Sociedad Cronopio

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Gay nacionalismo

EL SUJETO GAY Y EL NACIONALISMO

Por Martín Valle*

La semana pasada (marzo de 2013), los primeros congresistas polacos transgéneros y abiertamente gays se sentaron en las primeras filas del parlamento polaco como una represalia simbólica a los comentarios antagónicos del ex presidente y líder laboral Lech Walesa. Ganador del premio Nobel de la paz e ícono de la democracia polaca, Walesa ha provocado la ira cuando hace dos semanas dijo que los gays, y toda minoría, no tenían derecho de desempeñar ningún papel prominente en la política nacional. Walesa expresó que los gays en el congreso polaco necesitaban ajustarse a cosas pequeñas, sentándose en las últimas filas del parlamento o, mejor aún, afuera de dicha cámara.

Esta homofobia nacional polaca nos recuerda a la Latinoamérica de los tiempos pre–coloniales, coloniales, y modernos. Dentro de las civilizaciones indígenas por ejemplo, el berdache era una figura biológicamente masculina y culturalmente afeminada. Y aunque muchos historiadores como Michael Horswell, nos presentan una figura positiva del berdache, dentro de espacios sagrados, otros destacan su aspecto controversial. Antes de la conquista, desde muy jóvenes, muchos servían de esclavos sexuales para el placer y propósito de líderes políticos y religiosos de establecer y exhibir poder. Por otra parte, la subyugación sexual se presentaba durante las batallas de indígenas donde los vencidos eran violados por los vencedores, también con el propósito de establecer poder.

En Sex and Conquest (1999), Richard Trexler investiga la subyugación sexual, antes y durante la conquista, señalando que la violación masculina era un mecanismo efectivo para establecer poder dentro de las sociedades mesoamericanas. El argumento de Trextler es que el sistema patriarcal se construyó en gran parte a través de la violación sexual entre hombres y uno de los modelos por excelencia del patriarca era precisamente penetrar al enemigo para exhibir y establecer jerarquía.

Esta relación entre sexo y conquista es fundamental para la historia de la homosexualidad en las naciones latinoamericanas. En las guerras de la conquista, la práctica de algunos conquistadores era violar al conquistado y así establecer poder y superioridad. En las culturas mediterráneas, la sodomía, voluntaria o involuntaria, fue un estigma considerable para el agente pasivo o el cuerpo penetrado y esta actitud homofóbica se practicó en las colonias.

Durante la colonia, los indígenas lucharon constantemente contra la Santa Inquisición. Por ejemplo, los titiriteros indígenas desaparecían poco a poco al considerárseles idólatras paganos, al propagar dioses muy diferentes al Dios que se quería establecer. En su libro Piel de Papel, Manos de Palo (1995), Guillermo Murray Prissant y Sonia Iglesias señalan toda una gama de hechos interesantes, sobre la historia de los títeres mexicano,s especialmente durante la colonia entre 1700 y 1800, y como estos desafiaban a la Santa Inquisición. Así como al indígena, al homosexual se le quería hacer desaparecer y fue la Santa Inquisición la que se encargó de poner atrás de las paredes de toda institución al sujeto gay: desde el Estado hasta la familia. Efectivamente, desde 1535 hasta 1821, la pena de muerte para el sujeto gay era la hoguera.
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En el siglo XVIII, siguiendo con el Código Napoleónico, las nuevas repúblicas latinoamericanas despenalizaron la homosexualidad, pero con el propósito de hacerla inexistente: ¡lo que no se menciona no existe! El silencio convirtió al homosexual en algo inexistente y cuando se le mencionaba era sólo para tildarlo de pecador contra natura. En México, el placer sexual era prohibido aún dentro de la institución familiar y las relaciones sexuales entre parejas tenían como único objetivo reproducir la especie humana. La familia era, esencialmente, una institución desexualizada. Carlos Monsiváis nos recuerda que el único papel de la madre, dentro de la nueva nación mexicana, era el de crear hijos «valientes» y «masculinos» (p. 65).

Si bien el castigo penal fue anulado en el siglo XVIII con la introducción del Código Penal Napoleónico, dentro del repertorio cultural falogocéntrico, la sociedad en general, continuó silenciando, discriminando contra el homosexual por todo el siglo XIX y el hombre «pasivo», el cuerpo penetrado, siguió siendo la metáfora de inferioridad y debilidad «femenil».

La literatura latinoamericana del siglo XIX, de acuerdo a Doris Sommer, nos revela una interesante y peculiar conexión entre sexualidad y nación. Señala que la novela romántica y realista se desarrolló vis–à–vis la historia patriótica (p. 23). Esta narrativa nacionalista fue una metáfora de las nuevas naciones y su imaginario, donde los idilios y romances se crearon y se protegieron a pesar de la hibridez regional, económica y racial. Este imaginario representó el deseo de construir una mezcla de razas y culturas cuyo espacio simbólico fue la familia. Así, la promoción de dicha literatura siempre estuvo a manos de patriarcas que constantemente despreciaron a otras minorías sexuales. Según Sommer, toda la novela nacionalista fue promovida por gobiernos a cargo de regímenes heteromilitantes con énfasis en el romance heterosexual.
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Contrario al argumento de Sommer, Robert Irwin McKee señala cómo el sujeto gay ha contribuido fundamentalmente a la cultura e imaginario nacional mexicanos. Irwin McKee señala que la homosociabilidad masculina fue precisamente la que creó todo un imaginario nacional mexicano. La homosociabilidad se define como las relaciones que se establecen entre hombres dentro de la política y el trabajo, teñidas por la competencia y el liderazgo. McKee analiza un sistema patriarcal que, mientras concebía al homoerotismo como amenaza nacional, como lo percibe el líder polaco, al mismo tiempo, teñía su penetrante homosocibilidad.

En su lectura del Periquillo Sarniento (1816), McKee señala una de tantas escenas donde el protagonista, el niño Pedro, demuestra esa homosociabilidad homoerótica representante de la novela nacional e imaginario nacional mexicanos. En uno de los diálogos que ocurre entre Pedro y su maestro, existe una atracción pederasta donde el niño le besa la mano al maestro, «enamorado de su dulce genio… Él entonces me abrazó, me llevó a su recámara, me dio unos bizcochos, me sentó en su cama y me dijo que me estuviera allí». (p. 20)

En el siglo XX, por medio de la novela homoerótica o de temática gay, nos damos cuenta de qué tan importante ha sido el sujeto gay para la creación de un imaginario nacional en Latinoamérica. Carlos Fuentes señala uno de tantos. En la segunda mitad del siglo XX, con repercusiones perjudiciales en contra del poder estatal y eclesiástico, se escribieron dos novelas importantes: La traición de Rita Haywarth (1968), de Manuel Puig y De dónde son los cantantes (1967) de Severo Sarduy. Estas narrativas ofrecieron otra apertura hacia la importancia del sujeto gay para el reto o el establecimiento de un imaginario nacional. De acuerdo a Fuentes, ambos textos retaron ese lenguaje sagrado y antiguo que por centurias estuvo al servicio exclusivo del Estado y la Iglesia. Lo carnavalesco en ambas novelas, es la antítesis y la introducción de un lenguaje nuevo para el latinoamericano que genuinamente empezaron a democratizar las naciones latinoamericanas heteromilitantes. El sujeto gay, ya sea como chivo expiatorio o como un reto hacia el status quo, ha sido siempre parte fundamental de todo imaginario nacional.

BIBLIOGRAFÍA

Foster, David William: Gay and Lesbian Themes in Latin American Writing Austin: University of Texas Press, (1991).

Fuentes, Carlos. La nueva novela hispanoamericana. México: J Mortíz, (1972).

Fernandez de Lizardí, José Joaquín. Periquillo Sarniento. Indianapolis: Hackett Publications, (2004).

Irwin, Robert McKee. Mexican Masculinities. Minneapolis: University of  Minnesota Press, (2003).

Molloy, Sylvia. Robert Irwin, ed. Hispanism and Homosexualities. Duke University Press: Durham and London, (1998).

Monsiváis, Carlos. Que se abra esa puerta: Crónicas y ensayos sobre la diversidad sexual. México D.F.: Editorial Paidós Mexicana S. A., (2010).

Murray Prissant, Guillermo y Sonia Iglesias. Piel de papel manos de palo: Historia de los títeres en México. México: Consejo para la cultura y las artes, (1995).

Puig, Manuel. La traición de Rita Hayworth. Buenos Aires: Editorial J. Alvarez, (1968).

Sarduy, Severo. De donde son los cantantes. México D.F.: J Mortiz, (1967).

Sigal, Pete. Ed. Infamous Desire: Male Homosexuality in Colonial America. The University of Chicago Press, (2003).

Sommer, Doris. Foundational Fictions: The national romances of Latin América. Berkeley: University of California Press, (1991).
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* Martín Valle es candidato al doctorado en literatura en español en la Universidad de California, Irvine. Su enfoque es la novela homoerótica latinoamericana del siglo XIX y XX. Gran parte de su estudio explora la diferencia de la vida gay en las zonas rurales versus las zonas urbanas. Varios de los títulos de los ensayos que ha presentado en conferencias han sido: «Visual Construction of Identity in Latin America Artist Books», «Piel simbólica de Derli Romero. La ambigüedad de significados», y «Power and Knowledge in Modern Spanish Literature: Correo Urgente de Ana Maria Moix». Actualmente trabaja como profesor de español en la Universidad de Chapman, en Orange California.

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