tanto Álvaro Uribe como Juan Manuel Santos iniciaron sus primeros gobiernos con ministros técnicos, que marcaron un período de buena gestión y con buen respaldo popular.

A medida que el tiempo empezó a marcar los primeros compases, los ministros técnicos dieron paso a los ministros políticos, elemento que constituye un punto de inflexión en la estructuración de buenas políticas. La mencionada transición de técnicos a políticos, genera una serie de nubarrones que distorsionan la visión hacia la buena política. Los segundos, por lo general no tienen la comprensión analítica, ni el interés para elaborar medidas de política de carácter estructural. Su misión es atender los fenómenos de coyuntura para sobreaguar el instante y facilitar la continuidad del primer mandatario. El problema radica en que las medidas de corto plazo, nunca resuelven los problemas que aquejan a la sociedad. Adicionalmente, crean un vacío en el que cualquier crisis o dificultad deja al Presidente sin margen de acción, tal como sucedió con los recientes paros agrarios. Ningún ministro fue capaz con su actuar de aliviar las tensiones que se venían presentando, dejando toda la responsabilidad en el primer mandatario. El Presidente Santos, preso en su afán reeleccionista tuvo que crear un gigantesco paquete de ayudas a diversos sectores agrícolas. Es una lástima que las ayudas sean producto de la presión, y no de un plan bien articulado que de soluciones de fondo al retraso endémico que postra al país en el subdesarrollo.

Igual realidad enfrenta el país con el dilema de la paz. Por primera vez en la historia, delegados del gobierno y de la guerrilla han podido intercambiar visiones sobre la sociedad, por espacio de un año sin mayores sobresaltos. Lastimosamente, fruto de la reelección, el proceso de paz se ha convertido en el tema prioritario sobre el cual girará la política en las próximas elecciones. Es evidente, que de no haber proceso reeleccionista, el primer mandatario podría tomar sin ataduras las decisiones que en su criterio más le convinieran al país. El debate político, y la polarización entre los presidentes está permeando una audaz estrategia de paz. Es claro, que el presidente actuará como lo ha estado haciendo, con cálculo político sobre la mesa de paz. Si considera que levantarse de la mesa, o permanecer en ella le dará réditos electorales, lo hará sin contemplaciones. Ahora bien, lo que debe corresponderle al país es que esas decisiones se tomen en función de la estructura que se ha logrado construir entre las partes a la fecha, y de la viabilidad que tenga la paz o la perpetuación de la guerra como solución al conflicto.

¿Por qué nos cuesta tanto hacer buena política?
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* Marcel Hofstetter Gascón es un reconocido economista y catedrático bogotano.

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